TOMÁS DE AQUINO
OBRA
La obra fundamental de Tomás de
Aquino es la Summa Theologica (Suma Teológica), donde reúne
prácticamente la totalidad de las problemáticas filosófico-teológicas
medievales dispuestas de forma sistemática a lo largo de 612 cuestiones (quaestiones), cada una de las cuales
obedece a la misma estructura:
1º) Enunciado, normalmente en forma de pregunta, de la cuestión que se va a tratar. Por ejemplo, la cuestión 2,
"¿Existe o no existe Dios?", o la cuestión 94, a la que pertenece el
texto que comentaremos: "La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno
solamente?".
2º) Objeciones en contra de la tesis que se va a defender, presentadas
de forma enumerada.
3º) Cita de una autoridad reconocida (argumento a la autoridad) o bien anticipación resumida de la tesis
que se va a defender (en el texto aparece con la expresión "en
cambio...").
4º) Solución de la pregunta, donde Tomás de Aquino desarrolla
pormenorizadamente su tesis (suele empezar con la frase "hay que
decir...").
5º) Contestación a las objeciones a partir de los argumentos de la
tesis tomista.
CONTEXTOS HISTÓRICO Y CULTURAL[1].
CONTEXTO FILOSÓFICO:
Al igual que ocurre con el resto
de pensadores medievales, la filosofía de Santo Tomás de Aquino se convierte en
la ancilla theologiae, sierva o
criada de la teología. Todo su pensamiento está enfocado a resolver problemas
filosófico-teológicos suscitados durante la
escolástica medieval, principalmente ante la emergencia del averroísmo latino[2] y siempre girando en torno
a una misma problemática: la relación
entre Razón y Fe.
Se distinguen tres escolásticas, todas comparten la
misma época (siglos XI-XIII) y, en gran medida, las mismas cuestiones
teológicas, pero cada una de ellas se construye sobre una las tres grandes
religiones monoteístas de Occidente: la
judía, la cristiana y la musulmana. Tomás de Aquino pertenece a la
cristiana. Avicena y Averroes a la musulmana. Maimónides a la judía. Las tres
escolásticas se influyen unas a otras
puesto que tratan de resolver problemas idénticos como la demostración de la
existencia de Dios, la inmortalidad del alma, la existencia del mal en el
mundo, la participación de Dios en el gobierno del mundo; en el fondo late el
mismo problema: la relación entre Razón y Fe (o la capacidad de la razón humana
de aclarar, justificar y fortalecer las creencias religiosas). Por eso, es
común encontrar en Santo Tomás de Aquino argumentos no sólo de teólogos y
pensadores cristianos como San Agustín de Hipona o San Anselmo, sino también
otros originalmente presentados en las escolásticas judía y musulmana. Huelga
decir que cada una trata de justificar filosóficamente la superioridad de su
respectivo dogma religioso. No obstante, si comparamos la escolástica cristiana
con la árabe, la primera resulta mucho más ortodoxa y dogmática que la segunda,
la cual se aventura a posiciones heterodoxas y a veces directamente contrarias
al dogma de fe[3].
La escolástica cristiana se caracteriza por tres rasgos relacionados:
carencia de autonomía y originalidad filosófica, ausencia de sentido histórico
y explícita finalidad pedagógica o docente.
a) La carencia de autonomía y de originalidad filosófica se debe a que
los temas y objetivos a los que se enfrenta la filosofía vienen dados por el
dogma religioso y siempre asumen postulados inviolables (presupuestos
inamovibles dictados por la religión, como por ejemplo la existencia de Dios,
la creación del mundo por obra de Dios a partir de la nada, el pecado original,
la oposición entre terrenal/celestial o mundano/divino, etc.). La filosofía no
busca verdades; éstas ya han sido reveladas en las Sagradas Escrituras. Por
otro lado, es común en esta época el recurso al argumento a la autoridad
(apelando mediante una cita a un pensador o teólogo famoso, o bien a ciertos
pasajes de las Sagradas Escrituras). Se trata de un tipo de falacia lógica que
acepta la verdad de lo que se dice precisamente porque ha sido anteriormente defendido
por una autoridad en la materia[4].
b) La ausencia de sentido histórico se revela en que los dos principales
filósofos que se conservan del paradigma antiguo, Platón y Aristóteles, son
considerados contemporáneos y nadie repara en que pertenecen a otro contexto (histórico,
cultural y filosófico) completamente diferente.
c) La finalidad pedagógica o docente determina los métodos en que se
desarrolla la filosofía durante la escolástica: la lectio (lectura y comentario de textos) y la disputatio (debate acerca de un problema). La finalidad pedagógica
y la labor docente implican el predominio de la función transmisiva sobre la creativa.
