CONCEPTOS NIETZSCHEANOS
EGIPTICISMO: Nietzsche define el egipticismo como el odio propio de los filósofos a
la noción de devenir (de cambio). Lo compara con la cultura egipcia que es una cultura
de lo inmóvil y eterno (momia). El arte egipcio deseaba plasmar la eternidad e
inmortalidad del alma del difunto.
DEVENIR: es el cambio, la muerte, la vejez, todo aquello relacionado con la vida
terrena. Mientras que los filósofos anteriores a Nietzsche defendían la permanencia, el
ser frente al no ser.
Nietzsche criticará a Parménides “el ser es y el no ser no es”, del cual surgirá el
platonismo y por tanto el cristianismo, y con él todos los valores de la cultura
occidental.
MOMIAS CONCEPTUALES: según Nietzsche, los conceptos que han utilizado los
filósofos dogmáticos para referirse a la “verdadera” realidad (única, eterna e inmutable)
inventada por la razón, son conceptos huecos, vacíos, que no encierran nada vivo, nada
real (como las momias). Mediante la momificación los egipcios pretendían conservar el
cuerpo para que su alma pudiera continuar existiendo y pudiera reanimar el cuerpo
vendado en un futuro. Pero ese cuerpo es real sólo en apariencia, como sólo es
aparentemente real el contenido de los conceptos de la filosofía dogmática. Para
Nietzsche el concepto es sepulcro de intuiciones: el concepto momifica el pensar y la
realidad, por eso este autor pretende desplazar la razón y su complemento necesario, el
concepto, hacia la intuición y su creación necesaria, la metáfora.
CAUSA SUI: expresión latina que, en terminología escolástica, se aplica únicamente a
Dios, ser que se da la existencia a sí mismo o que existe por razón de su misma
naturaleza. Es el ser subsistente por sí mismo; lo demás existe por causa de otro. Supone
una excepción a la universalidad del principio de causalidad según el cual todo lo que
existe tiene una causa
IDIOSINCRASIA: el carácter propio, peculiaridad, características propias y distintivas
que definen cualquier cosa. Nietzsche utiliza esta expresión para referirse a las
características que definen a los filósofos dogmáticos, tradicionales, los “platónicos”.
VIDA: este concepto tiene un sentido biológico ya que acentúa el papel del cuerpo, los
instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza. Nietzsche identifica la vida con la
voluntad de poder. La voluntad de poder es el principio básico de la realidad a partir del
cual se desarrollan todos los seres, es la fuerza primordial que busca mantenerse en el
ser, y ser aún más.
La vida como creación y destrucción, como alegría y dolor. Por esta razón, Nietzsche
creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a
partir de su oposición o afirmación respecto a la vida. Por ese valor a la vida la filosofía
de Nietzsche se califica de vitalismo.
DIONISÍACO: este término se refiere a la concepción del mundo típica del mundo
griego anterior a la aparición de la filosofía. Representa el “espíritu de la tierra” o los
valores característicos de la vida.
2
Es el mundo representado pos Dionisio, el cual es el Dios del vino, de la música, de la
pasión, y representa el caos, lo irracional. No es pesimista, puesto que acepta tanto la
alegría como el dolor. Es decir, a pesar de todo sufrimiento Nietzsche sigue apostando
por la vida, al contrario que el mundo de Apolo, el cual es el Dios de la belleza, de la
juventud, y representa la racionalidad.
Con Platón esta armonía de la tragedia griega entre estos mundos se rompe, ya que
ponen el mundo de Apolo por encima del de Dionisio como único verdadero. Cuyos
valores influirán en el cristianismo y la cultura occidental.
MONÓTONO-TEÍSMO: el monoteísmo (monótono-teísmo) representa el extravío de
los sentidos, el invento de un trasmundo que desvaloriza el verdadero mundo y la
máxima hostilidad a la naturaleza y a la voluntad de vida. Así, el Dios cristiano
representa los valores negativos y contrarios de la vida, los valores de la impotencia.
Para Nietzsche todas las religiones son falsas, puesto que parten de la creencia de un
Dios único, inmutable, eterno, que va en contra de la propia vida.
Frente a este tipo de religiones, Nietzsche cree que quizás sean más adecuadas las
religiones politeístas, ya que expresan mejor la realidad puesto que no la separan
radicalmente de la vida.
MUNDO VERDADERO: es el mundo inventado por los filósofos a costa de rechazar
todo lo que suponga nacimiento, crecimiento, devenir; ese es el mundo caracterizado
por la permanencia, la eternidad, la inmutabilidad. Fue Platón el primero que estableció
la existencia de este mundo que para él era el mundo de las ideas. También el
cristianismo estableció la existencia de este mundo, que identifica con Dios.
MUNDO APARENTE: es el mundo del devenir, del cambio, de lo sensible, que los
filósofos no han tomado como la auténtica realidad sino como apariencia, se haya
tratado del mundo sensible platónico, del mundo cristiano,…
FILÓSOFOS: hace referencia a señores idólatras.
Estos son los que representarán una idea de mundo totalmente errónea o inadecuada
para Nietzsche, ya que proclamarán un mundo en el que reinará la sustancialidad, la
unidad, Dios, la esencia; valores totalmente contrarios a los que defenderá Nietzsche
(inventan orto mundo).
Éstos dan primacía a la razón sobre los sentidos, típico del nihilismo decadente o
metafísico, ya que niegan todos los valores contrarios a la vida.
Nietzsche piensa que la razón es una facultad más de nuestra vida, como la imaginación,
los instintos, etc.
LO ÚLTIMO Y LO PRIMERO: los filósofos confunden lo último con lo primero,
esto es, al hombre como creación de Dios.
Dios es causa de si mismo (causa sui) y por eso es lo primero. Y es a partir de éste es de
donde surgen los hombres como lo último.
Nietzsche, influido por la teoría de la evolución de Darwin, defenderá que realmente lo
primero es el hombre, y lo ultimo Dios. Ya que el hombre ha creado a Dios, es decir, a
los valores tradicionales.
DECADENCIA: es signo de ir contra la vida, por tanto serán decadentes la moral, la
religión, la metafísica y la ciencia de la cultura occidental.
La decadencia comienza cuando Platón distingue dos mundos: uno de los cuales será el
verdadero, donde la razón esta por encima de los sentidos y de la vida. Fomentando
valores como la eternidad, la permanencia, la unidad, es decir, valores que se oponen a
la existencia del hombre. Unos valores que se radicalizarán con el cristianismo, el cual
se caracteriza por una moral judeo-cristiana y el monoteísmo, llegando a ser
característico de la cultura occidental (traspasando la antropología y la ciencia).
DIOS: con la muerte de Dios Nietzsche se refiere a la muerte no de su existencia, sino
de los valores tradicionales de la cultura occidental.
Para la filosofía tradicional Dios supone un refugio para aquellos que no quieren aceptar
la vida. Dios representa para ellos un valor supremo el cual establece lo que esta bien y
lo que no.
A través de él se sienten seguros frente a la inseguridad de la vida.
Tras la muerte de Dios, para Nietzsche, el hombre se encuentra desorientado; y ante la
inocencia del devenir acepta una nueva concepción de la vida.
SUB SPECIE AETERNI: expresión que Nietzsche toma de Spinoza (1632-1677), un
sobresaliente exponente racionalista cartesiano. Según este autor, todo lo que existe es
una manifestación que proviene necesariamente de Dios. Por tanto, el conocimiento más
elevado que el hombre puede obtener de la realidad se alcanza cuando «reconoce» que
esa realidad proviene necesariamente de Dios. Eso es precisamente lo que significa la
expresión «sub specie aeternitatis o aeterni» (desde la perspectiva de la eternidad o
desde la perspectiva eterna), es decir, conocer la realidad en relación a Dios. Cuando
consiga ese conocimiento, el hombre se dará cuenta de que esa realidad no puede ser de
otro modo porque es consecuencia necesaria de la acción divina. Al «reconocer» su
conexión con el proyecto divino, el hombre conocerá la realidad de las cosas. Nietzsche
critica esta posición racionalista ya que, al considerar la realidad como lo necesario,
elimina su carácter histórico y contingente.
SUBREPTICIAMENTE: adverbio que se refiere a aquello que se hace de una forma
subrepticia; es decir, que se hace o toma ocultamente y a escondidas. En el texto se
puede entender este término como «de forma oculta» e incluso más acertadamente
«inconscientemente», ya que la afirmación del Yo como sustancia pensante es una
creencia tan arraigada que afirmamos su existencia acríticamente y sin ser conscientes
de su posible irracionalidad; es el prejuicio sustancialista del que se tilda al cogito
cartesiano y, en general, al racionalismo.
lunes, 18 de abril de 2016
Nietzsche
NIETZSCHE
(1844-1900)
Obras:
Nietzsche
posee una extensa producción escrita. Entre sus numerosas obras destacamos:
-El nacimiento de la tragedia en el espíritu
de la música (1872)
-Sobre el porvenir de nuestras escuelas (1872)
-Sobre la verdad y la mentira en sentido
extramoral (1873)
-Consideraciones intempestivas,
compilación de cuatro obras que llevan los siguientes títulos:
Primera consideración intempestiva: David
Strauss, el confesor y el escritor (1873)
Segunda consideración intempestiva: Sobre la
utilidad y el perjuicio de la historia para la vida (1874)
Tercera consideración intempestiva:
Schopenhauer como educador (1874)
Cuarta consideración intempestiva: Richard
Wagner en Bayreuth (1876)
-Humano, demasiado humano. Un libro para
espíritus libres (1878)
-Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios
morales (1881)
-La gaya ciencia (1882)
-Así habló Zaratustra. Un libro para todos y
para ninguno (1883, I y II; 1884, III; 1885, IV)
-Más allá del bien y del mal. Preludio a una
filosofía del futuro (1886)
-La genealogía de la moral. Un escrito
polémico (1887)
-El Anticristo. Maldición sobre el
cristianismo (1888)
-El caso Wagner. Un problema para los amantes
de la música (1888)
-El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a
martillazos (1889)
-Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es (1889)
Nietzsche se
sume en la locura a comienzos de la década de los noventa, hasta su muerte, en
1900. No llegó a terminar su obra más deseada, La voluntad de poder. Intento
de transvaloración de todos los valores, de la cual sólo se conservan
manuscritos.
