KANT
Immanuel Kant (1724-1804,
siempre en Königsberg[1]).
El texto que cae en selectividad
pertenece a un ensayo titulado Respuesta
a la pregunta: ¿Qué es Ilustración?, publicado en un periódico berlinés en
1784. En este ensayo, lógicamente, Kant trata de ofrecer una respuesta a la
pregunta señalada, que previamente se había planteado en el mismo periódico
(recogiendo inquietudes de la época) y a la que habían ofrecido respuestas
otros intelectuales ilustrados alemanes.
La respuesta de Kant será la
siguiente: "La Ilustración es la salida del hombre de la minoría de edad
en donde se encontraba por su propia culpa". Para entender esta respuesta,
es necesario comprender la fundamentación kantiana del uso público de la razón humana en todos los ámbitos: en el conocimiento,
en la moral y en el derecho. La defensa de dicho uso público será, para Kant,
el leitmotiv de la auténtica
Ilustración como movimiento cultural, social y político de ruptura con el
Antiguo Régimen y de apertura a un nuevo mundo más civilizado y progresista.
El texto seleccionado, es, con
diferencia, el más divulgativo de todos cuantos ha escrito el filósofo
prusiano. Sin embargo, podríamos decir que en él presenta, a partir de su
pensamiento filosófico, una serie de expresiones que se han vuelto famosas
(como el lema Sapere Aude,
"¡atrévete a saber!", la ya mencionada "minoría de edad", y
el concepto central de "uso público de la razón"). Por tanto, dado
que su filosofía en conjunto ha dado como fruto las reflexiones que Kant recoge
en este ensayo, conviene presentarla como base para su justificación y, a la
vez, como apoyo para una comprensión más profunda de las mismas.
ESQUEMA DE LA FILOSOFÍA KANTIANA.
Hay tres preguntas que, a juicio
de Kant, la filosofía debe contestar:
1ª) ¿Qué puedo conocer? (Pregunta
epistemológica sobre los límites y alcance del conocimiento humano).
2ª) ¿Qué debo hacer? (Pregunta
ética sobre el comportamiento moralmente legítimo y pregunta de filosofía del
derecho sobre la regulación del espacio público).
3ª) ¿Qué me cabe esperar?
(Pregunta de filosofía de la historia sobre el devenir político-social de la
civilización europea).
EPISTEMOLOGÍA KANTIANA
Kant desarrolla su epistemología
en una obra fundamental, la Crítica de la
razón pura (1781), y luego la presenta de forma más accesible en sus Prolegómenos a toda metafísica futura que
haya de poder presentarse como ciencia (1783).
Es difícil resumir la
epistemología kantiana en pocas palabras, dada su enorme complejidad, pero tal
vez considerando las siguientes citas podamos hacer una presentación aceptable:
"Hume me despertó de mi
sueño dogmático".
"El sueño de la razón
produce monstruos".
"Las intuiciones sin
concepto son ciegas; los conceptos sin intuición son vacíos".
"La cosa en sí es incognoscible".
"La razón humana es
finita".
Cuando Kant leyó la obra de David
Hume comprendió que la tesis humeana sobre la irreferencialidad de las impresiones sensibles era definitiva, y
asestaba un golpe de gracia a las aspiraciones racionalistas que pretendían
fundamentar todo el conocimiento humano en una razón pura (independiente de la
sensibilidad) y por ello a priori,
universal y necesaria.
¿Qué quiere decir irreferencialidad de las impresiones
sensibles? Según Hume, la sensibilidad humana nos permite captar impresiones
sensibles que nos vienen dadas de manera siempre organizada según hábitos y
costumbres que aprendemos culturalmente. El filósofo escocés razona que nadie
sería (ni será) capaz de establecer de dónde proceden las impresiones
sensibles, es decir, a qué cosa
remiten o refieren, ya que, en caso
de encontrar una referencia, esta se presentaría nuevamente a través de una
serie de impresiones sensibles[2]. La sensibilidad es una
barrera del conocimiento humano basado en la experiencia, una frontera
infranqueable o solo superable por "el ojo de Dios". Con esta idea
rompedora, Hume no sólo echó por tierra las propuestas racionalistas que se
habían presentado a lo largo del siglo XVII[3], sino también las de sus
propias filas empiristas, demostrando que en ningún caso podremos establecer
con seguridad la existencia de
"substancias", sean materiales, espirituales o divinas[4]. Las impresiones sensibles
son, por tanto, un límite del conocimiento humano y, a la vez, una prueba de
que, toda vez que nos presenten verdades aparentemente substanciales y
absolutas se tratará de un simple dogma de fe que se impone a la experiencia.