EL PROBLEMA DE LOS UNIVERSALES
(Este punto también pertenece al contexto filosófico):
La segunda problemática
filosófica que recorre el paradigma medieval, aparte de la relación entre Razón
y Fe, es el denominado "problema de los universales". En resumen, se
trata de la pregunta en torno a si las esencias son reales y universales (o
sea, si existen con independencia del pensamiento humano), o bien son irreales
y convencionales (simples abstracciones de la mente humana obtenidas por
generalización).
Las esencias son conceptos
universales ("ser", "uno", "figura",
"límite"...) que definen el "qué" del ente en cuestión,
exactamente del mismo modo que ocurre con las ideas en el idealismo platónico,
o con las formas en el realismo aristotélico. La peculiaridad es que ahora, en
el paradigma medieval, la teología se cuestiona la posibilidad de que las
esencias pertenezcan a la mente divina (la inteligencia ordenadora de Dios a
través de la cual creó y configuró el mundo). Ante esta cuestión hay respuestas
diferentes que se suceden a lo largo de la Edad Media[5].
San Agustín de Hipona, en el
siglo V d. C., asume el "realismo exagerado" de Platón, según el cual
las ideas (esencias) son mucho más reales y verdaderas que los entes concretos
y particulares. Por otra parte, Pseudo Dionisio Areopagita, místico y teólogo
bizantino que vivió entre los siglos V y VI d. C., influido por la filosofía
neoplatónica de Plotino (de finales del Helenismo), considera que la teología
sólo puede hacerse una vaga idea de las esencias divinas, las cuales están
alejadas en un plano metafísico inalcanzable de forma pura por el pensamiento
humano. Así, por ejemplo, el "ser" tan sólo es una imagen o reflejo
del verdadero "ser", al que denomina "supra-ser" por su
rasgo inalcanzable. Del mismo modo ocurre, en su opinión, con cualquier otro
concepto universal: "supra-uno", "supra-límite", etc. Por
su parte, Tomás de Aquino, basándose en Aristóteles, ofrece una explicación más
realista sobre el origen de los conceptos universales: si bien las esencias son
universales, el conocimiento que tenemos de ellas comienza por lo primero y más
cercano para nosotros (la experiencia sensible), y avanza lentamente, mediante
el entendimiento y la abstracción hacia nociones más generales y universales
(y, por lo tanto, más próximas a la auténtica verdad, que es Dios). Además,
Tomás de Aquino introduce la distinción conceptual entre esencia y existencia,
lo cual aleja de los universales el problema de la existencia. En el siguiente
apartado explicaremos con más detalle esta contribución de la filosofía
tomista.
El problema de los universales es
zanjado por el nominalismo, una corriente de pensamiento anglosajona, a lo
largo del siglo XIV. Sus principales representantes fueron Duns Escoto y
Guillermo de Ockham. Los avanzados estudios en lógica y matemáticas de las
escuelas inglesas de Cambridge y Oxford llevaron a muchos pensadores a razonar
que los conceptos universales son obtenidos "artificialmente" por la
mente humana a partir de generalizaciones de similitudes entre diversos casos
concretos (por ejemplo: "todos los cisnes son blancos"). En modo
alguno pueden representar realidades existentes o esencias divinas, ya que son
un simple recurso del intelecto humano. Además, el nominalismo afirma que las
esencias universales, en caso de existir, supondrían una limitación frente a la
absoluta libertad de Dios (omnipotencia), ya que habrían determinado el modo en
que Dios creó y configuró el mundo[6]. En cualquier caso, el
nominalismo separa totalmente el conocimiento humano frente a la religión[7], es decir, lo priva del
apoyo metafísico del que venía gozando durante toda la Edad Media, defiende un
método de conocimiento inductivo de corte empirista (basado en la experiencia y
en la creación de hipótesis) y rebaja en gran medida sus pretensiones de
alcanzar verdades absolutas. Por este motivo, el nominalismo se convierte en el
principal precursor y desencadenante del siguiente paradigma de pensamiento: la
modernidad. La pregunta que deja en el aire, y a la que buscarán respuesta los
pensadores modernos, será la de los fundamentos del conocimiento humano: ¿Qué
puede fundamentar o legitimar la validez del conocimiento humano en sí mismo,
sin opción a referirlo, vía fe, a las esencias divinas?
