martes, 3 de noviembre de 2015

TEMA DE PLATÓN

PLATÓN

1. VIDA Y OBRAS (Consultar manual de los Ochos filósofos y apuntes de clase para completar).
Vida:
-Familia aristocrática
-Contexto histórico: Guerras del Peloponeso, dictadura de los Treinta Tiranos, reposición de la democracia ateniense.
-Discípulo de Sócrates.
-Impactado por la condena a muerte de su maestro.
-Viajes (primero esperanza y luego desencanto).
-Regreso a Atenas: fundación de la Academia.
Obras:
-Desarrolla un género único: los dialogoi (diálogos).
-Los diálogos son conversaciones escritas entre diversos personajes (contemporáneos de Platón e históricos). Las reuniones son, presumiblemente, ficticias.
-Los diálogos de Platón cumplen una función pedagógica: transmitir el conocimiento filosófico de las ideas.
-La obra de Platón se clasifica en cuatro etapas: diálogos de juventud (fuerte presencia del pensamiento socrático); diálogos de transición (Platón comienza a desarrollar su propio pensamiento); diálogos de madurez (donde su pensamiento se desarrolla por completo; aquí se ubica la República); diálogos de vejez (en los que realiza una autocrítica filosófica).
-Cabe añadir que Sócrates lleva la voz cantante en la mayoría de diálogos y Platón jamás aparece como personaje.
-Influencias filosóficas: por encima de todo Sócrates (en especial la mayéutica y la crítica a los sofistas) y, en segundo lugar, los presocráticos (en especial Heráclito, Parménides y los pitagóricos).
2. ESTRUCTURA DEL IDEALISMO PLATÓNICO:
En conjunto, el pensamiento de Platón se denomina idealismo[1]. Pero su riqueza le permite abarcar diversas ramas de la filosofía:
a) Ontología[2]: es la rama de la filosofía que se pregunta cuál es el fundamento último de la realidad o cuáles son sus condiciones de posibilidad. Platón recoge, en este sentido, la pregunta presocrática sobre el arjé del cosmos, a la vez que intenta contraatacar el relativismo y escepticismo de los sofistas. Su propuesta en este terreno es el dualismo ontológico, i.e., la división entre mundo sensible y mundo inteligible, así como el papel de arjé que atribuye a las ideas.
b) Epistemología[3] (o Teoría del Conocimiento): esta rama de la filosofía estudia la naturaleza de la verdad o, lo que es lo mismo, las condiciones de posibilidad y fundamentos del conocimiento humano. En Platón, la epistemología está totalmente ligada a la ontología. Aquí debemos situar la gradación del conocimiento en cuatro niveles, desde los más engañosos hasta el más verdadero. Igualmente, la epistemología platónica es una respuesta al relativismo y escepticismo sofistas.
c) Antropología[4]: esta palabra recoge todas las respuestas de la filosofía platónica a la pregunta "¿qué es el ser humano?"; principalmente el dualismo alma-cuerpo, las tesis sobre la inmortalidad y transmigración de las almas. En relación a estas últimas, Platón elabora la teoría epistemológica de la reminiscencia (que incluimos en la antropología platónica porque sólo aquí resulta comprensible).
d) Ética[5]: en Platón, intenta responder a la siguiente pregunta: "¿qué es la virtud?". Configura su propuesta a partir de la división tripartita del alma. Por otro lado, como señalan por mutuo acuerdo los personajes de la República, el objetivo de la ética es definir la justicia en el ser humano para hacernos una idea de cómo debe ser la justicia en la polis. De esta forma, la ética platónica se convierte en antesala de su filosofía política.
e) Filosofía Política[6]: aquí debemos presentar la estructura de la polis ideal platónica, así como su clasificación de formas de gobierno (justas e injustas). Habrá que ver en qué medida Platón defiende una dictadura del "rey filósofo" o bien un modelo ideal (en sí mismo irrealizable) que sirva de criterio normativo para la crítica política de las diversas polis reales.