En definitiva, Kant comprendió
que el conocimiento humano debe estar limitado por la sensibilidad. No es
posible que el entendimiento trabaje por su cuenta y riesgo, estableciendo
deductiva y racionalmente verdades desligadas de la sensibilidad e impuestas
luego de manera dogmática a la interpretación del mundo. En este sentido,
"el sueño de la razón produce monstruos"; por muy racionales que
sean, los conceptos generados por el entendimiento puro son quimeras. Los
racionalistas no cayeron en la cuenta de que la sensibilidad humana resulta
infranqueable. Por lo tanto, Kant asume, tras leer a Hume, que la sensibilidad
debe ser connatural al conocimiento, una facultad imprescindible.
Sin embargo, Kant no acepta por
completo la tesis humeana. No está de acuerdo con que el conocimiento humano se
base en meros hábitos y costumbres. Al menos, no cree que sea así en todos los
conocimientos posibles, en concreto los ofrecidos por las matemáticas y la
física de Newton. En la Crítica de la
razón pura, Kant nos presenta una solución filosófica al problema de cómo
fundamentar la validez de los conocimientos universales y necesarios de la
física y de las matemáticas, sin que ello implique rechazar la sensibilidad.
Veamos, a grandes rasgos, cuál es
su propuesta.
Kant establece que el
conocimiento humano está conformado por tres facultades: la sensibilidad, el
entendimiento y la razón.
1º) La función de la sensibilidad
consiste en captar intuiciones sensibles (datos
sensoriales de la experiencia -son lo mismo que la impresiones sensibles de las
que hablaba David Hume). Pero dichas intuiciones sensibles, según Kant, se
captan siempre de manera organizada según el
espacio y el tiempo, los cuales actúan como formas a priori de la sensibilidad, o intuiciones puras. Las intuiciones sensibles varían de un sujeto a
otro, ya que dependen de la manera en que percibimos las cosas. En cambio, las
intuiciones puras son universales (iguales para todos los sujetos) y necesarias
(están ahí siempre funcionando como telón de fondo para organizar los datos
sensibles e impedir que se presenten de manera caótica).
2º) La función del entendimiento
consiste en imponer conceptos. Cada
concepto es una determinada regla de
unificación de intuiciones, es decir, una norma que establecemos para
unificar datos captados por la sensibilidad. Los conceptos nos permiten
identificar los objetos que estamos percibiendo, asignarles un quid, un "qué-es-la-cosa". ¿De
dónde surgen los conceptos? Hume decía que se aprenden a través del hábito y de
la costumbre, son simples abstracciones y generalizaciones que establece el
entendimiento por la repetición de experiencias y por educación cultural. Pero
Kant considera que surgen a raíz de las categorías
o conceptos puros, que son nociones lógicas y puramente abstractas que
estructuran el entendimiento humano[5].
Todavía falta decir qué es la
razón según Kant, pero con lo de arriba ya podemos hacernos una idea de qué
piensa cuando afirma que "las intuiciones sin concepto son ciegas y los
conceptos sin intuición son vacíos". Sin contenido sensible, los conceptos
no tienen nada que "unificar", son vacíos, no identifican nada en
absoluto. Por otro lado, si a las intuiciones no se les impone un concepto, no
pueden informarnos de nada, ya que no sabríamos decir de qué nos informan.
Por lo tanto, para que haya
conocimiento, es imprescindible que se den a la vez los dos ingredientes:
intuiciones y conceptos. Kant denomina fenómeno
a la síntesis o unión de ambos. Y concluye que el único objeto de conocimiento
posible es el fenómeno. Por su parte, llama "noúmeno" a "la cosa
en sí", esto es, la realidad pura e independiente de la experiencia humana
que, a su juicio, resulta incognoscible.