ÍNDICE DE LA FILOSOFÍA DE TOMÁS
DE AQUINO:
Santo Tomás de Aquino distingue,
como Aristóteles, la filosofía teórica o
especulativa (dedicada a la descripción de lo que las cosas son), frente a la filosofía práctica o prescriptiva (centrada a reflexionar acerca de
lo que las cosas deberían ser). Al
uso teórico de la razón pertenecen la ontología, la epistemología y la
antropología. Al uso práctico pertenecen la ética y la filosofía política. No
obstante, al igual que ocurre en Aristóteles, la separación entre las ramas
teórica y práctica no es radical. Hay muchas ideas que se relacionan entre sí y
actúan como puentes intermedios. Por ejemplo, la concepción teleológica
(finalista) de la naturaleza forma parte tanto de la ontología como de la
filosofía práctica. Otro ejemplo: la filosofía práctica se construye sobre
determinadas concepciones del ser humano (tesis antropológicas).
En cualquier caso, debemos tener
presente que la filosofía de Tomás de Aquino es sierva de la fe. El dogma
católico está presente en todo momento, no sólo como objetivo de justificación,
sino como solución de conflictos en aquellos lugares donde la razón no arroja
luz suficiente o donde, directamente, podrían concluirse ideas contrarias al
dogma.
1. ONTOLOGÍA.
Principales tesis y nociones que
adopta del aristotelismo:
-Hilemorfismo de la realidad.
-Noción de substancia (y
accidente).
-Teoría de las cuatro causas[8].
-Concepción teleológica (finalista) de la naturaleza.
-Explicación del movimiento y el
cambio naturales mediante la teoría del acto y la potencia.
Principal tesis que aporta Santo
Tomás:
-Diferencia entre esencia y existencia[9].
Otra tesis ontológica relevante
que Tomás de Aquino recoge de la tradición agustiniana es la concepción del bien y del mal. Ambos
conceptos aparecen ligados al ser y al no-ser. El bien se identifica con el
ser; el mal es sinónimo de no-ser. Pero ojo, Tomás de Aquino diferencia entre
esencia y existencia: "ser" y "no-ser" son conceptos que
caen del lado de la esencia, no de la existencia. Que algo "sea" no
significa que "exista". Del mismo modo, que algo "no sea"
no significa que "no exista". El bien quiere decir, para la teología
medieval católica, "cumplimiento de la esencia", por tanto,
"cumplimiento de la finalidad propia de la cosa". Por el contrario,
el mal significa "incumplimiento de la esencia propia". Esta
concepción es totalmente platónica: las cosas son buenas o malas en tanto que
se aproximan o se alejan de su esencia propia. La novedad en el paradigma
medieval es el "libre albedrío" atribuido al ser humano, noción
inexistente en el paradigma antiguo. Dios creó al hombre con libertad de
elección, y eso implica que el ser humano puede elegir si vive conforme a su
verdadera esencia o bien se aleja de ella. La posibilidad del mal es la
condición del libre albedrío. Según la teología católica (desde San Agustín
hasta Santo Tomás), esto justifica por qué Dios permite la existencia del mal
en el ser humano. ¿Y en el resto de seres? A juicio de la teología, Dios
también permite cierto grado de "no-ser" en el mundo para que exista
diversidad y variedad sobre la cual se organiza un orden jerárquico de
perfecciones: las cosas son más o menos buenas, más o menos bellas, más o menos
justas, etc. Si sólo existiese "el ser" (el bien), todas las cosas
serían idénticas en su clase (por ejemplo, todos los caballos serían iguales
entre sí) y nadie sería capaz de percibir grados de perfección. Como veremos,
los grados de perfección son una vía para la demostración de la existencia de
Dios. Así pues, podría decirse que Dios construye el mundo de este modo para
dejar abierta al ser humano la puerta a su "revelación".