3. ONTOLOGÍA PLATÓNICA
Según Platón, el pensamiento sofista conduce la idea de que "las cosas son lo que los hombres dicen que son". El relativismo y el escepticismo comportan que la verdad no existe, pues depende de nuestro punto de vista y de convencionalismos culturales (nómos). En este sentido, contra los sofistas, Platón se pregunta qué es lo que puede hacer que las cosas sean independientemente del ser humano, en otras palabras: ¿cuál es el fundamento (o condiciones de posibilidad) de la realidad?
En efecto, Platón se percata de que todas las cosas (caballos, nubes, casas, sueños, etc.) son diferentes entre sí, y no sólo en el sentido de que "caballo no es nube", sino que los caballos (sean reales o imaginarios) son siempre diversos entre sí, nunca son iguales (del mismo modo, las casas, los sueños, las nubes...). Sin embargo, piensa Platón, debe haber algo responsable de que, a pesar de la multiplicidad de caballos concretos, podamos reconocer que todos son, efectivamente "caballos", y no "nubes" o "casas". Dicho de otra forma: según Platón, debe haber algo que otorgue unidad a la multiplicidad de cosas, y que imponga identidad en la diferencia. Ese "algo" que nos brinda "identidad" y "unidad" es, a su juicio, la "idea". En el ejemplo, la "idea caballo", "la idea nube", "la idea sueño", etc. En suma, las ideas platónicas son las definiciones del carácter de ser de los entes concretos.
De entrada, lo que vemos y encontramos en nuestra vida cotidiana son siempre cosas concretas (entes), jamás nos topamos con "ideas". Por eso, concluye Platón, la realidad debe ser una estructura de dos mundos separados: el sensible (el de las cosas concretas, múltiples y diferentes)[7] y el inteligible (el de las ideas universales que otorgan unidad e identidad)[8]. En este sentido, las ideas cumplen el papel de arjé del cosmos, son el principio rector gracias al cual la realidad es ordenada y no puro caos.
Ahora bien, a Platón no le interesa en absoluto describir y enumerar todas y cada una de las ideas que configuran el mundo, tarea que no tendría fin. Sólo le importa una cosa: ¿podemos definir las ideas? En cierta medida, Platón se pregunta: si las ideas son las definiciones del carácter de ser de los entes, ¿es posible encontrar "la idea de las ideas", o sea, la definición del carácter de ser de todas las ideas? En tal caso, conocer la idea de las ideas nos brindaría el conocimiento del fundamento último de la realidad. Platón responde afirmativamente y nos dice: el carácter de ser de todas las ideas consiste en la Justicia, el Bien y la Belleza. Veamos qué significado atribuye a estas palabras:
a) La Justicia, según Platón, es el equilibrio entre las partes de la idea, es decir, que cada parte se encuentre en el lugar que le corresponde. Este equilibrio es lo único que asegura unidad e identidad en la idea. Por ejemplo, si descomponemos la idea de abeja en sus partes, tenemos una estructura anatómica determinada, un comportamiento determinado, un hábitat determinado, etc. Las partes de la idea de abeja no sólo indican sus componentes físicos, sino todo aquello que caracteriza el ser de las abejas (la colmena, la recolección de néctar, etc.). Si todos estos componentes no estuviesen en el lugar que les corresponde, tendríamos, por decir algo, mariposas en lugar de abejas.
b) El Bien, según el pensamiento platónico, significa "excelencia en el comportamiento". La excelencia se dice en griego areté, "virtud". Platón razona que el resultado de la justicia es el bien, pues allí donde hay equilibrio y cada parte cumple su función el comportamiento resultante es virtuoso y excelente.
c) La Belleza, en Platón, está relacionada con el famoso concepto de "amor platónico" y con la contemplación filosófica de las ideas. Platón alude a la belleza para referirse a la justicia y al bien inherentes a las ideas. Por tanto, no se trata de apreciar la belleza en las cosas concretas (lo que sería, para Platón, amor superficial), sino contemplar el equilibrio interno y la excelencia a la que apuntan todas las ideas.