ASPECTOS
PRELIMINARES
Nietzsche es
considerado un maestro de la lengua
germánica. Su pensamiento, profundamente filosófico, tiene valor incalculable
desde el punto de vista literario. Salvando a Platón, no encontraremos quizá
en toda la historia de la filosofía otro autor con semejante carga artística. En Nietzsche se da una perfecta comunión
entre la razón abstracta o teórica y la razón poética[1]. No impone su estilo por
capricho, sino por la urgencia que marca su pensamiento de fondo, el cual se
constituye como distanciamiento frente a toda la tradición heredada. La
embriaguez poética, el sentimiento, la fuerza metafórica de la literatura, son
armas que utiliza con una sola intención: denunciar la decadencia del
pensamiento occidental, demostrar que la tradición racional de Occidente, en
lugar de resolver cuestiones, genera una contradicción constante entre la
verdad supuesta (el ser) y la vida (el devenir).
En historia
de la filosofía, Nietzsche marca el fin
de la modernidad y abre una nueva conciencia (postmoderna). No hace borrón
y cuenta nueva como acaso Descartes cuando reinició la pregunta filosófica
radical y puso en duda todo el pensamiento heredado. Por el contrario,
Nietzsche retoma cuestiones centrales que recorren la filosofía desde sus
orígenes griegos: la cuestión ontológica "ser-devenir", las cuestiones
epistemológicas en torno a los conceptos "verdadero-falso" y
"sujeto-objeto", la cuestión ética sobre la naturaleza del bien y del
mal... Habrá que ver cómo las lleva al límite antes de arrojarlas al abismo,
cómo las destruye, generando nuevas
categorías y perspectivas que marcarán, en las décadas siguientes a su muerte,
y tras el horror del nazismo, una nueva forma de hacer filosofía
(postmodernidad).
Hay que tener
en cuenta que, pese a la profundidad de
sus reflexiones, Nietzsche estudió filología clásica. Así como fue gran
conocedor de literatura clásica, no lo fue tanto de obras filosóficas. Sus
juicios lapidarios contra grandes pensadores (Parménides, Sócrates, Platón,
Kant...), la mayoría de las veces injustos y desproporcionados, revelan una
lectura apoyada en la tradición escolar, es decir, una lectura filtrada por
bloques conceptuales heredados y simplificadores. Por ejemplo, Nietzsche asume
a Kant a partir de la interpretación simplista que de él realizó Schopenhauer.
Juzga a la filosofía griega a raíz de su recepción medieval. No queremos decir
que Nietzsche desconociese las fuentes originales. Lo que decimos es que lee a
los clásicos, pero a través de los anteojos de la tradición.
Si existiese
una lista de filósofos malditos,
Nietzsche figuraría en los primeros puestos. Fue incomprendido en vida, tachado
de radical, subjetivo, encerrado en sus propias fantasmagorías. A pesar de
sobresalir con sus primeras obras en el ámbito filológico, y tras haber gozado
de relativo éxito intelectual sobre todo a raíz de la amistad con Wagner, a medida que Nietzsche profundizaba en su
propio pensamiento se fue alejando más y más de sus coetáneos.
Schopenhauer, que había sido su principal influencia, se convirtió para
Nietzsche en una cáscara vacía; Wagner, una caricatura de la décadence. Naturalmente, la enemistad
fue recíproca. Aunque las obras de Nietzsche gozaban de relativo éxito (el
suficiente para vivir de la escritura), pocas personas figuraban en su círculo
de amistades, y menos aún simpatizaban con sus pensamientos (cabe destacar,
entre estos últimos, a su fiel editor). Finalmente, la caída de Nietzsche en la
locura sirvió para que muchos detractores celebrasen su destino "merecido".
Sin embargo, la guinda del repudio nietzscheano fue obra de su entorno
familiar. Tras su muerte, la hermana, Elisabeth
Förster-Niezsche, ferviente seguidora del nazismo, encontró en las páginas
del filósofo mil y una soluciones a la cuestión
judía, con tal de manipular aquí y allá, omitir ciertos párrafos, corregir
otros y darle ese aire de superioridad aria para situarlo en la vanguardia del
pensamiento nazi.
Lo que no
quita que Nietzsche sea peligroso,
pura dinamita (como él mismo se considera).
Enseñar a filosofar con el martillo
no es un eslogan para atraer espíritus rebeldes e ingenuos, es una forma de
hacer filosofía que intenta desnudar la base del pensamiento establecido para
exponer sus miserias, sus carencias y contradicciones, su total inconveniencia.
Por ejemplo, la crítica nietzscheana a la virtud de la compasión, como emblema
del cristianismo, es durísima. La compasión, dice Nietzsche, es un sentimiento
de débiles ante los débiles, una disminución del valor, del vigor, un rebajarse
a la altura del betún. Al expresarlo con tanta energía, sus palabras no
desentonan en absoluto con las arengas de Queipo de Llano, de Hitler o de
cualquier otro discurso que legitime el genocidio; pero esto sería sacarlas de
contexto: la crítica a la moral de débiles por oposición a la moral de héroes. Si
nos quedamos en la superficie, corremos el riesgo de confundirnos. Si
profundizamos demasiado, tal vez no toquemos fondo y no sepamos remontar la
subida.
CUATRO
NÚCLEOS DE LA FILOSOFÍA NIETZSCHEANA
Su
pensamiento aborda todo tipo de cuestiones filosóficas: ética, política,
antropología, epistemología y ontología. Pero siempre orbitando alrededor de
cuatro núcleos que fueron madurando desde sus obras más tempranas hasta su
máxima profundidad en su última década de producción filosófica:
1- La denuncia del nihilismo en la tradición
judeo-cristiana y en todo el pensamiento occidental desde sus orígenes griegos.
2- El superhombre o afirmación de la vida.
3- La voluntad de poder.
4- El eterno retorno de lo idéntico.
En Así habló Zaratustra, considerada la
obra más original de toda la producción nietzscheana, aparecen los cuatro
núcleos señalados. Pero resulta curioso el modo en que lo hacen, y nos da una
pista acerca del grado de dificultad y a la vez aceptación que el autor
esperaba acerca de su propia filosofía. Zaratustra desciende de su retiro de
ermitaño para anunciar a los cuatro vientos la muerte de Dios en manos del
hombre (nihilismo). A los espíritus que le hacen caso y confían en sus
palabras, Zaratustra les muestra la verdad del superhombre (afirmación de la
vida). Sin embargo, sólo los más próximos oirán algo sobre la voluntad de
poder. Por último, el pensamiento del eterno retorno aparece únicamente en
introspecciones del propio Zaratustra, que se debate acerca del sentido de tal
noción en un mar de dudas y confusiones.
I. EL
NIHILISMO.
LO APOLÍNEO Y
LO DIONISÍACO.
En El nacimiento de la tragedia Nietzsche
describe los orígenes de la cultura griega como un equilibrio entre dos fuerzas
o movimientos antagónicos, asociados a los dioses Apolo y Dionisio. El primero
representa la naturaleza del orden, el "ser", la permanencia y
estabilidad, lo ideal y comedido, lo solemne; el segundo simboliza caos,
desenfreno, puro movimiento sensible, devenir constante y embriagador. Al ser fuerzas antagónicas e interdependientes,
cada una de ellas se comprendía a través de (o como ruptura a partir de) la
otra: lo apolíneo brotaba como orden que pone a cada cosa en su sitio a raíz de
una situación caótica, y lo dionisíaco recuperaba el devenir sensible rompiendo
el estancamiento o quietud del orden establecido. Siendo así, no había
propiamente guías ni cánones culturales, sino que se creaban continuamente
reglas, normas y valores de forma única e irrepetible. No había decadencia
cultural porque, según Nietzsche, todavía no existían ídolos, es decir,
horizontes en sí mismos inalcanzables respecto a los cuales medir distancias
universalmente. La virtud (el valor) se realizaba sin moralina, o sea, sin
pretensión ejemplarizante, sin intención de servir como modelo normativo de
acción. Y esta ausencia de cánones, ídolos y modelos permitió el florecimiento
cultural y la máxima creatividad en la cultura griega, traslucidos en la
tragedia mejor que en ningún otro lugar.
La décadence
comienza con la tendencia de imponer un carácter pretenciosamente civilizatorio
a la cultura. Se crean normas, valores, modelos, cánones culturales que
sirven como barra de medir las cosas. El caos se exilia, deja de estar en la
raíz de la comprensión de lo apolíneo. De este modo, lo dionisíaco se amordaza, y todo lo sensible y embriagador que brotaba
de él por oposición a lo apolíneo se censura como barbarie, incultura,
irracionalidad.