2. EPISTEMOLOGÍA.
Principales tesis, nociones y
pensamientos que recoge de Aristóteles:
-Teoría de las cuatro causas[10].
-Explicación "realista"
del conocimiento humano (sensibilidad, imaginación, memoria y entendimiento),
de corte empirista (importancia de la experiencia sensible como punto de
partida) e inductivo (el conocimiento humano se construye de lo particular a lo
general)[11].
-Descripción del conocimiento
humano como un "encaminarse" desde lo primero y más cercano para
nosotros (la experiencia), hasta lo primero y más cercano en cuanto al ser (la
esencia). Este recorrido era denominado por Aristóteles epagogé. Tomás de Aquino no le atribuye ningún término en concreto,
pero constantemente nos dice que el conocimiento de los sabios, aún siendo más
real y verdadero que el del común de los mortales, no resulta comprensible a
primera vista, sino solo a través de un largo proceso de conocimiento.
Principal tesis que aporta Santo
Tomás de Aquino[12]:
-Las cinco pruebas de la existencia de Dios, o cinco de
demostraciones a posteriori de la
existencia de Dios[13]:
1ª) Prueba a partir del movimiento: la experiencia muestra que todo
movimiento es debido a un motor. Para evitar la regresión al infinito[14], es necesario suponer un motor inmóvil, o sea, un motor que
inicia el movimiento pero al que nadie mueve (Dios).
2ª) Prueba a partir del orden causal: la naturaleza revela que todo
obedece al principio de causalidad, todo efecto procede de una causa. Nuevamente,
para evitar la regresión al infinito de la cadena causa, el necesario suponer
una causa primera, o "causa
incausada" que explique el inicio del proceso.
3ª) Prueba a partir de la contingencia de las cosas: todo en la
naturaleza puede existir o no existir, las cosas aparecen y desaparecen, son
contingentes. Es preciso que exista un ser necesario que asegure la existencia
del mundo. En último término, ese ser necesario es Dios, ya que no depende de
ninguna cosa para existir y es condición de posibilidad de la existencia de las
demás cosas.
4ª) Prueba a partir de los grados de perfección: la naturaleza pone de
manifiesto que existe una jerarquía de valores; las cosas son siempre en un
grado de perfección, más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos
nobles, etc. Esta jerarquía sólo tiene sentido si hay un máximo respecto al
cual las cosas se aproximan o se alejan. Ese máximo grado de perfección sólo
puede ser Dios.
5ª) Prueba a partir del ordenamiento de las cosas: la naturaleza revela
un orden teleológico, las cosas obedecen siempre a un fin, no obran por azar.
El ser humano es el único que tiene inteligencia para controlar su
comportamiento, pero el resto de cosas deben ser dirigidas por alguien con
inteligencia. Esa "inteligencia ordenadora" de todas las cosas que
les impone una finalidad interna es Dios[15].
-También podemos destacar como
parte de la epistemología tomista la defensa de la complementariedad entre
Razón y Fe frente a los averroístas latinos (que defienden la separación) y frente
a la pura ortodoxia católica que rechaza a la filosofía. No obstante, Tomás de
Aquino recalca la superioridad de la Fe frente a la Razón. Llegados al caso de
que ambas mostrasen ideas diferentes o contrapuestas, la verdad recaería
siempre del lado de la Fe.
3. ANTROPOLOGÍA.
Principales tesis que adopta de
Aristóteles:
-La diferenciación de tres
facultades del alma humana: racional, sensitiva y vegetativa.
-La noción del ser humano como
criatura racional.
-La idea de que el ser humano es
social por naturaleza.
-La idea de que el ser humano
tiene una finalidad interna, que consiste en guiarse por su alma racional para
controlar las pasiones y apetitos del cuerpo, con el objetivo de
auto-conservarse, alcanzar "lo bueno y conveniente" y huir de "lo
malo y perjudicial". A esto se le añade un elemento religioso clave:
"la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios" (o sea,
vivir conforme a la fe).
En general, las tesis
antropológicas de Tomás de Aquino adaptan los pensamientos aristotélicos al
dogma cristiano, asumiendo el rechazo de lo corpóreo y terrenal (ligado al
pecado) por oposición a lo espiritual y celestial; también acepta la inmortalidad
del alma para que pueda ser juzgada por Dios tras la muerte del individuo.