En definitiva, para Platón los conceptos "justicia", "bien" y "belleza" constituyen el criterio de validez ontológico, es decir, el fundamento de la realidad que nos permite juzgar los entes concretos sin caer en el relativismo ni en el escepticismo de los sofistas. Pongamos como ejemplo a dos famosos caballos: Bucéfalo (el caballo de Alejandro Magno) y Rocinante (el caballo de Don Quijote), dejando claro, eso sí, que Platón jamás los conoció. Si aplicamos la ontología platónica tendríamos que:
-Bucéfalo cumple casi a la perfección la idea de caballo, porque es equilibrado y tiene un comportamiento excelente.
-Rocinante se aleja muchísimo de la idea de caballo porque es desequilibrado y su comportamiento es, en consecuencia, defectuoso.
Para Platón, todos los entes concretos son copias de las ideas, ejemplares más o menos próximos a su idea. Este pensamiento genera una concepción aristocrática de la realidad: las cosas se jerarquizan según su grado de participación (o de proximidad) a las ideas. Aquí debemos situar la crítica platónica a las obras de arte: a su juicio, los artistas crean copias de las copias, porque imitan entes concretos, nunca ideas. Podemos finalizar la ontología platónica estableciendo la jerarquía de lo real en el pensamiento platónico (para bien, podemos representarlo en forma de pirámide ascendente; aquí, sin embargo, enumeraremos los grados de realidad en forma descendente, de lo menos a lo más real):
-Arte (según Platón, las obras de arte son copias de las copias).
-Entes concretos (copias de las ideas).
-Ideas (definiciones del carácter de ser de los entes concretos).
-Idea de las ideas (la Belleza, la Justicia y, por encima de todo, el Bien; los tres conceptos configuran el carácter de ser de todas las ideas).

Resta una última cuestión sobre la ontología platónica: la figura del Demiurgo. En el diálogo Timeo, Platón trata de resolver el problema de cómo interactúan los dos mundos, ya que, según se ha dicho, la barrera entre ambos es ontológicamente infranqueable. El Demiurgo es un dios creador que, a diferencia del Dios judeo-cristiano, no crea el mundo a partir de la nada, sino que construye el mundo sensible moldeando la materia amorfa y contemplando las ideas como modelo. Es como un escultor o un alfarero. Esa materia sin forma es, según se dice en el Timeo, eterna, al igual que el mundo inteligible[9].

4. EPISTEMOLOGÍA PLATÓNICA:
La epistemología platónica se basa en una distinción conceptual ofrecida por Heráclito y Parménides, a saber: la diferencia entre saber y opinión. Platón considera que la verdad (aletheia) consiste en la contemplación de las ideas y en eso radica el auténtico saber. Por otro lado, la opinión es tan sólo el conocimiento de entes concretos, no de las ideas que los gobiernan.
La contemplación de las ideas (noesis) está asociada al entendimiento humano, de ahí que Platón nos hable del mundo inteligible. Por el contrario, el mero saber de entes (la opinión, doxa) está asociado a la sensibilidad humana (de ahí, mundo sensible).
Hay dos aspectos fundamentales de la epistemología platónica que comentaremos a continuación: en primer lugar, la jerarquización o gradación del conocimiento humano; en segundo lugar, la importancia de la dialéctica.
En el libro VI de la República, Platón nos presenta (en boca de Sócrates) el famoso símil de la línea, que representa los cuatro grados del conocimiento humano[10]. Los dos primeros pertenecen al conocimiento del mundo sensible (es decir, constituyen la doxa); los dos últimos se refieren al conocimiento del mundo inteligible (y configuran lo que Platón llama episteme). Veámoslos de uno en uno.
1º) Eikasía ("conjetura"). Se trata del nivel elemental de conocimiento, el más básico y, por ello, el más falible. Las conjeturas se basan en presupuestos que no examinan.
2º) Pístis ("creencia justificada"). En este segundo nivel se conocen los entes concretos y, por lo tanto, las creencias se justifican a tenor de lo observado. Aquí es donde Platón situaría la ciencia basada en la observación, por ejemplo, la biología, la geología y la química (pero recordemos que en la Grecia clásica no existe todavía la ciencia moderna).