Para
Nietzsche, la razón (lógos) iniciada
y defendida por la filosofía griega tendrá un papel protagonista en la
imposición unilateral de lo apolíneo, en el retiro, olvido o rechazo de lo
dionisíaco, en suma, en el fin del juego enriquecedor entre ambas fuerzas. De
ahí que el filósofo se presente a lo
largo del pensamiento nietzscheano como criminal de los criminales, auténtico falsificador
donde los haya.
Heráclito,
dice Nietzsche, tendrá eternamente razón al afirmar que la realidad es puro
devenir, que "el ser" inmóvil es mera ilusión, pero se equivocó al
rechazar la validez epistemológica de los sentidos. El gran error de la
filosofía, la gran falsedad, llega, a juicio de Nietzsche, con Parménides,
cuando afirma que "el ser es y el no ser no es". De aquí brotará la
separación entre dos mundos: el verdadero (el ser inmóvil, permanente, estable,
inteligible) y el aparente (el devenir, lo sensible y mutable). El principio
filosófico de Parménides expresa el principio lógico de no-contradicción:
"es imposible que la misma cosa sea y a la vez no sea". Sobre él orbitará
todo el pensamiento venidero. Pero, según Nietzsche, esa lógica aparentemente
perfecta expresa una contradicción no reconocida: la separación entre el mundo
de la vida (atravesado por el no-ser: la muerte, el cambio, la transformación,
el azar y la contingencia) y el mundo del pensamiento (fundado en la pura
estabilidad: lo permanente, necesario y universal). A raíz de Parménides, la
filosofía de Platón (y Sócrates) construirá una forma inalterable de concebir
la realidad: el dualismo sensible-inteligible. En la Edad Media, el
cristianismo adapta la separación ser-devenir al dogma religioso. Nietzsche
denomina a la tradición judeo-cristiana "platonismo para el pueblo".
En suma: el pensamiento occidental tomará la verdad, la justicia, lo bueno, la
belleza, en fin... todos los criterios de validez, como objetos de veneración en
un trasmundo inexistente, por oposición a la vida. Lo primero y más cercano
para nosotros (la vida) queda relegado a la última posición, desestimado,
tildado como "aparente", mientras que lo más alejado de nosotros (el
trasmundo abstracto de las ideas universales) se convertirá en ídolo, se llamará verdadero y servirá
como criterio normativo para la corrección y el juicio sobre todas las cosas.
EL NIHILISMO
COMO NEGACIÓN DE LA VIDA.
Nietzsche percibe
que el pensamiento occidental, determinado en gran medida por la tradición
judeo-cristiana, tiende a separar los ámbitos sensible e inteligible, de forma
que la realidad misma (lo sensible, la propia vida) queda siempre subsumida en
un trasmundo inexistente[2]. Paradójicamente, la
búsqueda de certeza ha obligado al ser humano a censurar gran parte de la
realidad sensible, al perseguir una verdad pura que no siempre encaja en el
devenir constante del mundo vivido. La consecuencia principal de esta separación
(es decir, el nihilismo) indica una pérdida de conciencia del entorno real y
concreto, a la vez que la fe ciega en la validez del trasmundo.
Para
Nietzsche, la incoherencia entre el mundo "inteligible" y la propia
vida revela síntomas de enfermedad cultural, de décadence. Los trasmundos conforman una barrera entre nuestra
conciencia y las vivencias, no sólo en el ámbito del conocimiento, también en
la vida cotidiana. Nuestras experiencias son reasumidas por el “bagaje”
cultural, absorbidas hasta perecer en la conciencia interna, en los conceptos,
en las etiquetas. El trato humano se oprime, se inhibe, para que toda
conversación y todo “contacto” se puedan remitir siempre a una reconstrucción
objetiva. Recordamos aquello que hemos vivido simplemente “pensando en ello”,
cuando el recuerdo verdadero es aquel que presenciamos (y revivimos) en la
acción presente –para Nietzsche la memoria no es un almacén interno de
recuerdos, sino el despliegue externo de lo que ya hemos vivido-. Las
conciencias permanecen “enclaustradas”, enmudecidas bajo el lenguaje común, los
tópicos, las representaciones, lo políticamente correcto. La vida auténtica se
oculta con eufemismos –y esto no quiere decir que la esencia de la vida sea según
Nietzsche algo grotesco, sino que nos educamos en una cultura que prohíbe
embriagarnos de nuestras vivencias, una cultura para la cual la embriaguez es
tan sólo un estado alcohólico, un peligroso “estar fuera de nosotros mismos”.
En suma,
Nietzsche considera que la cultura occidental está enferma, es una
"pseudo-cultura" atravesada por el nihilismo, por la creencia en
trasmundos vacíos que niegan la vida. En su aspecto religioso, la división
entre mundo terrenal y mundo verdadero (divino) es tajante, el rechazo de lo
corporal, mundano, sensual y sensible se hace dogma, la vida se juzga pecado y
precisa de la penitencia o del martirio para la conquista de "otra"
vida en el más allá. Pero, en su aspecto científico y racional, Occidente ha
seguido creando trasmundos nihilistas: el lenguaje representativo, la
conciencia objetiva, la certeza y la racionalidad... son formas de reconstruir
la realidad sensible de modo que resulte previsible, calculable, reductible,
susceptible de juicios de valor, de marcas y etiquetas. Occidente ha construido morales, instituciones, conceptos y
procedimientos que determinan la vida, la anulan mediante una señalización de
caminos correctos e incorrectos, válidos y no válidos, legítimos e ilegítimos,
morales e inmorales, a modo de guía. Todo esto nos indica, según Nietzsche, que
la búsqueda de certeza no es más que una búsqueda de seguridad ante el miedo a
la vida.
Así pues,
cuando el Zaratustra nietzscheano llega para anunciar "la muerte de Dios
en manos del hombre", no sólo se refiere al nihilismo religioso de la
tradición judeo-cristiana -es decir, no se trata únicamente de reconocer que
los pilares medievales han caído por el avance de la ciencia y del Estado. Para
Nietzsche, las "sombras" de Dios son múltiples y se reproducen por
doquier: Humanidad, Ciencia, Moral, Razón, Lenguaje, Conciencia, Estado,
Progreso... Todas reinventan el nihilismo porque son nociones en sí mismas
vacías construidas sobre la separación entre el ser (orden impuesto y permanente)
y el devenir (la vida). De ahí que Nietzsche nos hable
de una sola tradición, el "monótono-teísmo"[3].
EL NIHILISMO
COMO VACUIDAD DE LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES
A través de
su obra, el lector asiste a la destrucción
de conceptos fundamentales para el pensamiento occidental. Su análisis es tan
incisivo y radical que puede incluso despertar voz de alarma, como cuando
afirma que "hay que ser superior a la humanidad por fuerza, por altura de
alma, por desprecio". Para Nietzsche, la humanidad no existe, lo que
existen son hombres de carne y hueso, con su vida e historia irrepetibles. El
concepto "humanidad", en tanto que sombra de Dios (o concepto
nihilista), resulta de una homogenización de todos los seres humanos como individuos. El individuo, como tal, no
presenta ningún rasgo característico, más que su mera pertenencia a la
humanidad. Es un simple ejemplar, que se nivela junto a otros idénticos y cae
bajo el dominio del gran concepto "humanidad", el cual se presenta en
el pensamiento establecido como sujeto de logros, progresos, conquistas...
Pero, para Nietzsche, es una burda estafa, un espejismo inexistente.
En El ocaso de los ídolos, Nietzsche nos
dice que uno de los rasgos más peculiares y repudiables de la idiosincrasia del
filósofo es su manía de establecer conceptos-momia, de ahí que acuse a la
filosofía tradicional de egipticismo. Los "conceptos-momia" son nociones
que surgen a través de una mortificación
de todos los elementos vitales que pudieron haberles dado origen. Por ejemplo,
la idea de perfección, en lugar de
comprenderse a raíz de la vida en referencia a lo sensible, lo diferente y lo
concreto, se sitúa en cambio junto a una serie de conceptos
"supremos" (como lo verdadero, lo bueno, lo incondicionado, lo
existente) sub specie aeterni ("desde
la perspectiva de lo eterno") en un plano metafísico universal y permanente
o realidad en sí, superior desde el
punto de vista ontológico y epistemológico, el "ser" por oposición al
devenir. Según Nietzsche, la propia filosofía construye un ens realissimum ("ente realísimo") llamado
"Dios" que reúne en una sola palabra todos los conceptos supremos.
Frente a Dios, está el mundo de la vida, el devenir, el cual, despojado de todo
"ser", de toda validez ontológica y epistemológica, se juzga
engañoso, falaz, contingente, innecesario... La peor enfermedad de la
filosofía, afirma Nietzsche, ha consistido en otorgar a Dios el rango
ontológico de causa sui, o sea, causa
de sí mismo, "causa incausada" o "motor inmóvil",
fundamento de la realidad que no precisa de ningún otro fundamento. Es la
expresión máxima de la validez otorgada a un trasmundo imaginario.
II. EL
SUPERHOMBRE O LA AFIRMACIÓN DE LA VIDA.
TRANSVALORACIÓN
DE TODOS LOS VALORES
Tras el
diagnóstico del nihilismo, queda clara cuál ha de ser la función de la
filosofía: curar a Occidente de la décadence,
acabar con su enfermedad. Pero esto implica romper con todo lo que se da por
establecido. Según Nietzsche, se precisan "oídos nuevos para música
nueva".
Esa
"música nueva", o nueva filosofía, deberá:
-Afirmar la
vida y negar todo trasmundo imaginario.
-Destruir la
separación ser-devenir de tal forma que afirmemos "el ser del
devenir" o bien "el devenir del ser".