Kant considera que los fenómenos
son intersubjetivos, es decir,
comprensibles para cualquier sujeto de conocimiento, porque están sintetizados
por facultades universales y necesarias, comunes y presentes en todo sujeto de
experiencia.
Esta tesis fundamental de la
filosofía kantiana pasó a llamarse la
revolución copernicana de la filosofía, ya que Kant cambió la manera de
entender el objeto de conocimiento. Hasta él, se pensaba que los objetos están
ahí, de forma independiente, para ser conocidos por el sujeto que se limita a
sacarlos a la luz. En cambio, Kant establece que el objeto de conocimiento es constituido por las facultades
(sensibilidad y entendimiento) del propio sujeto. Por lo tanto, el conocimiento
humano se encuentra limitado a conocer sólo aquello que está dentro de (y
conformado por) sus capacidades naturales. Ahora bien, como se trata de
facultades universales, los fenómenos son intersubjetivos
(no hay peligro de relativismo).
3º) La razón es una facultad que
permite generar "juicios". Todos los juicios teóricos (relativos al
conocimiento) tienen la forma básica "Sujeto es Predicado", ya que
son enunciados que versan sobre la verdad o la falsedad. Kant considera que hay
tres tipos de juicios teóricos:
a) los juicios analíticos (A es A*), donde A* es
información contenida de antemano en el sujeto y desplegada, mediante el
análisis, en el predicado. Por ejemplo: "todo cuadrilátero tiene cuatro
lados". Los juicios analíticos son tautológicos, es decir, siempre son
verdaderos, por ello son universales y necesarios, pero no añaden conocimiento,
sino que exponen lo que ya sabemos con otras palabras. En ellos sólo trabaja el
entendimiento, no la sensibilidad.
b) los juicios sintéticos a posteriori (A es B), donde B es
información nueva captada a través de la experiencia sensible. Por ejemplo,
"este cuadrilátero es rojo". Los juicios sintéticos a posteriori son particulares y
contingentes, pero siempre añaden conocimiento. En ellos se combinan la
sensibilidad y el entendimiento.
c) los juicios sintéticos a priori (A es B), donde B es
información nueva captada a través de la síntesis entre las intuiciones puras
(espacio y tiempo) y los conceptos del entendimiento. Al carecer de intuiciones
sensibles, los juicios sintéticos a
priori son universales y contingentes, y además añaden conocimiento, porque
combinan la sensibilidad (sólo mediante las intuiciones puras) y el
entendimiento. Kant considera que los juicios de las matemáticas (por ejemplo,
los de la geometría de Euclides) y de la física-matemática (las leyes de Newton)
son de este tipo.
Una vez establecida esta
descripción del conocimiento humano, Kant concluye que la metafísica (y la
teología) no pueden ser consideradas ciencias válidas, ya que versan sobre
"substancias" y "realidades en sí" (noúmenos) que superan o
trascienden la experiencia, y de las cuales no podemos obtener juicios
sintéticos, sólo, a lo sumo, juicios analíticos que no aportan conocimientos y
que funcionan presuponiendo la realidad de los conceptos (por ejemplo,
presuponiendo que Dios es un Ser Perfecto, decimos: Dios existe necesariamente,
ya que la existencia pertenece a su esencia).
Para Kant, el conocimiento humano
es finito (está limitado al conocimiento de fenómenos). Esta limitación, sin
embargo, es una garantía de la libertad en el ámbito práctico de la razón, ya
que no hay posibilidad de establecer "realidades en sí" que nos
dicten de antemano qué debemos hacer.
LA ÉTICA KANTIANA
La ética kantiana se plantea y
resuelve principalmente en su Crítica de
la razón práctica (1788). Previamente, en 1784, Kant había presentado
varias ideas en su Fundamentación para
una metafísica de las costumbres. Más tarde, ya en 1797, Kant escribe su Metafísica de las costumbres. Las tres
obras conforman el pensamiento ético kantiano y su filosofía del derecho.