3º) Dianoia ("razonamiento matemático"). Según Platón, con las matemáticas nos adentramos en el mundo inteligible, porque su capacidad de abstracción nos permite evadirnos de las cosas concretas[11]. En matemáticas se razona a partir de relaciones, funciones y propiedades lógicas y abstractas, para las cuales no se precisa de sensibilidad. La dianoia consiste en deducir consecuencias necesarias a partir de una serie de axiomas.
4º) Noesis ("intelección de ideas"). Según Platón, la noesis consiste en intuir (mediante el intelecto) el ser de las ideas. Funciona de manera ascendente, por abstracción e inducción a lo largo del proceso dialéctico, que describiremos a continuación. Este cuarto nivel es el más cercano a la verdad, ya que culmina con la intelección de la idea de Bien.
La dialéctica, en Platón, es el método con que desarrolla su filosofía y, por lo tanto, el vehículo para la noesis. El método dialéctico es completamente deudor de la mayéutica socrática, con una salvedad importante: Sócrates nunca pasó por escrito sus ideas, pues se dedicaba a que sus discípulos "alumbrasen" sus propios pensamientos. Por el contrario, Platón nos presenta su pensamiento a través de la dialéctica. Veamos en qué consiste.
Al igual que la mayéutica, la dialéctica funciona como una destrucción incesante de hipótesis. Se busca la definición exacta de una idea, por ejemplo, en la República se trata de definir la justicia. A partir de ahí se van presentando a lo largo del diálogo una serie de respuestas provisionales (hipótesis), que son examinadas y puestas a prueba. En la dialéctica platónica (igual que en la mayéutica), todas las hipótesis son eliminadas racionalmente. Para los sofistas, esto demuestra que la verdad no existe o bien no se puede conocer. Para Platón, en cambio, al igual para Sócrates, la continua destrucción de hipótesis revela el carácter de ser de las ideas, que se resisten a ser almacenadas en un simple pensamiento que podamos guardarnos en el bolsillo. De este modo, la idea de justicia, por ejemplo, no se alcanza en la definición, sino en la sabiduría del gobernante filósofo (el único capaz de discernir, caso por caso, qué es justo y qué no lo es). Del mismo modo, la virtud no consiste (según Platón) en seguir a pies juntillas el "manual" o las "instrucciones" para ser virtuoso, sino en el saber comportarse de forma excelente sin imitar a nadie.
Se suele caracterizar la dialéctica platónica en dos recorridos: ascendente y descendente. La dialéctica ascendente consiste en captar o intuir (vía noesis) la idea a través del proceso dialéctico. La dialéctica descendente consiste en la lucidez del sabio que es capaz de regresar al mundo sensible tras haber contemplado las ideas.
5. ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA
En consonancia con la ontología, Platón afirma que el ser humano es una dualidad sensible-inteligible. La parte sensible es el cuerpo. La inteligible, el alma. Por tanto, el alma es la idea de ser humano, su auténtica definición, y ha de constar exactamente con los mismos atributos de todas las ideas: ha de ser inmutable, eterna, idéntica a sí misma, necesaria...
Para Platón, el cuerpo es la cárcel del alma, nos arrastra al mundo sensible (la sensibilidad pertenece al cuerpo). Por el contrario, el entendimiento radica en el alma y nos sirve de puente para contemplar el mundo de las ideas.
Cabe decir que Platón define el proceso de conocimiento (desde la ignorancia a la sabiduría) como una experiencia de dolor en donde el alma se va liberando poco a poco de la servidumbre del cuerpo. A este proceso lo llama ascesis, purificación del alma de todo elemento sensible[12].
Por otra parte, de la antropología platónica se desprende la tesis de la inmortalidad del alma, ya que, como idea, es eterna e imperecedera. En este sentido, Platón entronca con el pitagorismo. Y de los pitagóricos Platón tomará la tesis sobre la transmigración de las almas (cuando muere el cuerpo, el alma, según Platón, regresa al mundo de las ideas, y luego desciende nuevamente a otro cuerpo, así en un viaje constante).
Por último, debemos explicar la teoría de la reminiscencia. Se trata de una teoría epistemológica que sólo se aclara a la luz de la antropología. Según Platón, todo conocimiento (toda noesis) es un reconocimiento, un recuerdo del tiempo en que el alma habitaba el mundo de las ideas previa caída al cuerpo sensible.