-Concebir el
tradicionalmente repudiado "mundo aparente" como único mundo
verdadero, y el venerado "mundo verdadero" como absolutamente falso.
-Aceptar la
realidad suprema de lo sensible, sensual, terrenal, mundano, diferente,
concreto, mutable, contingente y azaroso.
-Destruir el
dualismo sujeto-objeto, que es heredero de la separación ser-devenir (porque la
tradición ha considerado que el sujeto es el pensamiento anclado en los
trasmundos, y el objeto es aquello que cae bajo el dominio de criterios
normativos).
-Destruir los
criterios normativos en todos los ámbitos de la cultura (moral, conocimiento,
arte, política...) con el objetivo de liberar una posición de absoluta libertad
creativa más allá del bien y del mal, de lo correcto y de lo incorrecto, de lo
válido y lo no válido. En otras palabras: decir sí a los caminos errantes y equivocados.
-Comprender
la libertad creativa como capacidad de crear eternamente valores únicos y
renovados. En otras palabras: quemar las momias de la tradición y forjar en su
lugar valores "vivos". Para lo cual, en efecto, se precisa comprender
que la conciencia es corpórea, es decir, que "somos nuestro entorno".
-Percibir el
instante, este instante, como única
realidad. O sea, no someter la realidad al tribunal del tiempo abstracto.
-Desterrar a
los sacerdotes, o sea, a los
veneradores de trasmundos imaginarios y de criterios normativos.
-Redimir el
azar, esto es, liberarlo del dominio que le impone el trasmundo (evitar el
cálculo, la previsión, las guías). Para ello, es imprescindible aceptar el azar
como fatalidad, o sea, como destino (y
tragedia). En otras palabras: no temer a la vida.
-Considerar
que no hay otra vida además de ésta. Para ello, además de redimir el azar, será
preciso aceptar sin culpa ni remordimientos nuestra propia historia.
-Realizar la
virtud sin moralina, sin pretensión ejemplarizante y, por supuesto, sin
guiarnos por modelos de conducta.
Todo lo
anterior se puede resumir en una sola frase: decir sí a la vida. El superhombre
nietzscheano es aquel que pone fin a la décadence
mediante la pura fuerza creativa y libre. Nietzsche denomina la acción del
superhombre como transvaloración de todos
los valores.
EL CAMELLO,
EL LEÓN Y EL NIÑO
Así habló Zaratustra contiene un
capítulo titulado "De las tres transformaciones" donde se nos informa
acerca de qué es el superhombre. Nietzsche se sirve de una metáfora para
representar tres tipos de conciencia humana. En su primera transformación, la conciencia
se convierte en "camello". Se trata de una conciencia educada y anclada
en la tradición nihilista. Se comporta como un animal de carga, doméstico, transporta
"convenciones", trasmundos imaginarios que le acompañan en su viaje
vital a modo de guía. Los trasmundos son descritos como una "pesada
carga" porque limitan la fuerza del ser humano, le someten a un camino
correcto y, al igual que el auriga en el platónico mito del carro alado, le
zarandean continuamente para que no se pierda ni decaiga. Los trasmundos
"mortifican" todo a su paso, hacen que su entorno sea desértico. Lo
cual resulta agotador. De pronto, la conciencia sufre una segunda transformación
y se convierte en león, en fiera que dirige toda su fuerza contra la pesada
carga que transporta: quiere destruirla, librarse de ella porque limita su sed
de vivir. Desea explorar caminos prohibidos, sentirse libre, para lo cual
deberá deshacerse de todas aquellas normas y convenciones impuestas
culturalmente. Pero el león es puramente destructivo, no creativo: se libera de
la carga, destruye las normas, pero no sabe cómo realizarse en la pura libertad.
Para ello es preciso, dice Zaratustra, una tercera transformación: cuando el
león se transforma en niño. El niño percibe sin prejuicios su entorno, y no
sólo lo percibe, sabe que él es su
entorno y lo demuestra con su actitud incesantemente lúdica y creativa:
allí donde va y en función de lo que le rodea, plantea reglas nuevas para
juegos nuevos. Esa capacidad de inventar juegos característica de los niños es
una forma metafórica de expresar la actitud del superhombre: decir sí a lo que nos depara el azar, afirmar
nuestro entorno, las diferencias percibidas, lo concreto e irrepetible. Por
ejemplo, pensemos en la diferencia entre niños y adultos a la hora de caminar
por la vía pública. Mientras los adultos siguen "la línea recta"
caminando por la acera sin desviarse, los niños zigzaguean, saltan, hacen
piruetas, cuentan las baldosas y pisan sólo las impares, caminan hacia atrás o
con los ojos cerrados, luego corren a toda velocidad, se persiguen, ríen,
cantan... un sinfín de acciones que resultarían absurdas para una mente adulta
basada en la racionalidad y en la moderación. El niño simboliza al superhombre
porque se comporta acorde a la voluntad de poder.
MORAL DE
ESCLAVOS FRENTE A MORAL DE HÉROES.
El
comportamiento humano sometido al dominio de la tradición nihilista se
convierte, a juicio de Nietzsche, en una moral de débiles (o de esclavos). La
fuerza (el poder) queda limitada, secuestrada por normas e imposiciones,
regulada y dosificada, cuando no directamente anulada. Los "grandes
imperativos" de las morales religiosas y de las filosofías tradicionales
organizan todas las disposiciones y facultades del ser humano, les dicen qué
hacer y cómo hacerlo, subordinan unas a otras (como ocurre en la ética
platónica con las virtudes), y todo ello en una suerte de preparatoria ante la
vida. El resultado es la disminución de poder, la ceguera ante el devenir y la
diferencia. Debido a la incoherencia entre el ser y el deber ser (es decir, la
contradicción entre la vida y el imperativo moral), surge el remordimiento, el
sentimiento de culpa, la frustración, el pecado, el arrepentimiento. Para
Nietzsche, el filósofo y genio moderno Pascal es uno de los ejemplos más
tristes de la historia acerca de cómo un espíritu fuerte puede quedar
marchitado por la autoimposición de la moral de débiles. Su clarividencia ante
el universo y la vida chocaba frontalmente con los trasmundos de la religión
cristiana. Le tocó vivir en una época marcada todavía por la fe ciega en el
dogma religioso. Así que no pudo más que rebajarse a sí mismo, considerarse
enfermo, loco, imperfecto, débil, con tal de no contradecir la verdad
establecida.
El ejemplo de
Pascal nos sirve para ilustrar qué entiende exactamente Nietzsche por
"fuerza" y "poder". Porque no se trata de fuerza bruta,
animal, "bárbara". Los espíritus fuertes, como el de Pascal, gozan de
extrema lucidez para percibir "el ser" (no como trasmundo, sino
indisociable al "devenir"). Esa lucidez se encuentra ligada íntima y
profundamente a la pura sensibilidad, facultad de la que ya sabemos fue
inexorablemente condenada y rechazada por la tradición pero que resulta
indispensable para tener los ojos abiertos al mundo de la vida. Por lo tanto,
uno de los rasgos característicos de la moral de débiles es la inhibición de la
sensibilidad. Así pues, la moral kantiana, basada en imperativos categóricos
(decisiones formalmente universales y racionales carentes de deseo), es la expresión máxima de la
moral de esclavos. Por eso Nietzsche juzga a Kant como un "cristiano
alevoso".
Frente a la
moral de esclavos se impone la moral de héroes; en otras palabras: frente a la
debilidad, la fuerza; frente al mero hombre,
el superhombre. En la moral de héroes, todo lo bueno es aquello que aumenta el
poder y genera satisfacción por superar toda resistencia, por conquistar la
realidad. En cambio, todo lo malo es aquello que denota disminución de fuerza,
es decir, debilidad. Los propios conceptos "bueno" y
"malo", "el bien" y "el mal", están tan
contaminados por la tradición nihilista que Nietzsche busca un lugar para el
superhombre lejos de tales limitaciones, un lugar que necesariamente le sitúe más allá del bien y del mal.
DEFINICIÓN
DEL SER HUMANO: LA CUERDA ENTRE EL ANIMAL Y EL SUPERHOMBRE
En otro
lugar, Nietzsche afirma que "el hombre es la cuerda entre el animal y el
superhombre", dando a entender que el humano vive en tensión entre dos
fuerzas, la puramente animal e instintiva, y la posición de dominio libre y
creativo del superhombre. Por un lado, el ser humano tiene un aspecto biológico,
natural e irracional (instintivo) en la medida en que proviene de la vida y no
de Dios. En este sentido vemos una clara influencia del darwinismo en el
pensamiento del autor. Pero, por otro lado, el ser humano aspira a dominar la
naturaleza. El superhombre vendría dado por el absoluto dominio de la realidad,
pero no en sentido racionalista (como imposición de la razón y del cálculo),
sino en sentido artístico y creativo. En cambio, la animalidad sería un dejarse
dominar por el instinto. Así es como interpreta Nietzsche la "voluntad de
vivir" de la que hablaba Schopenhauer, es decir, como una renuncia del ser
humano al poder, o como una claudicación ante el instinto animal e irracional.
INCISO: LA
CRÍTICA A SCHOPENHAUER
Arthur
Schopenhauer fue un filósofo alemán muy influyente en el siglo XIX,
principalmente entre los jóvenes (Nietzsche quedó atrapado por sus pensamientos
a edad temprana), porque se alejaba de la tradición racionalista y profundizaba
en los aspectos más irracionales del ser humano. Su obra principal se titula El mundo como voluntad y representación.