Kant parte de un presupuesto:
supongamos que existe, en efecto, el "hecho moral", es decir,
acciones humanas susceptibles de ser juzgadas racionalmente desde un punto de
vista ético-práctico. Una vez asumido este presupuesto, Kant se pregunta: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad
del hecho moral? Es decir, ¿qué requisitos debemos contemplar con
anterioridad a una valoración ética de la conducta humana?
El requisito número uno, a juicio de Kant, es la libertad del individuo. Si no somos libres de actuar, es
inútil querer valorar nuestras acciones. Por el contrario, si somos libres,
quiere decir que nuestras acciones sólo responden a una causa: nuestra
decisión. La capacidad de tomar decisiones y actuar (libertad) genera ipso facto responsabilidad moral. Ambas
nociones, libertad y responsabilidad,
están íntimamente ligadas, y conforman lo que Kant denomina la "conciencia
moral".
Kant propone un análisis racional
de las decisiones, para determinar filosóficamente qué son, de qué tipos (si
los hay) y si es posible determinar la forma de las decisiones racionales.
En términos generales, Kant sostiene que la decisión es la "autoimposición"
de una máxima. Quiere esto decir que, cuando decidimos, lo que hacemos es
imponernos a nosotros mismos una orden o
regla de conducta (máxima). Dado que somos libres (si no, seríamos
incapaces de decidir), podemos siempre elegir y cambiar de máxima, incluso
elegir no tener ninguna y comportarnos siempre a tenor de las circunstancias.
Sin embargo, sea cual sea nuestra máxima tendrá que ser aplicable (por
principio) a infinidad de casos posibles (principio
de universalidad de la máxima). En caso contrario, ya no sería una máxima
(regla de conducta), sino un comportamiento técnico basado en el cálculo.
Por ejemplo: si elijo la máxima
"ayudar a mis amigos", esa regla tiene que ser aplicable a cualquier
circunstancia posible, de otro modo, vulneraría la misma regla que yo me
impuse. Pero, ojo, tal vez nunca se den las circunstancias precisas para que yo
ayude a mis amigos (porque no los tengo, porque han muerto o porque nunca
necesitan mi ayuda). Eso es indiferente a que yo sea fiel a mi máxima. Si no
soy fiel, puede significar dos cosas: o bien la he rechazado y sustituido por
otra, o bien la he sujeto a condiciones especiales. En este último caso, Kant
afirma que el individuo pervierte la condición de máxima (la universalidad), ya
que la hace depender de que se cumplan ciertas condiciones. Por ejemplo,
"ayudo a mis amigos" si y solo si me aseguran que me devolverán el favor
(aquí entraría en juego el cálculo de intereses y la técnica).
A partir de este análisis, Kant resuelve que hay dos tipos de
decisiones: los imperativos categóricos y los imperativos hipotéticos.
a) Los imperativos categóricos son decisiones auténticas que cumplen
la universalidad de la máxima (es decir, no la someten a ningún condicionante
externo).
b) Los imperativos hipotéticos son decisiones falsas o
"inauténticas" porque no cumplen la universalidad de la máxima, ya
que la sujetan a condicionantes externos.
Kant ofrece una serie de formulaciones del imperativo categórico,
de las cuales destacamos dos:
Obra de tal forma que tu máxima se convierta en ley universal.
Obra de tal forma que tomes a las personas como fines en sí mismos,
nunca como medios.
La primera formulación resalta
que el imperativo categórico respeta la naturaleza de toda máxima (su
universalidad).
La segunda formulación pone
énfasis en que los imperativos categóricos no son instrumentales, no funcionan
como medios para alcanzar un fin separado de la acción (en caso contrario,
serían imperativos hipotéticos).
El principio de universalidad de la máxima funciona como criterio
ético-racional para poner a prueba nuestras máximas y comprobar si son
verdaderamente máximas o no lo son. Por ejemplo, la mentira, dice Kant, no
puede convertirse nunca en máxima, porque no se puede universalizar sin caer en
contradicción (ya que para que exista la mentira, es necesario que funcione,
como regla general, decir la verdad).