6. ÉTICA PLATÓNICA
En cierto pasaje de la República, Platón presenta (como siempre, en boca de Sócrates) una metáfora para explicar las tres partes del alma humana. Imaginémonos una figura humana. Si descendemos a la zona del vientre, encontraremos una hidra de múltiples cabezas. Si ascendemos al corazón, veremos un león. Y si continuamos hacia arriba, en la cabeza, veremos una figura humana. La hidra representa los apetitos, los deseos, ya que sus múltiples cabezas desean comerlo todo a la vez y en todas direcciones. El león simboliza la territorialidad del sentimiento, pues los estados de ánimo son como círculos donde nos asentamos y desde los cuales resulta difícil salir. Por último, la figura humana que encontramos en la cabeza ("un hombre dentro del hombre"), es el símbolo de aquello que nos distingue del resto de animales, a saber: la razón.
La división tripartita del alma platónica reza así:
1º) La parte concupiscible, responsable de los apetitos y los deseos, instalada (metafóricamente) en el vientre.
2º) La parte irascible, responsable de las pasiones y los sentimientos, ubicada en el corazón.
) La parte racional, responsable de nuestra inteligencia, situada en la cabeza.
El estudio de las tres partes del alma puede incluirse perfectamente en la antropología platónica. Nosotros preferimos presentarla en la ética por su estrecha relación con las virtudes. Según Platón, todas las virtudes dependen en mayor o menor medida de la parte racional, ya que es la única que tiene capacidad para gobernar los sentimientos y los apetitos. Así pues tenemos que:
1º) El control racional de los apetitos configura la virtud de la templanza.
2º) El control racional de los sentimientos y de las pasiones configura la virtud de la fortaleza.
3º) El autocontrol racional del pensamiento (la depuración de prejuicios) constituye la virtud de la sabiduría.
Por encima de las tres virtudes que acabamos de presentar, hay una cuarta que es más importante porque contiene y presupone a las otras tres: la justicia o "virtud de las virtudes". Según Platón, la justicia se desarrolla mediante el equilibrio entre las partes del alma (equilibrio que sólo puede lograrse mediante el control racional de la sabiduría). El ser humano justo -es decir, aquel que tenga su alma perfectamente equilibrada- actuará de forma excelente y realizará el Bien.
Es famoso el mito del carro alado como representación de la ética platónica. El mito nos presenta a un auriga pilotando un carro alado tirado por dos caballos, uno negro y otro blanco. El negro representa el alma concupiscible, el blanco la irascible y el auriga la parte racional. Los caballos, en especial el negro, intentan desestabilizar el carro y precipitarlo al vacío. El auriga debe luchar para mantenerlos en la senda.

7. FILOSOFÍA POLÍTICA DE PLATÓN
Toda la filosofía platónica, desde su ontología hasta su ética, se dirige a una sola cuestión: ¿qué es la justicia? ¿Podemos llegar a definirla de forma verdadera? Tras el impacto causado por la muerte de Sócrates, el joven Platón se preguntó cómo pudo la democracia ateniense condenar a la persona posiblemente más sabia y más justa de su tiempo. Encontró la respuesta en el intelectualismo moral (el mismo que había defendido Sócrates): la ignorancia de la gente. De hecho, la primera conclusión que debemos extraer de la filosofía platónica es que el filósofo está moralmente obligado a servir al Bien de la polis, puesto que la sabiduría le otorga el verdadero conocimiento de la Justicia.
En su etapa de madurez, Platón desarrolla por completo su pensamiento político. La República nos presenta una polis ideal encaminada a la Justicia y al Bien que sirva de modelo normativo o de referencia para criticar racionalmente las formas reales de gobierno. Obviamente, no basta con decir que la polis ideal será aquella en la que sus ciudadanos sean virtuosos. Porque, según Platón, en toda polis los habitantes están obligados a cumplir una serie de funciones para garantizar su supervivencia, y esto debe reflejarse igualmente en la polis imaginaria.