En ella, Schopenhauer presenta su filosofía a partir de una interpretación muy
simplista de Kant. Opina que el kantiano "mundo fenoménico" (o sea,
la realidad intersubjetiva de fenómenos) es el "mundo de la
representación", es decir, una imagen creada por el hombre que simboliza
la realidad a través del filtro cultural (lenguaje, hábitos, prejuicios, etc.).
Frente a ese mundo "teatral" se encuentra "la cosa en sí",
la auténtica realidad. Ya sabemos que Kant negó la posibilidad de conocer la
cosa en sí, pues, a su juicio, se encuentra fuera de los límites del
conocimiento humano porque trasciende la experiencia intersubjetiva y carece de
intuiciones. Sin embargo, Schopenhauer no tiene reparos a la hora de
caracterizar y definir la realidad en sí: en su opinión, se trata de una
voluntad inconsciente, irracional, fundada en un sentimiento de insatisfacción
perpetua y en el consiguiente deseo de satisfacerla. Para ello, el ser humano
ha creado el mundo de la representación, que alimenta los deseos de la voluntad
inconsciente y genera ilusión de progreso, de logros, de que las necesidades se
satisfacen y los objetivos se cumplen. El mundo de la representación, además de
ilusorio, es embriagador, ya que suministra alimento para la voluntad
inconsciente y también la oculta de su forma más trágica y cruda (la cruda
realidad es que el deseo nunca se satisface). En este sentido, Schopenhauer
llama al mundo de la representación el "Velo de Maya", tomando
presentada la divinidad hindú de la apariencia y de la ilusión.
A partir de
esta interpretación ontoepistemológica, Schopenhauer establece el "saber
vivir", que no es otra cosa que "querer la vida tal y como se nos presenta"
aun sabiendo que el mundo es falso, mera ilusión y simple alimento de una
voluntad irracional que nos domina.
Nietzsche,
quien estuvo atraído por tales pensamientos, terminó por rechazar de pleno esa noción
de voluntad: "Mi principio es que la voluntad de los anteriores psicólogos
es una generalización injustificada, que no
existe tal voluntad, que en lugar de concebir las diversas expresiones de
una voluntad determinada bajo
diversas formas, se ha esfumado el carácter de la voluntad al amputarle su
contenido, su dirección; eminentemente es el caso de Schopenhauer; lo que él
llama voluntad no es más que una fórmula hueca[4]".
III. LA
VOLUNTAD DE PODER
INDISOCIABILIDAD
ENTRE PODER Y VOLUNTAD.
Según Nietzsche,
toda voluntad indica dirección de algo, es decir, mandato y control que
encamina las cosas a una meta, les impone finalidad, sentido. En Schopenhauer
no ocurría así, porque la voluntad era un mero estado de insatisfacción
universal, el cual resultaba indiferente a sus diversas formas de realización,
oculto tras el Velo de Maya. La voluntad, si existe, no puede ser indiferente ni
substraerse a lo que ordena, ya que resultaría contradictorio con el sentido
"rector" o "director" que implica la palabra.
Con esta
apreciación tenemos ya parcialmente definida la voluntad nietzscheana, tenemos
su forma, pero todavía falta su contenido. Para Nietzsche, el contenido de la
voluntad, aquello por lo que ella se determina en cada caso, es el poder, la fuerza. A su
juicio, la voluntad es siempre "voluntad de poder"; ambos conceptos
resultan indisociables, porque de otro modo regresaríamos a una fórmula hueca.
El poder, por tanto, es el contenido afirmativo
de la voluntad, o sea, el modo en que la voluntad se realiza a sí misma por y a
través de la vida.
El filósofo
francés Gilles Deleuze, gran intérprete de Nietzsche, nos dice que el alemán
"(...) reprocha a los principios el ser siempre demasiado generales en
relación a lo que pretenden capturar o solucionar. (...) Si, al contrario, la
voluntad de poder es un buen principio (...) es porque es un principio
esencialmente plástico, que no es más
amplio que lo que condiciona, que se metamorfosea con lo condicionado, que se
determina en cada caso con lo que determina[5]". Esto significa que
la voluntad se comprende siempre en relación al poder que determina, al igual
que el poder se comprende en relación a la voluntad que lo dirige. Por lo
tanto, la voluntad no es mera imposición
sobre las cosas, no es simple mandato o control, sino que depende por completo
del poder, o sea, de una relación entre fuerzas. Lo que implica que, si esa
relación varía, la voluntad también. A eso se refiere Deleuze con la plasticidad del principio nietzscheano.
LA VOLUNTAD
DE PODER COMO PRINCIPIO COSMOLÓGICO
Tratemos de
aclarar el asunto con citas del propio Nietzsche. Éste escribe: "La fuerza
es quien puede, la voluntad de poder es quien quiere[6]". Sólo así el
concepto de fuerza obtiene sentido "victorioso": "El concepto de
fuerza es victorioso por naturaleza,
porque la relación de la fuerza con la fuerza (...) es la dominación: de dos
fuerzas en relación, una es dominante; la otra, dominada[7]".
Estos
pensamientos reflejan que Nietzsche reserva un papel fundamental para la
voluntad de poder más allá de la voluntad humana. Al definirse a partir del
concepto de fuerza, la voluntad de poder se convierte en principio ontológico
que estructura la realidad. ¿Cómo lo hace? Deleuze nos lo explica de la
siguiente forma: En cualquier relación de fuerzas, cada una de ellas tiene una
cualidad única que se desprende de su interacción con las demás y de su génesis
recíproca; las habrá dominantes y otras serán subordinadas, pero sean cuales
sean, se necesitan unas a otras para ser lo que son en dicha relación. Pues bien,
la voluntad de poder actuaría:
a) Como complemento
interno de cada fuerza; aparecería en una relación (x + dx), donde
"x" representa la fuerza y "dx" el incremento (sea positivo
o negativo) que adquiere la fuerza por la voluntad de poder. Este incremento
determina la cantidad de la fuerza, pero no su cualidad (si es
"activa", "dominante", o bien "reactiva",
"subordinada"), la cual sólo se comprende a partir de su relación con
las demás. Por ello, la voluntad de poder también actúa:
b) Como principio trascendental de la relación
entre fuerzas. Esto puede representarse en la relación (dx / dy), donde
"dy" simboliza el diferencial que asigna a cada fuerza su peculiar
incremento (dx) en función de la interacción con las demás, es decir,
considerando la relación entre todas las fuerzas en conjunto (su génesis
recíproca).
En otras
palabras, Nietzsche considera inútil querer medir la cantidad de una fuerza (el
puro incremento) sin considerar su interacción con las demás,, pues será aquí
donde se desprendan las cualidades y donde cobren verdaderamente sentido las
cantidades, es decir, donde el incremento resulte a ojos vista positivo o
negativo. En suma: "La voluntad de poder es el elemento del que se
desprenden a un tiempo la diferencia de cantidad de las fuerzas en relación, y
la cualidad que, en esta relación, corresponde a cada fuerza[8]".
Por este
motivo, Nietzsche juzga inútil el conocimiento científico. La ciencia funciona
con el uso de magnitudes, midiendo la cantidad de éstas en cada objeto dado y
calculando a tenor de ciertas ecuaciones matemáticas que permiten interpretar
unas magnitudes en términos de otras. Por ejemplo, asignando valores numéricos
a la masa y a la aceleración de un cuerpo podemos interpretarlo en términos de
fuerza usando la famosa ecuación de Newton. Se conciben las cantidades sin
tener en cuenta las cualidades: a la ecuación newtoniana le resulta indiferente
si el cuerpo en cuestión es un vehículo, una bola de cañón o el puño de un
boxeador. Hay innumerables entes que podrían satisfacer las condiciones de la
ecuación. Por lo tanto, la calculabilidad de los entes (reducción a magnitudes
físicas) comporta una pérdida de sentido de la realidad, es decir, un desprecio
del contexto en que se sitúa dicho ente y una absoluta desconsideración de sus
relaciones e interacciones con los demás.
EL CARÁCTER
NO ANTROPOMÓRFICO DE LA VOLUNTAD DE PODER.
Deleuze afirma
que en la voluntad de poder "no hay nada de antropomórfico[9]"; no se trata de la
voluntad humana. Su plasticidad
ontológica indica que se puede aplicar a cualquier relación de fuerzas en
cualquier ámbito de la realidad, sea en el arte, en la historia, en la
naturaleza, en las relaciones humanas... Tomemos, por ejemplo, una pieza
musical. La voluntad de poder sería responsable de cohesionar todos los fragmentos
musicales en la misma pieza, a la vez que otorgaría una cualidad única para
cada sonido y también para cada silencio en función de su interacción con los
demás. Si consideramos los sonidos y los silencios de forma aislada no generan
música. Ésta surge sólo en el momento en que se expresan las relaciones de
fuerza entre ellos, relaciones que es capaz de realizar y expresar la voluntad
de poder a lo largo de la pieza. Este ejemplo puede servirnos para entender
cómo el principio nietzscheano se caracteriza por afirmar las diferencias, es decir, por expresar de forma única la
génesis diferencial de cada ente a lo largo de su relación con los demás.
IV. EL ETERNO
RETORNO DE LO IDÉNTICO
La voluntad
de poder, según hemos comentado, es un principio ontológico que afirma las
diferencias en toda relación de fuerzas. Pero Nietzsche considera que todavía
es necesario otro pensamiento para asegurar el
devenir de lo diverso y su eterna
reproducción, o sea, una noción capaz de expresar el ser del devenir y permitir la renovación incesante (y creativa)
de la voluntad de poder.