Muchos filósofos, desde Hegel hasta utilitaristas como Stuart-Mill,
han criticado el formalismo y rigorismo de
la ética kantiana. Formalismo en cuanto a lo abstracto y vacío que resulta
el imperativo categórico (el principio de universalidad de la máxima es difícil
de aplicar a los casos concretos, y en la vida hay que decidirse en el acto,
sin tiempo para un análisis racional de las máximas). Por otra parte, se acusa
de rigorismo porque la persona queda voluntariamente "atada" a las
máximas, como un penitente que acepta el sometimiento incondicional al deber.
En general, se critica que la ética kantiana, al ser una ética formal, no
contempla elementos "deseables" que justifiquen la conducta humana,
como la felicidad o incluso el placer.
Sin embargo, Kant estaba convencido de que el único modo de asegurar la
dignidad humana era por medio de la libertad. Esta palabra, libertad, tiene dos significados o dos
niveles diferentes según Kant: el primer nivel es básico y elemental,
significa capacidad de decidir. En un segundo nivel, más profundo, libertad significa
hacernos verdaderamente libres a través de nuestras decisiones, y esto, según
Kant, sólo podemos lograrlo si no las sujetamos a condicionantes externos que
nos dicten qué hacer en cada caso.
Ya para acabar, conviene explicar
dos conceptos centrales de la ética
kantiana: la autonomía y la heteronomía morales.
a) Autonomía moral significa ser dueños de nosotros mismos, de nuestra
propia conducta. "Darnos la norma (la máxima) a nosotros mismos". En
sentido puro, sólo los imperativos categóricos logran verdadera autonomía
moral.
b) Heteronomía moral significa recibir la norma de fuera, no de uno
mismo. Los imperativos hipotéticos, aun cuando los elegimos nosotros, están
dictados en cierta medida por circunstancias y condiciones externas a nosotros
mismos. Por lo tanto, constituyen un tipo de heteronomía moral.
En cualquier caso, Kant insiste
en que la razón humana puede aplicarse también, como hemos visto, al ámbito
práctico. Es obvio que un niño todavía no ha desarrollado su racionalidad lo
suficiente como para poder aplicarla por sí mismo, por lo tanto deberá vivir
bajo una forma positiva de heteronomía (el aprendizaje en la escuela y la
tutela de los padres). Pero decimos que se trata de heteronomía positiva porque
tiene un objetivo claro: que el niño madure y sea capaz de conquistar su propia
autonomía.
BREVES APUNTES SOBRE FILOSOFÍA
DEL DERECHO KANTIANA
Según Kant, el único principio a priori que la razón humana puede establecer en materia de Derecho
es el siguiente: "Todo individuo es libre de hacer lo que quiera bajo
condiciones tales que cualquier otro, bajo esas mismas condiciones, pueda
también hacerlo". Se trata del principio de libertad recíproca que se
dan todos los individuos entre sí. Es una forma más compleja de desarrollar el
tópico de que "la libertad de uno termina donde empieza la libertad de
otro". Kant opina que el Derecho
racional consiste en desarrollar este único principio a priori bajo determinadas circunstancias empíricas. Por
ejemplo, las normas de tráfico desarrollan este principio en el ámbito de las
vías y caminos.
El a priori del Derecho
funciona igualmente como criterio de validez de Derecho: podemos examinar
racionalmente un conjunto de leyes para comprobar si efectivamente cumplen
dicho principio o bien están motivadas por otros principios, en cuyo caso ya no
serían racionales desde el punto de vista kantiano.
El a priori del Derecho está ligado a la defensa del liberalismo
político del que hablaremos más adelante.
Conviene señalar que Kant distingue muy claramente entre Derecho
y moral. El juez establece justicia aplicando leyes sobre la base del
Derecho vigente ante un supuesto caso de infracción o violación. Kant considera
que el juez jamás debe convertirse en juez moral del acusado. Antes bien, debe
limitarse a recopilar datos empíricos que prueben su culpabilidad, en cuyo
caso, significará ni más ni menos que el acusado ha infringido cierta ley (o
leyes) y que eso le acarrea cierta pena o castigo previamente establecido. Por
el contrario, el juicio moral valoraría la intencionalidad última de la
conducta del acusado, su verdadera naturaleza. Kant piensa que nadie tiene
capacidad de conocer "la cosa en sí", por lo tanto, cualquier juicio
moral sobre el "alma" del acusado es pura creencia, no conocimiento
válido.