Incluso la noción de "criatura racional" y la finalidad connatural al
ser humano (búsqueda racional de "lo bueno"), se defienden en
consonancia con el dogma de que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza
de Dios.
4. FILOSOFÍA PRÁCTICA.
Tomás de Aquino adopta ciertos
elementos de la ética y filosofía política aristotélicas, en particular los que
se derivan de las tesis antropológicas: el carácter racional y social por
naturaleza del ser humano. Por lo tanto, en el plano ético y moral, el
comportamiento humano es "correcto" cuando se rige por el alma
racional y persigue "lo bueno", aquello que le conviene para su
propia conservación y le aporta paz y felicidad (lo mismo en el orden político
y comunitario). Que conste que en Aristóteles la eudaimonía (felicidad) era definida como "objeto universal de
deseo", y Tomás de Aquino, aunque asimila en gran medida esta idea, es muy
cauto a la hora de presentar las implicaciones morales que se derivan de ella,
pues siempre tiene que hacer encaje de bolillos con la moral católica. En
Aristóteles, la phrónesis jugaba un
papel clave en el ámbito práctico, tanto moral como político; era la capacidad
de saber cómo comportarse y qué hacer en cada momento. Si bien Tomás de Aquino
habla de prudentia (y considera el
carácter virtuoso del control racional del comportamiento humano), la fe juega
el papel fundamental también en el terreno práctico, en tanto que la mayor
parte de conductas vienen ya juzgadas por la moral católica
"revelada" en las Sagradas Escrituras y desarrolladas en los mandatos
de la Iglesia.
La principal aportación de Tomás de Aquino en el ámbito práctico es la
diferencia entre 1) ley eterna o divina, 2) ley natural o moral y 3) ley humana
o positiva.
1)La ley eterna o divina es el ordenamiento del mundo por obra de
Dios. Éste no solo crea el mundo, sino que lo gobierna según su propia ley (sus
propias normas). La ley eterna es, además, necesaria e inmutable.
2)La ley natural o moral es la participación de la ley divina en la
criatura racional. Según el dogma, el hombre ha sido creado a imagen y semejanza
de Dios. La ley natural es el elemento divino que hay en el ser humano. El
hombre es libre de actuar conforme a la ley natural, no está determinado por
naturaleza, pero, según Santo Tomás de Aquino, sólo cuando obedece a esa ley
cumple su finalidad natural, su verdadera esencia.
La ley natural consta de muchos preceptos (órdenes), pero todos derivan de uno solo: "el
bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse". El bien es todo
aquello que pertenece a la esencia del hombre, por tanto, aquello que el ser
humano asimila racionalmente como natural, propio y conveniente. Dado que el alma humana consta de tres
funciones o facultades (vegetativa, sensitiva y racional), encontramos un
precepto de la ley natural por cada una de dichas funciones:
a) Función vegetativa (que el ser
humano comparte con el resto de seres vivos): inclinación natural a conservar
su propio ser. Todos los preceptos dedicados a ello forman parte de la ley
natural (por ejemplo: el suicidio ha de evitarse).
b) Función sensitiva (que el
hombre comparte con el resto de animales): inclinación natural a propagar la
especie, criar y educar a los hijos. Todos los preceptos en este sentido son de
la ley natural.
c) Función intelectiva o racional
(exclusiva del ser humano): inclinación natural a buscar la verdad acerca de
Dios y a vivir en sociedad. De aquí se derivan muchos preceptos inherentes a
ley natural, por ejemplo: evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos,
etc.
3)La ley humana o positiva es el ordenamiento legislativo concreto de
cada sociedad. En sí misma es convencional y artificial, y por ese motivo varía
de una comunidad a otra. Pero cabe la posibilidad de que la ley positiva
obedezca a la razón y persiga el "bien común" de la comunidad (la
paz, la prosperidad... en suma, la misma autoconservación a la que apunta la
ley natural pero aplicada al ámbito político y comunitario). Por lo tanto, la
ley humana puede guiarse según la ley natural, es decir, puede seguir un
ordenamiento racional y, en tal caso, no sólo cumple la verdadera naturaleza
humana, sino que, además, entronca en cierto grado con la ley divina, pues
sigue la voluntad de Dios.