A grandes
rasgos, el eterno retorno pretende:
a) Afirmar el
ser del devenir (o lo que es lo mismo: afirmar el estado de apertura de la
realidad, asegurando así el combustible
de la voluntad de poder).
b) Afirmar el
valor de este instante.
c) Eliminar
todo pensamiento teleológico así como toda noción lineal del tiempo.
d) Eliminar
toda noción mecanicista acerca del devenir del universo.
e) En un
sentido puramente ético (humano), ayudar a deshacerse de todo arrepentimiento y
sentimiento de culpa.
LA CRÍTICA A
LA NOCIÓN TRADICIONAL DE TIEMPO. LA DIFERENCIA ENTRE "TIEMPO" Y
"TEMPORALIDAD".
A lo largo de
la historia de la filosofía muchos pensadores, como Aristóteles, San Agustín de
Hipona, Martin Heidegger o Merleau-Ponty (entre muchos otros), han reflexionado
sobre el concepto de "tiempo" y, en concreto, sobre su noción
tradicional y cotidiana, bien porque no resulta lógica, bien porque es
intuitiva pero poco objetiva, bien porque falsea la realidad[10]. Con su noción del eterno
retorno, Nietzsche se suma a estas reflexiones pero de manera original e independiente.
La tesis del eterno retorno ya había sido presentada por los estoicos durante
el Helenismo, pero Nietzsche le da un significado distinto.
Para comprender el pensamiento del eterno
retorno conviene entender primero la diferencia entre tiempo y temporalidad.
Por "tiempo" entendemos en general la línea abstracta de instantes
por la cual transitan las cosas en la permanencia del ahora, y que permite
ubicarlas en el pasado, en el presente y/o en el futuro. La
"temporalidad", por el contrario, indica la apertura temporal
inherente a cada cosa, es decir, la historia propia que lleva consigo y su
devenir o proyección futura. En el primer caso, tenemos un concepto abstracto
que funciona como telón de fondo para ubicar todas las cosas y juzgarlas objetivamente
en función del instante que elegimos de forma arbitraria. En el segundo caso,
la temporalidad retrata la vida interna de cada cosa e integra todos sus
diversos instantes en un solo, el cual conserva su pasado, su historia, y a la
vez se abre a su futuro, a los cambios, al devenir. Cuando Nietzsche habla del
eterno retorno de lo idéntico, se refiere a ese retornar constante del mismo
instante comprendido como temporalidad, como vida interna, o sea, como
retención del pasado y proyección del futuro. La vida, por tanto, no es un ir y venir continuo de instantes, sino un
único instante que se transforma a sí mismo apoyándose en su propia génesis
histórica. No es que la historia determine el futuro, pero sí aporta la
fuerza o el poder necesario para desatar el devenir y el cambio. Por eso
decíamos anteriormente que el eterno retorno nietzscheano genera el combustible
necesario para la voluntad de poder, es decir, genera poder.
Nietzsche
opina que la tradición ha considerado el tiempo como una línea infinita de
instantes por la que los cuerpos se desplazan en la permanencia del
"ahora". Concebido así, el tiempo no pertenece a la naturaleza de los
cuerpos, sino que se separa de ellos, y éstos de él. En otras palabras: el
tiempo se abstrae como lugar en sí mismo vacío, y los cuerpos se juzgan sin
tener en cuenta su temporalidad inherente. Esto significa que en lugar de
concebir la apertura temporal de los cuerpos al cambio, la tradición considera
que los cuerpos pueden juzgarse de forma objetiva en cada instante dado. Por
otra parte, Nietzsche afirma que el valor del instante, de éste instante, se pierde, precisamente porque pasa a formar parte
de una sucesión infinita en la que todos los instantes adquieren igual valor,
se nivelan.
LA CRÍTICA AL
MECANICISMO Y AL PENSAMIENTO TELEOLÓGICO.
Según
Nietzsche, los instantes no se suceden unos a otros de forma lineal y mecánica,
como sostiene la ciencia moderna, ya que la realidad es un único instante, este instante, que permanece en continuo
estado de apertura y obtiene su cualidad y su fuerza a partir de su propia
historia.
Por otra
parte, Nietzsche también rechaza las versiones "primitivas" del
eterno retorno como repetición cosmológica de los mismos acontecimientos. En
este caso, el devenir es circular, pero el estado de apertura de la realidad se
pierde o se restringe porque está condenado a repetir una y otra vez los mismos
hechos.
Por último,
Nietzsche critica cualquier idea de finalismo. La realidad no se encamina a
ningún fin, no hay una meta predefinida que encamine a los cuerpos y les
imponga determinado comportamiento. Por ello, se dice que Nietzsche rechaza el
pensamiento teleológico.
EL SENTIDO
ÉTICO DEL ETERNO RETORNO.
Tal vez
porque era consciente de la dificultad de sus planteamientos, Nietzsche enunció
el eterno retorno de muchas formas. La más conocida es aquella según la cual no
debemos arrepentirnos jamás de lo que hemos hecho, pues lo volveremos a hacer
una y otra vez, y no tiene sentido desear una eterna tortura. Al enunciarlo
así, es fácil confundirse e interpretar el eterno retorno como repetición
circular de los mismos acontecimientos. Nietzsche no se refiere a eso. Se trata
de que todo lo que hacemos y hemos hecho forma parte de nuestra historia, y
mientras reneguemos de ello (culpándonos, arrepintiéndonos, etc.), lo único que
conseguiremos es disminuir nuestra fuerza, nuestro poder para transformar la
vida.
[1] En su escrito Sobre el porvenir de nuestras escuelas,
que recopila una serie de conferencias pronunciadas en una época en que todavía era desconocido,
llama la atención cómo presenta una crítica sin precedentes al sistema
educativo de la Alemania de Bismark; una crítica conceptual, teórica, profunda
desde el punto de vista intelectual, pero escrita de forma lúdica, a través de
un cuento. El público quedó encantado.
[2] Incluso el empirismo
inglés, aún cuando acepte la exclusividad de la experiencia en materia de
conocimiento, crea sin embargo una nueva separación al introducir la esfera del
hábito (la costumbre o la creencia).
[3]
En su obra, El Anticristo, Nietzsche
dice: "Casi dos mil años de historia y ni un solo nuevo dios".
[4]
(VP, II, 23) citado por Gilles Deleuze, en Nietzsche
y la filosofía, p. 74.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd., p 75.
[7] Ibíd.
[8]
Ibíd., p. 74.
[9]
Ibíd., p. 75.
[10]
Por ejemplo, Merleau-Ponty (1908-1961), en su Fenomenología de la percepción, sostiene que la definición tradicional
del tiempo es absurda, un sinsentido, porque caemos en contradicción al querer
compaginar en un sólo concepto la sucesión de instantes y la permanencia del
ahora. ¿Cómo es posible que el instante permanezca y a la vez se mueva?
domingo, 3 de abril de 2016
MODELOS DE SELECTIVIDAD DE MARX-NIETZSCHE
El alumno responderá a las cuestiones siguientes:
1)Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
2)Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
3)Relación del tema o el autor elegidos con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
2013
Opción A:
Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros (digo nosotros por cortesía ...) vemos el problema del error y de la apariencia. En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error.
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los ídolos, “La razón en la filosofía”
Opción B:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía
2014
Opción A:
“La propiedad privada nos ha hecho tan estúpidos y unilaterales que un objeto solo es nuestro
cuando lo tenemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es inmediatamente
poseído, comido, bebido, vestido, habitado, en resumen, utilizado por nosotros. Aunque la
propiedad privada concibe, a su vez, todas esas realizaciones inmediatas de la posesión solo
como medios de vida y la vida a la que sirven como medios es la vida de la propiedad, el trabajo y
la capitalización.
En lugar de todos los sentidos físicos y espirituales ha aparecido así la simple enajenación de
todos estos sentidos, el sentido del tener. El ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta
pobreza para que pudiera alumbrar su riqueza interior (…).
La superación de la propiedad privada es por ello la emancipación plena de todos los sentidos y
cualidades humanos.”
Marx, K.: Manuscritos de Economía y Filosofía.
Opción B:
“También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los
eléatas ni del modo como creía él, no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de
su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira
de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La "razón" es la causa de que nosotros
falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos
no mienten... Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El
mundo "aparente" es el único: el "mundo verdadero" no es más que un añadido mentiroso...”
Nietzsche, F.: El crepúsculo de los ídolos, 2.
2015 JUNIO
Opción A:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía.
Opción B:
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de ésta, "mejor" que ésta.
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y en un mundo "aparente", ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, un síntoma de vida descendente...
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los Ídolos, La “razón” en la filosofía.
2015 SEPTIEMBRE
Opción A:
Comoquiera que la propiedad privada es sólo la expresión sensible del hecho de que el hombre se hace objetivo para sí y, al mismo tiempo, se convierte más bien en un objeto extraño e inhumano, del hecho de que su exteriorización vital es su enajenación vital y su realización su desrealización, una realidad extraña, la superación positiva de la propiedad privada, es decir, la apropiación sensible por y para el hombre de la esencia y de la vida humanas, de las obras humanas no ha de ser concebida sólo en el sentido del goce inmediato, exclusivo, en el sentido de la posesión, del tener. El hombre se apropia su esencia universal de forma universal, es decir, como hombre total.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía.
Opción B:
Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.
Primera tesis. Las razones por las que “este” mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad, -otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al “ser verdadero” de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el “mundo verdadero”: un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los Ídolos, La “razón” en la filosofía.