Al igual que el alma humana, la polis ideal platónica también consta de tres partes:
1º) Ligados a la parte concupiscible del alma humana, Platón presenta a los productores, como los únicos responsables de garantizar la autarquía de la ciudad (esto es, su independencia económica). Por tanto, los productores deben procurar alimentos y dedicarse a la reproducción de la especie (son los únicos destinados, según Platón, a tener familia y procrear). La virtud asociada a los productores será la templanza.
2º) Relacionados con la parte irascible, aparecen los guardianes. Son los protectores de la ciudad, encargados de mantener el orden (cumplimiento de leyes) y la defensa frente al enemigo extranjero. Su virtud característica será la fortaleza.
3º) En relación a la parte racional, están los gobernantes, guardianes de los guardianes, a los que Platón encomienda el poder político (dictar leyes y decidir el destino de la polis). La virtud de los gobernantes ha de ser la sabiduría, de ahí que, en la polis ideal, sean filósofos.
Uno de los aspectos más criticados de la filosofía platónica -además de la "dictadura del rey filósofo" (es decir, además de haber afirmado que sólo los filósofos están legitimados para gobernar)- es el proceso de selección de funciones "políticas" que se presenta en la República, donde se decide cómo los diversos habitantes pasan a ocupar el puestos de productores, guardianes o gobernantes. Se trata de un sistema educativo obligatorio al que se someterían por igual todos los hombres y mujeres de la ciudad desde niños. La polis quitaría la custodia a los padres e insertaría a las nuevas generaciones en ese sistema educativo multidisciplinar (gimnasia, gramática, geometría...). En función del grado de aprendizaje, los habitantes quedarían determinados a ser productores, guardianes o gobernantes. Estos últimos serían los únicos capaces de alcanzar el último nivel del sistema educativo: la dialéctica.
En todo caso, al final de la República todos los participantes del diálogo convienen que tal polis ideal sólo tiene cabida en la imaginación y, a lo sumo, podría servir de modelo de crítica. Es decir, sea cual sea el tipo de gobierno que nos encontremos, la cuestión será si los gobernantes son sabios, si los productores son "templados" o si los defensores tienen "fortaleza", en suma, si cada uno ocupa el lugar que le corresponde.
Por último, cabe anotar que el diálogo República recoge en cierto pasaje una clasificación famosa de formas de gobierno. Platón considera que hay formas justas e injustas. Las primeras persiguen el Bien común de la polis; las segundas, en cambio, persiguen intereses particulares. Así, tenemos que:
a) La monarquía ("el gobierno del mejor") y la aristocracia ("el gobierno de los mejores") son justas porque sus gobernantes son virtuosos y realizan el Bien.
b) La tiranía (degeneración de la monarquía), la oligarquía (degeneración de la aristocracia) y la demagogia (degeneración de la democracia) son injustas porque sus gobernantes se alejan de la virtud y persiguen su propio beneficio.
La crítica de Platón a la democracia es otra de las cosas que se le suelen echar en cara en la actualidad. Sin embargo, lo que detesta Platón es la demagogia, esto es, el dominio del demagogo que logra persuadir a una ciudadanía ignorante para servir a sus propios intereses. Platón, posiblemente por su experiencia amarga en Atenas, no albergó grandes esperanzas en la democracia[13].
8. APÉNDICE: SÍMBOLOS DE LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA
En el libro VII de la República, Platón introduce (en boca de Sócrates) su famosa alegoría de la caverna. De entrada, esta alegoría ilustra el paso de la ignorancia a la sabiduría a través de los cuatro grados del conocimiento. Pero también contiene símbolos que hacen referencia a la ontología (dualismo sensible-inteligible), a la antropología (sensibilidad del cuerpo frente a entendimiento del alma), a su ética (autocontrol racional de los deseos y de los sentimientos) y a su filosofía política (el deber político que asume el filósofo). Tratemos de explicar los principales símbolos de la alegoría en cada rama del idealismo platónico:
a) Ontología:
-Caverna: representa el mundo sensible.
-Sombras de la pared: representan las apariencias de los entes concretos. Podríamos incluir aquí las obras de arte.
-Objetos que circulan por delante de la hoguera: representan los entes concretos.
-Exterior de la caverna: simboliza el mundo inteligible.