[1] Para este apartado
seguiremos el manual de los Ocho Filósofos. En el contexto histórico podemos
añadir algún apunte sobre la Patrística (que no recoge el manual) y en el
cultural podemos mencionar a mayores la estructura de las siete artes liberales
(disciplinas académicas, oficios y profesiones) que rige durante toda la Edad
Media. Se llaman artes liberales porque son cultivadas por "hombres
libres" (no solo en el sentido de que no sean esclavos, sino que están
libres del trabajo manual ligado al campesinado y artesanado, o sea, a la clase
de los laboratores). A las artes
liberales (también llamadas "intelectuales") se les oponían las artes
manuales (escultura, pintura y artes plásticas en general, así como cualquier
artesanía que implicase trabajo "manual"). De acuerdo al dogma
religioso, todo lo relacionado con el cuerpo y la sensibilidad era considerado
"menor", "mundano", "terrenal" y de ahí, alejado
de lo divino. Las siete artes liberales se organizaban en dos grupos: el
llamado Trivium et Quadrivium (en
latín significa "tres vías y cuatro vías"). El Trivium componía tres disciplinas ligadas a la elocuencia:
gramática, dialéctica y retórica. El Quadrivium
reunía cuatro disciplinas relacionadas con las matemáticas: aritmética,
geometría, astronomía y música. Es importante señalar que el humanismo
renacentista, durante los siglos XV y XVI, elevará de nuevo las artes plásticas
y manuales (en especial pintura y escultura) al rango de artes
"liberales", de ahí que grandes artistas como Leonardo o Miguel Ángel
sean considerados genios en su época a raíz de sus obras pictóricas y
escultóricas.
[2] El averroísmo latino es la
recepción en el mundo cristiano de buena parte de las ideas y pensamientos del
filósofo musulmán Averroes, quien fue el principal comentarista, hermeneuta y
difusor de las obras de Aristóteles. El averroísmo latino, defendido por el
filósofo Siger de Brabante, fue muy influyente durante el siglo XIII y a él se
enfrenta Tomás de Aquino.
[3] Averroes (filósofo,
médico, jurista y teólogo cordobés del siglo XII) fue el principal comentador o
exegeta de las obras de Aristóteles en la Edad Media, y su pensamiento es mucho
más fiel al clásico griego si lo comparamos con Tomás de Aquino. Averroes no
tiene reparos en razonar la mortalidad del alma en tanto que el ser humano es
una substancia hilemórfica de cuerpo y alma. Defiende que Dios no ha sido
absolutamente libre al crear el mundo, ya que el mundo es eterno y funciona en
gran medida de manera autónoma. La tesis más famosa de Averroes, que heredan
los llamados averroístas, es su doctrina de la doble verdad, según la cual hay
dos verdades independientes e irreductibles: las verdades de razón y las
verdades de fe. Así pues, según esta doctrina, lo que la razón demuestra puede
no encajar con lo que dicta la fe y viceversa.
[4] La actitud filosófica que
reclamará Kant siglos después en el contexto de la Ilustración, resumida en su
famoso desafío "¡Atrévete a pensar!" es la antítesis del argumento a
la autoridad, lo cual hubiese supuesto un auténtico acto de herejía durante la
escolástica. Por último, la falta de originalidad también se pone de manifiesto
en que el pensamiento medieval se limita a adaptar filosofías ya elaboradas
(Platón y Aristóteles) a los problemas del momento. Habrá que esperar a la
primera mitad del siglo XVII para que un filósofo, René Descartes, reinicie la
pregunta filosófica de forma radical poniendo entre interrogantes todos los
presupuestos y postulados heredados.
[5] Para entender por qué es tan importante para la
teología medieval el problema de los universales es imprescindible comprender
la relación entre las esencias universales y el método silogístico. El principal
método de conocimiento que utiliza la filosofía medieval es el silogismo, y
éste se basa en demostrar deductivamente el encadenamiento necesario entre una
esencia universal (sujeto del enunciado) y todos los rasgos que contiene
(predicados). Por ejemplo, San Anselmo de Canterbury, en el siglo XI, elabora
su famoso argumento sobre la existencia de Dios a partir de un silogismo. A su
juicio, en la esencia de Dios está la absoluta perfección ilimitada. Si Dios no
existiese, la no-existencia sería una limitación; por lo tanto, es necesario
que Dios exista. Otro ejemplo de silogismo lo encontramos esta vez en el propio
Tomás de Aquino, en cierto pasaje de la cuestión 94 de la Suma Teológica donde nos habla de los rasgos de los ángeles. En la
esencia universal de los ángeles, dice Tomás de Aquino, está incluido su
carácter no-corpóreo. Por lo tanto, los ángeles no ocupan propiamente lugar
alguno, ni tienen sexo (porque no tienen cuerpo) ni obedecen a ninguna otra
cosa que afecte a las substancias corpóreas. En suma, el silogismo medieval se
basa en desplegar los rasgos atribuidos de forma a priori a una esencia. Por
esta razón, el problema de los universales es muy importante, ya que sin la
existencia de esencias universales toda la teología medieval caería por su
propio peso, como un castillo en el aire.