1)Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
2)Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
3)Relación del tema o el autor elegidos con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
2013
Opción A:
Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros (digo nosotros por cortesía ...) vemos el problema del error y de la apariencia. En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error.
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los ídolos, “La razón en la filosofía”
Opción B:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía
2014
Opción A:
“La propiedad privada nos ha hecho tan estúpidos y unilaterales que un objeto solo es nuestro
cuando lo tenemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es inmediatamente
poseído, comido, bebido, vestido, habitado, en resumen, utilizado por nosotros. Aunque la
propiedad privada concibe, a su vez, todas esas realizaciones inmediatas de la posesión solo
como medios de vida y la vida a la que sirven como medios es la vida de la propiedad, el trabajo y
la capitalización.
En lugar de todos los sentidos físicos y espirituales ha aparecido así la simple enajenación de
todos estos sentidos, el sentido del tener. El ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta
pobreza para que pudiera alumbrar su riqueza interior (…).
La superación de la propiedad privada es por ello la emancipación plena de todos los sentidos y
cualidades humanos.”
Marx, K.: Manuscritos de Economía y Filosofía.
Opción B:
“También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los
eléatas ni del modo como creía él, no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de
su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira
de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La "razón" es la causa de que nosotros
falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos
no mienten... Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El
mundo "aparente" es el único: el "mundo verdadero" no es más que un añadido mentiroso...”
Nietzsche, F.: El crepúsculo de los ídolos, 2.
2015 JUNIO
Opción A:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía.
Opción B:
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de ésta, "mejor" que ésta.
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y en un mundo "aparente", ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, un síntoma de vida descendente...
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los Ídolos, La “razón” en la filosofía.
2015 SEPTIEMBRE
Opción A:
Comoquiera que la propiedad privada es sólo la expresión sensible del hecho de que el hombre se hace objetivo para sí y, al mismo tiempo, se convierte más bien en un objeto extraño e inhumano, del hecho de que su exteriorización vital es su enajenación vital y su realización su desrealización, una realidad extraña, la superación positiva de la propiedad privada, es decir, la apropiación sensible por y para el hombre de la esencia y de la vida humanas, de las obras humanas no ha de ser concebida sólo en el sentido del goce inmediato, exclusivo, en el sentido de la posesión, del tener. El hombre se apropia su esencia universal de forma universal, es decir, como hombre total.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía.
Opción B:
Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.
Primera tesis. Las razones por las que “este” mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad, -otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al “ser verdadero” de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el “mundo verdadero”: un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los Ídolos, La “razón” en la filosofía.
MARX EN LA ACTUALIDAD
IDEAS
PARA UNA VALORACIÓN RAZONADA DE LA VIGENCIA DE MARX EN LA ACTUALIDAD
-El
pensamiento de Marx tiene una importancia fundamental en historiografía,
sociología, economía y filosofía. No es posible comprender el desarrollo de
estas disciplinas en el último siglo y medio sin hacer alusión a la influencia
marxista.
-Con el salto
de la teoría a la praxis, el marxismo se convirtió, ya en vida de Marx, en una
ideología política y en un movimiento obrero revolucionario. Asimismo, está en
la raíz de diversas ideologías políticas y movimientos comunistas que le
sucedieron históricamente, como el leninismo, el trotskismo o el estalinismo.
El propio Che Guevara escribió su particular interpretación sobre Marx y la
revolución comunista, así como Mao Tse Tung. La ideología socialista y la
socialdemocracia surgen también como reinterpretación del marxismo. Hay,
incluso, movimientos feministas que se inspiran en Marx (en su crítica a la
concepción de la mujer como propiedad privada o común). Si tenemos en cuenta,
además, que todas estas ideologías y movimientos políticos están presentes en
los grandes acontecimientos históricos de los últimos ciento cincuenta años,
resultará innegable la influencia de Marx.
-El fracaso
económico de los diversos comunismos llevados a cabo en el siglo XX se puso de
manifiesto en hechos tales como la disolución de la URSS, el bloqueo cubano, la
reconversión de China al capitalismo de Estado y el aislamiento político,
económico y social de Corea del Norte. Pero mucho antes, ya se había puesto en
entredicho la revolución marxista al perder su carácter internacional y quedar
siempre circunscrita al control totalitario de la Nación. Si a ello le sumamos
la existencia de Gulags en la Unión Soviética, los horrores desencadenados con
la Revolución Cultural China, la falta de derechos y libertades y el férreo
control dictatorial del Partido Comunista en dichos países, obtendremos un
cúmulo de razones para desconfiar de las previsiones históricas que anunció
Marx.
-Hay muchas
otras ideologías políticas, propagandas y acontecimientos históricos que
surgieron por oposición al marxismo, y que no se explican si no es a raíz suya.
La "caza de brujas" en los EEUU, la persecución y el pánico a los
"rojos", evidencian el terror del capitalismo a los movimientos
comunistas revolucionarios. Se dice que el apoyo de Europa occidental al
desarrollo del Estado keynesiano (Estado de Bienestar) tras la Segunda Guerra
Mundial fue una reacción del capitalismo contra el avance popular del comunismo
y de la ideología marxista, una forma de mejorar las condiciones de vida de la
sociedad mediante un reparto distributivo de las riquezas poniendo límites
legales al libre mercado pero sin destruirlo. Esto parece confirmarse en el
hecho de que, tras la desaparición de la URSS y el fin de la Guerra Fría, la
tendencia política europea ha comenzado a plantear problemas de sostenibilidad
del Estado de Bienestar apostando por una mayor desregulación del mercado
(privatización de servicios públicos), incluido el mercado laboral, en aras de
la "competitividad".
-La crítica
de Marx al capitalismo, por lo que refiere al análisis de la mercancía y de la
plusvalía, siguen siendo hoy tan válida como lo fue en su momento, ya que ambos
conceptos explican a la perfección su mecanismo económico. Los llamados
"ciclos económicos del capitalismo", que desarrollan burbujas
especulativas y terminan con grandes crisis, son fenómenos denunciados por Marx
que se han venido sucediendo periódicamente hasta la actualidad. No obstante,
el capitalismo no se ha autodestruido, lo que sirve a muchos para deslegitimar
la crítica marxista.
-Aunque haya
aspectos del capitalismo de hoy idénticos al de siempre, como la
mercantilización de la vida humana, la búsqueda de plusvalía, la competitividad
y la profundización de una brecha social entre ricos y pobres, no debemos pasar
por alto las diversas transformaciones que han tenido lugar en su seno. A
grandes rasgos, podemos distinguir tres modalidades de capitalismo que se han
sucedido históricamente. La primera de ellas, en el siglo XIX y comienzos del
XX, es el llamado capitalismo de producción, alimentado por un sujeto
"prometeico", caracterizado por el esfuerzo y el trabajo, dedicado en
tiempo y vida a la producción y al desarrollo industrial. A partir de los años
50 y 60, surge, primero en EEUU y poco después en Europa, una nueva modalidad,
llamada capitalismo de consumo, donde el trabajador percibe mayores salarios,
comienza a disfrutar de más tiempo libre, lo que le permite consumir además de
trabajar. La última reinvención del capitalismo es el recientemente llamado
capitalismo de ocio, o también capitalismo de ficción. Este se caracteriza por
comercializar productos "intangibles" (como el mercado digital, pero
también la búsqueda de emociones, aventuras, confort). El valor de los
objetos de consumo aumenta en función de la experiencia que producen en el
consumidor, o sea, en la capacidad que tiene una mercancía para hacernos sentir
emociones. Igualmente, se dice que hoy en día existe una tendencia a convertir
el consumidor en "usuario" permanente y al vendedor en
"proveedor" de servicios. La diferencia entre usuario y consumidor
parece inocua, pero si se analiza en profundidad, podemos percatarnos de que el
usuario de un servicio es consumidor permanente, se encuentra atado a su
proveedor, mientras que el antiguo consumidor agotaba la relación con el vendedor
en el acto de consumo. Además, el consumidor poseía el producto una vez
comprado; en cambio, el usuario nunca lo posee, se lo administran en tanto
pague el servicio.
En suma, este
tipo de reinvenciones fueron totalmente insospechadas por Marx, transforman el
sujeto prometeico del marxismo (el proletario explotado que vivía para
trabajar) en un sujeto "dionisíaco", pasivo, ocioso, que busca
placeres y experiencias mercantilizadas. La transformación puede entenderse
como un aumento de la dependencia voluntaria del individuo al sistema económico
(y, en este sentido, una alienación más profunda), y también como una
difuminación de las diferencias de clase, a pesar de los enormes desequilibrios
de riqueza en el mundo.
-La ya
anunciada revolución robótica que está teniendo lugar hoy en día y,
previsiblemente, se desarrollará aún más en las próximas décadas, deja abiertas
numerosas cuestiones que eran implanteables en tiempos de Marx. Éste decía que
los burgueses forjaban a su propio sepulturero, el proletariado, ya que todo su
poder dependía del control de las fuerzas productivas. Pero, ¿qué ocurriría en
un mundo en que las fuerzas productivas no surgiesen del trabajo humano, sino
de robots? Los robots son autosuficientes, cumplidores, y nunca protestan. Por
otra parte, ¿qué tipo de trabajo desempeñará la población en un planeta
superpoblado donde el 100% de la producción sea obra de robots e inteligencias
artificiales?