-Cosas iluminadas en la luz nocturna y reflejos en el agua: representan las entidades matemáticas.
-Cosas iluminadas por el Sol: las diversas ideas.
-Sol: idea de las ideas.
b) Epistemología:
-Caverna, sombras y objetos: representan el ámbito de la doxa (es decir, lo que podemos conocer a través de la opinión).
-Cadenas: representan la sensibilidad que nos ata al mundo sensible.
-Hoguera: representa la doxa, la opinión (pues es lo que nos permite ver sombras y objetos en el interior de la caverna).
-Salida ascendente y escarpada: representa el abandono dificultoso del conocimiento sensible (es decir, el abandono de la doxa).
-Dolor que siente el prisionero al ascender (y también el dolor que siente desde que es liberado hasta que sus ojos terminan de acostumbrarse a la luz del día en el exterior): simboliza la ascesis del alma a través del conocimiento (purificación y purga de todo elemento sensible).
-Exterior de la caverna: el ámbito de conocimiento de la episteme.
-Ver las cosas iluminadas en la noche y reflejos en el agua: las entidades matemáticas.
-Ver las cosas iluminadas por el Sol: la intelección de ideas.
-Ceguera que produce el Sol al intentar contemplarlo en sí mismo: representa la necesidad de una dialéctica descendente, es decir, la necesidad de no quedarnos en la contemplación noética. Esa necesidad la provoca la propia naturaleza de las ideas (su carácter inaprensible, el hecho de que no podamos capturarlas en una definición exacta). Las ideas sólo generan lucidez (sabiduría) cuando iluminan las cosas, o sea, cuando se redirigen al mundo de los vivos.
-Actitud de rechazo y mofa de los prisioneros ante el regreso del filósofo: simboliza la ignorancia establecida y no reconocida, es decir, los prejuicios que campan a sus anchas en la doxa.
c) Antropología:
-Caverna: simboliza el cuerpo como cárcel del alma.
-Cadenas: simbolizan la sensibilidad del cuerpo que mantienen el alma atada al mundo sensible.
-Ascenso desde la caverna al exterior y dolor experimentado: simboliza la separación del alma durante el proceso de conocimiento. La renuncia a todo lo corporal y sensible.
-Exterior: la naturaleza ideal del alma humana.
d) Ética:
-Ascenso doloroso: podría interpretarse, desde la ética platónica, como el autocontrol racional de las pasiones y los sentimientos de los que resulta difícil liberarse.
-Determinación de regresar a la caverna para liberar al resto de prisioneros: podríamos decir que el alma justa (equilibrada), sabe perfectamente cómo debe comportarse y se determina a hacer el Bien, encaminándose, con ello, a la política.
e) Filosofía política:
-Determinación de liberar al resto de prisioneros: simboliza el deber político que asume el filósofo una vez ha comprendido la naturaleza del Bien y de la Justicia. Pensemos que el conocimiento ontológico de las ideas le brinda sabiduría (o lucidez) necesaria para saber qué hacer en cada caso (y esta es la virtud que se le reclama a todo buen gobernante).
-Rechazo de los prisioneros: representa el declive de la democracia en la demagogia y, en último término, la condena a muerte de Sócrates.



[1] Algunos lo llaman "realismo exagerado", precisamente por considerar que las ideas son "más reales" que las cosas sensibles.
[2] La palabra "ontología" proviene del griego tà onta (lo ente, las cosas) y logos (decir relevante, razón).
[3] "Epistemología" deriva del griego episteme (ciencia, conocimiento) y logos.
[4] El término "antropología" está formado por anthropos (humano) y logos.
[5] La palabra "ética" procede del griego ethos, palabra de difícil traducción. Se suele hablar del ethos de un pueblo o de una persona para referirse a su "manera de ser o de afrontar la vida". En todo caso, la ética es el estudio filosófico de la moral (siendo la moral el conjunto de hábitos, comportamientos y conductas inherentes al ser humano que vive en sociedad). Por eso, la ética también se denomina "filosofía moral".
[6] "Política" es también un vocablo griego que designa todo aquello que es "asunto de la polis", es decir, todo lo que atañe a la ciudad y debe ser considerado a debate.