[6] Para los nominalistas, la
libertad absoluta de Dios implica que el mundo que conocemos podría no ser así.
Si de hecho es tal y como lo conocemos, es por pura voluntad divina, o sea,
porque Dios lo ha querido así.
[7] Ojo, esto no significa que
el nominalismo "abandone" la religión. Todos los pensadores
medievales son creyentes. El ateísmo, el agnosticismo y otras formas de
pensamiento crítico respecto a la fe no surgen hasta bien entrado el siglo
XVIII, en la Ilustración. Para los pensadores medievales, la cuestión no es si
creer o no creer. Todos creen en Dios y en la Revelación. Lo que se preguntan
es si las creencias pueden razonarse o no, y en qué medida.
[8] La teoría de las cuatro
causas pertenece tanto a la ontología como a la epistemología, porque las
causas forman parte de la substancia y, a la vez, son el objetivo que persigue
el conocimiento de la verdad. Esta doble implicación
"onto-epistemológica" está presente, igualmente, en Aristóteles.
[9] Según Tomás de Aquino, la
esencia nos dice "lo que la cosa es", mientras que la existencia nos
dice "si hay o no hay cosa". La esencia no es condición de la
existencia; que algo tenga esencia no implica que exista. Por ejemplo, la
esencia de Rocinante es "ser caballo", pero Rocinante no existe. O,
por ejemplo, Bucéfalo, cuya esencia también es "ser caballo", fue la
montura de Alejandro Magno, existió, pero ya no existe. A juicio de Tomás de
Aquino, la única garantía o condición de posibilidad de la existencia de las cosas
es, en último término, Dios.
[10] Ver nota 8.
[11] En Tomás de Aquino se dan
los dos métodos o caminos del conocimiento: el inductivo y el deductivo. El
inductivo es propiamente aristotélico. El deductivo aparece cada vez que Tomás
de Aquino recurre al silogismo y entronca con la filosofía medieval heredada.
Por eso, a pesar de lo novedoso que resulta para la teología cristiana el
pensamiento aristotélico, Tomás de Aquino ofrece una solución conciliadora y
sintetizadora entre la teología tradicional (basada, desde San Agustín de
Hipona, en Platón) y el aristotelismo.
[12]
Tomás de Aquino ofrece muchas otras ideas gnoseológicas que no incluimos aquí
por falta de tiempo.
[13] Todas las demostraciones
anteriores que se ofrecían en la teología cristiana eran a priori, basadas en la esencia de Dios. Por ejemplo, la ya
mencionada de San Anselmo (el argumento ontológico: si Dios es la perfección
infinita, debe existir, ya que la no existencia sería una imperfección). Tomás
de Aquino ofrece cinco soluciones a
posteriori, basadas en considerar primero ciertos aspectos de la naturaleza
que son evidentes y confirmados empíricamente, y luego deducir de ellos la
necesaria existencia de Dios. Algunas de estas demostraciones ya fueron
presentadas en las escolásticas árabe y judía, por ejemplo por Avicena y
Maimónides. Se nota que Tomás de Aquino recoge ideas populares que se filtraban
desde los círculos universitarios, con la intención de darles forma y
asimilarlas al dogma oficial católico.
[14] Si no se soluciona la
regresión al infinito, entonces el mundo no sería creado a partir de la nada
por obra de Dios, sería eterno (como decía Averroes), lo cual entra en
contradicción con el dogma católico.
[15] Este argumento tomista es
muy parecido a la "teoría del diseño inteligente", un argumento
teológico defendido todavía hoy por muchos creyentes según el cual la
naturaleza es demasiado compleja para ser fruto del azar.
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