Esta separación racional entre el
Derecho y la moral es otra de las grandes aportaciones de la filosofía kantiana
al pensamiento moderno y contemporáneo.
RESPUESTA A LA PREGUNTA: ¿QUÉ ES
ILUSTRACIÓN?
Hay tres expresiones clave que
estructuran la respuesta kantiana a dicha pregunta:
Sapere aude (¡Atrévete a saber!)
Dice Kant que este debe ser el
lema de la Ilustración, el reclamo por conquistar el librepensamiento y la
autonomía moral para no depender de "tutores" ajenos. El concepto
"tutor" se refiere a cualquier autoridad (bien sean moral o en
materia de conocimientos) que nos dicte qué hacer o qué pensar. Mediante su Crítica de la razón pura, Kant a
demostrado que el conocimiento humano es intersubjetivo, y que las facultades
del conocimiento (sensibilidad, entendimiento y razón) son universales y
comunes a todos.
Minoría de edad
Se refiere a la dependencia a una
tutela. El menor de edad no piensa ni actúa por sí mismo, sino que, por pereza
y cobardía, permite que otro(s) dirija(n) su entendimiento. La función de la Ilustración,
por tanto, debe ser "sacar al ser humano de la minoría de edad en donde se
encuentra por su propia culpa". Salir de la minoría de edad significa
conquistar la autonomía (es responsabilidad de cada uno).
El uso público de la razón
La razón humana, tanto en su
vertiente teórica como práctica, es intersubjetiva, universal en el sentido de
que es común a todo ser humano. Por lo tanto, el uso de la razón, por
definición, es abierto al público (abierto al debate, a la discusión y a la
crítica racionales).
LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA
KANTIANA: EL OPTIMISMO ILUSTRADO, "EL SIGLO DE FEDERICO", EL
LIBERALISMO Y "LA PAZ PERPETUA".
Kant no repara en elogios a su
monarca Federico II de Prusia, un déspota absoluto[6] que introdujo el
liberalismo y favoreció la Ilustración en el mundo germano tras haber sido
encandilado por ese movimiento cultural de origen francés. Es tanto su elogio
que un pasaje de su "Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración?"
afirma que bien se puede llamar al siglo de la Ilustración "El Siglo de
Federico".
La Ilustración es una corriente
cultural, política y social que persigue la transformación de Europa mediante
el abandono definitivo de las estructuras del Antiguo Régimen en pro de una
apertura a un nuevo modo de configurar la sociedad basándose en la razón, el
progreso económico, cultural y social por medio de las libertades individuales
y políticas. La Ilustración está íntimamente ligada al auge de la burguesía.
Los ilustrados fueron intelectuales de toda clase: filósofos, científicos,
historiadores, juristas, periodistas, artistas... En cierto sentido, es un
movimiento socio-cultural, con pretensiones políticas, donde eclosionan los
nuevos ideales de la modernidad que reclaman la salida del oscurantismo medieval, el fin de la Inquisición, el fin de las
estructuras jerárquicas de las viejas monarquías, el fin del férreo control
religioso de la educación... Hay ilustrados revolucionarios (como Rousseau y
Voltaire) que persiguen la ruptura radical y otros más reformistas (como Kant)
que confían en que los absolutismos monárquicos se amolden a las nuevas
exigencias de la sociedad. En cualquier caso, todos comparten, en cierta
medida, los ideales del liberalismo político.
El liberalismo político consiste
en la defensa de derechos y libertades individuales (libertad de culto, de
pensamiento, de expresión), así como en la defensa de derechos y libertades
políticas (reclamo de la burguesía para formar parte del poder político).
Los elogios de Kant hacia
Federico II de Prusia se deben a la serie de derechos y libertades que otorgó a
sus súbditos. Aún más, Kant confía en que Federico será capaz de aceptar que
esos mismos súbditos tengan libertad política para reformar y criticar
públicamente las leyes monárquicas. El optimismo kantiano es doble: por un
lado, confía en que su país no precisa de una revolución; por otro lado, cree
que, abiertas las puertas del liberalismo, su país, así como buena parte de
Europa, se encaminarán hacia una época más racional y por ello más civilizada.