[7] Antes de conocer a Sócrates, Platón fue discípulo de Crátilo, un filósofo seguidor de Heráclito. Tomará una serie de conceptos de la filosofía heraclítea para caracterizar el mundo sensible: multiplicidad o diversidad, movimiento o mutabilidad, contingencia y caducidad. Recordemos que "contingente" se dice de aquello que puede ser o no ser, por ejemplo: lloverá en Ceuta dentro de sesenta días. Platón cree que los entes son contingentes por la misma razón que son caducos: los entes nacen, se desarrollan y mueren, no son eternos y lo que hoy es perro, mañana puede ser pasto para los gusanos (por ejemplo).
[8] Por otra parte, Platón se ve influido en gran medida por la filosofía de Parménides a la hora de caracterizar el mundo inteligible: las ideas son, al contrario que los entes concretos del mundo sensible, eternas, únicas (lo contrario que múltiples), idénticas a sí mismas (lo contrario que diversas), necesarias (lo contrario que contingentes), inmóviles e inmutables.
[9] El diálogo Timeo plantea una cosmología, una respuesta al origen del cosmos. La filosofía medieval encontrará en el Demiurgo la intuición platónica de la existencia de Dios. Pero sobre esta figura caben muchas interpretaciones, por ejemplo: ¿puede el ser humano llegar a ser un Demiurgo que continuamente ordene y organice el mundo sensible a partir de las ideas? Como veremos en el próximo apartado, Platón considera que la mayoría de los hombres viven en la ignorancia, de espaldas a la verdad. El Demiurgo, por el contrario, tiene la máxima sabiduría, ya que es capaz de contemplar el mundo inteligible y servirse de él para dar forma al sensible.
[10] Sócrates (el personaje) le pide a Glaucón que imagine una línea recta y la divida en dos partes desiguales. A continuación, deberá dividir cada una de las dos partes utilizando la misma medida proporcional. Así, obtendrá un total de cuatro segmentos (A,B,C,D) organizados en dos partes principales (la primera, A-B, representa la doxa y la segunda, C-D, la episteme). Platón desea llamar nuestra atención sobre el paralelismo existente entre las partes A y C, y entre las partes B y D. Por eso le pide a Glaucón que subdivida los segmentos usando la misma razón que en la división original. ¿Cuál es el paralelismo? Según Platón, la parte A (eikasía) es el conocimiento basado en conjeturas; la parte C (dianoia) se basa en el razonamiento matemático que, como sabemos, opera por deducción a partir de unas serie de supuestos o axiomas. En cierto sentido, la dianoia sería el conocimiento conjetural pero dentro del mundo inteligible. Por otro lado, la parte B (pístis) es la creencia justificada basada en el conocimiento de entes concretos, mientras que la parte D (noesis) es la intelección de ideas. El paralelismo entre ambas partes consiste es que ambas reconocen las entidades características de su mundo: la pístis reconoce los entes concretos (característicos del mundo sensible), y la noesis reconoce las ideas (características del mundo inteligible).
[11] De ahí la famosa inscripción sobre las puertas de la Academia: "Prohibida la entrada a aquel que no sea geómetra".
[12] Este es otro de los aspectos de la filosofía platónica más aprovechados por parte de la religión cristiana durante la Edad Media. La identificación entre lo carnal, lo sensible y lo mundano, así como su rechazo intelectual.
[13] Desde luego, Platón no creía que la democracia fuese un sistema político bueno en sí mismo porque, en su opinión, tiende por defecto a la demagogia. No obstante, las últimas obras de Platón (en la etapa de vejez), presentan un pensamiento mucho menos radical y más próximo a la idea contemporánea de que, en política, debemos elegir el menor de los males y tratar de contener, en la medida de lo posible, los desvíos hacia la injusticia mediante el uso de leyes generales. Esta última idea llevará a su discípulo Aristóteles a incluir una versión "justa" de la democracia, que llamará "República", y en la que el poder del demos se encuentra restringido a unos límites constitucionales para evitar, en la medida de lo posible, los desvíos de la demagogia.

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