En otro famoso escrito de Kant, La paz perpetua, publicado en 1795, Kant
reflexiona sobre la necesidad de un uso público de la razón en materia de
Derecho Internacional. Hay dos formas de conseguir la paz perpetua en Europa,
dice Kant: la primera es la paz del cementerio, por medio de la guerra y el
aniquilamiento. La otra posible es mediante la redacción de un Derecho
Internacional que regule las relaciones y conflictos entre naciones para evitar
la guerra y al que se apele en caso de disputa. Esa redacción sólo es posible
en la medida en que los diversos países participen activamente de la razón
intersubjetiva. Con estas ideas, Kant se convierte en uno de los principales
precursores modernos del Derecho Internacional, de los Derechos Humanos, de la
Unión Europea e, incluso, de la O.N.U.
[1] Actual Kaliningrado, en Rusia.
Königsberg fue la ciudad más septentrional de la antigua Prusia Oriental, en la
costa del mar Báltico. El puerto comercial de Königsberg era un centro de
reunión de viajeros procedentes de múltiples regiones europeas y lugar de
intercambio de ideas. A pesar de no abandonar nunca su ciudad natal y lejos de
caer en un visión provinciana, Kant demuestra un pensamiento europeísta y
cosmopolita sobresaliente en su época.
[2] Por
ejemplo, si vemos la puerta de clase, ese objeto material es captado por
nuestra sensibilidad de forma organizada: las impresiones sensibles se
organizan en torno al concepto "puerta" que hemos aprendido
culturalmente. Locke decía que las impresiones sensibles emanan de una substancia
material y son captadas por nuestros sentidos. Esa substancia aseguraba la
objetividad del conocimiento humano, ya que sería idéntica para todos los
observadores. Hume opina que no es posible determinar de dónde proceden o de
qué emanan las impresiones sensibles. Simplemente las captamos tal y como se
nos presentan, pero nadie tiene la capacidad de evadirse de su sensibilidad
para "ver" de dónde surgen. Decir que las impresiones son
irreferenciales es lo mismo que decir que sólo se refieren a ellas mismas: la
impresión "puerta" se refiere sólo a sí misma, es decir, a su modo de
darse en la sensibilidad. Nadie podrá conocer jamás "la puerta en sí"
de manera independiente a la sensibilidad con que se capta.
[3] Las echó
por tierra porque las verdades racionalistas nunca se podrían demostrar
empíricamente, en la experiencia.
[4] Los
empiristas Locke y Berkeley fundamentaban la objetividad del conocimiento
humano, respectivamente, en una substancia material y en una substancia
espiritual. En ambos casos, el origen de dichas substancias sería creación de
Dios. Con este razonamiento metafísico trataban de contrarrestar las
consecuencias relativistas y escépticas que se desprendían de su empirismo (ya
que, al argumentar que el conocimiento humano se construye a partir de la experiencia
y las impresiones sensibles, ¿cómo demostrar que la experiencia es objetiva, la
misma para todos?)
[5] Kant
establece una lista de doce categorías, analizando todos los tipos de
enunciados que se conocían en la lógica de su tiempo (básicamente, se trataba
de la lógica aristotélica). Dado que el razonamiento humano funciona a través
de la lógica, Kant consideró que un análisis de los juicios lógicos permitiría
comprender cuáles son los conceptos puros (o categorías) con las que funciona
el entendimiento humano. Por ejemplo, estudiando los tres juicios de cantidad:
"todo A es B", "algún A es B" y "sólo un A es B",
establece tres conceptos puros respectivamente: "unidad",
"pluralidad", "totalidad". O, por ejemplo, cuando estudia
los tres juicios de modalidad: "A es necesariamente B", "A es
realmente B" y "A es posiblemente B", Kant encuentra las
correspondientes categorías: "necesidad", "existencia" y
"posibilidad".
[6] Junto
con el rey de Austria, fue uno de los principales representantes del llamado
despotismo ilustrado propio del siglo XVIII.
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