-Como última
reflexión, acudiremos a un filósofo actual, el surcoreano Byung-Chul Han. En su
obra Psicopolítica: Neoliberalismo y
nuevas técnicas de poder (Herder, 2014), plantea una crítica a las modernas
sociedades de la información, y revela nuevas técnicas de dominación y control
de la sociedad a las que se encuentra sometido el sujeto contemporáneo. Este
filósofo comienza preguntándose cómo es posible que Corea del Sur sea el país
del mundo con mayor tasa de suicidios, siendo una democracia liberal y no una
dictadura totalitaria como su vecino del Norte. En su opinión, los suicidios se
deben a la dura competitividad social por acceder a puestos de trabajo
cualificados y progresar económicamente en la carrera laboral. El individuo,
educado desde niño en la necesidad de sobresalir para triunfar, llega a
interiorizar ese principio competitivo ("la ley del más fuerte") de
tal modo que siente que todos sus fracasos y frustraciones se deben a él mismo,
a su incapacidad, a su culpa. No percibe la alienación a la que se halla
sometido. De este modo, en vez de luchar contra una sociedad injusta e
inhumana, vuelve su odio y su desprecio contra sí mismo. Así las cosas, según
este filósofo, la masa social (el cúmulo de individuos) es totalmente incapaz
de albergar en su seno una revolución. Las masas están atomizadas en individuos
que compiten entre sí. En todo caso, la revolución se convierte en una lucha
del individuo consigo mismo, es decir, una autodestrucción y autoalienación constantes. Usando el lenguaje
marxista diríamos: la clase dominante ya no tiene necesidad de poner cadenas a
la clase oprimida, porque ella misma se ata voluntariamente. Este análisis
filosófico presenta nociones que retuercen aún más la alienación denunciada por
Marx. De modo que, si el diagnóstico social ha cambiado, es lógico decir que el
tratamiento ya no puede ser idéntico al que proponía el marxismo.
COMPARACIÓN MARX HEGEL
COMPARACIÓN ENTRE
MARX Y HEGEL
Pese a la enorme influencia de Hegel en Marx, sobre
todo por lo que refiere a la concepción dialéctica (la tríada conceptual
"tesis-antítesis-síntesis"), ambas
filosofías revelan diferencias insalvables.
Hegel es idealista y Marx materialista.
Esto, a grandes rasgos, significa que para Hegel la realidad es racional,
ideal, conceptual, y para Marx, en cambio, sólo la vida material sensible y el
hombre de carne y hueso son reales. Desde el punto de vista hegeliano, todo lo
racional es real y todo lo real es racional, por tanto lo irracional no
"es", quiere esto decir que no tiene efectos dignos de consideración
filosófica. Por el contrario, Marx afirma que la realidad material puede estar
oculta (y de hecho lo está) por ideologías absolutamente irracionales e
inhumanas que se deben tener en cuenta, a la vez que puede estar construida
sobre infraestructuras económicas igualmente inhumanas y alienantes.
Ambos
consideran que existe un movimiento dialéctico llamado "fuerza negadora"
que explica la evolución de la historia humana. Para Hegel, la fuerza negadora es la Razón (Idea, Espíritu,
Conciencia) que se manifiesta a sí misma a través de los grandes
acontecimientos. Por ejemplo, la idea de liberalismo político fue planteada
ingenuamente por los ilustrados franceses (momento afirmativo de la tesis).
Esas ideas motivaron una fuerza negadora de ruptura con el Antiguo Régimen que
desencadenó la Revolución Francesa y, acto seguido, la dictadura en nombre de
la Asamblea General con Robespierre (momento negativo de la antítesis).
Finalmente, tras la superación del Terror por el control napoleónico del Estado
se alcanzó, según Hegel, una conciencia histórica suficiente para corregir las
ideas ingenuamente proyectadas por los ilustrados, subsanando aquellos efectos
devastadores no sospechados entonces y que fueron revelados por los hechos
(momento de superación, o doble negación, de la síntesis). Hegel dice que los grandes
protagonistas de la historia (por ejemplo, Alejandro Magno, Julio César,
Napoleón Bonaparte) son simples "títeres" de la Razón Absoluta que
pugna por revelarse a sí misma y actúa como la Providencia. En las antípodas se sitúa Marx, al
considerar que la fuerza negadora, el motor de la historia, es la lucha de
clases, una lucha material entre la clase dominante y la clase oprimida
desencadenada siempre por las relaciones de poder inherentes al modo de
producción. La lucha de clases altera y transforma los cimientos económicos de
la sociedad generando nuevos órdenes socioeconómicos. Para Marx, la Conciencia
es un mero producto ideológico fruto de las condiciones materiales (económicas)
en una época determinada. Sólo si se refiere a las relaciones de producción,
como "conciencia de clase", adquiere valor real.
Hegel fue
nombrado "filósofo oficial del Estado", en Prusia, ya que justificó
filosóficamente la superioridad política y racional del Estado prusiano, que
aparecía a sus ojos como adalid de Occidente, es decir, como la meta histórica
de un proceso dialéctico iniciado por los griegos en la antigüedad, que llevó a
la Razón a comprenderse a sí misma. Podría decirse que, en Hegel, la filosofía justifica el presente político mediante una
interpretación filosófica de toda la historia occidental. Todo lo contrario
piensa Marx. Para él, la filosofía, como pura teoría justificativa, es vacía.
Sin un salto a la praxis, resulta estéril. La filosofía debe animar la
lucha de clases, demostrar la injusticia heredada y el camino y los medios para
su verdadera superación.
A pesar de
esa defensa sin paragón del Estado prusiano, Hegel es ambiguo y no ha de extrañarnos que su filosofía diese origen a
interpretaciones tan dispares. Los hegelianos de derechas vieron en él una
legitimación racional del Estado prusiano, una defensa de la Restauración y el
desprecio a las ideas revolucionarias. En cambio, los hegelianos de izquierdas,
como Feuerbach y Marx, leyeron en sus escritos el llamamiento a la revolución.
Hegel reflexionó más que ningún otro filósofo sobre la estructura de la
dialéctica. Llegó a decir que la tríada "tesis-antítesis-síntesis" es
puramente simbólica, pues el meollo del proceso dialéctico consiste en que la
fuerza negadora no se detiene nunca, es decir, toda síntesis se ha de transformar
en nueva tesis para ser negada, luego doblemente negada, así sucesivamente. Por
eso, en un pasaje de su obra Hegel afirma: "mi filosofía, en realidad, es
el escepticismo que se cumple".
Por el contrario, Marx parece tener muy claro cuál es el destino de la historia
humana: el fin de las diferencias de clase. Defiende a ultranza que el
comunismo auténtico llegará más pronto o más tarde, pero de forma inexorable.
La cuestión que deja abierta Marx es: ¿habrá siempre que estar en guardia para
no pervertir la utopía comunista? O sea, ¿será necesario mantener una
coherencia vital y social constantes para no caer en formas
"inauténticas" de comunismo, como la dictadura del proletariado y el
comunismo grosero? ¿Cómo garantizar que dicha dictadura sea temporal y un
tránsito hacia la realización del Estado socialista? Estas cuestiones, entre
otras, han motivado hasta hoy múltiples discusiones en torno al pensamiento de
Marx. Al ser una filosofía dirigida a la
praxis, el marxismo siempre planteó problemas teóricos y prácticos, lo cual
se manifiesta en el hecho de que hubo más Internacionales Socialistas celebradas
tras la primera, así como diversos movimientos filosóficos, políticos e
ideológicos inspirados, por oposición o defensa, en Marx.
MODELO DE SELECTIVIDAD DE MARX RESUELTO
EXAMEN MARX MODELO
SELECTIVIDAD (RESUELTO)
Texto.
Esta propiedad
privada material, inmediatamente sensible, es la expresión material y sensible
de la vida humana enajenada. Su movimiento –la producción y el consumo- es la
manifestación sensible del movimiento de toda la producción pasada, es decir,
de la realización o realidad del hombre. Religión, familia, Estado, derecho,
moral, ciencia, arte, etc., no son más que formas especiales de la producción y
caen bajo su ley general. La superación positiva de la propiedad privada como
apropiación de la vida humana es por ello la superación de toda enajenación,
esto es, la vuelta del hombre desde la religión, la familia, el Estado, etc., a
su existencia humana, es decir, social. La enajenación religiosa, como
tal, transcurre solo en el dominio de la conciencia, del fuero interno del
hombre, pero la enajenación económica pertenece a la vida real; su
superación abarca por ello ambos aspectos.
MARX,
Manuscritos de economía y filosofía.
Cuestiones.
1.-
Describe el contexto histórico-cultural y filosófico del texto.
2.-
Comenta el texto:
2.a.-
Explica el significado de los términos subrayados.
2.b.-
Identifica y explica el contenido del texto.
2.c.-
Justifica este texto desde la posición filosófica del autor.
3.-
Relaciona el texto con otra posición filosófica, valorando razonadamente su
actualidad.
1.- Describe el
contexto histórico-cultural y filosófico del texto.
Karl
Marx nació en Tréveris (Alemania) en 1818 en el seno de una familia burguesa de
origen judío. Estudió Derecho en Bonn y Berlín y allí se interesó por la
filosofía. En 1843 emigra a París y allí escribe Manuscritos de economía y
filosofía en 1844. En esta ciudad entró en contacto con las tendencias
filosóficas del momento y, sobre todo, conoce a Engels con quien entabla
amistad y colaborarán juntos durante mucho tiempo. Después de ser expulsado de
varios países, se instala en Londres, donde funda la Asociación Internacional
de los Trabajadores, conocida como la Primera Internacional.
La
vida y obra de Marx está marcada por los acontecimientos históricos, culturales
y filosóficos del siglo XIX.
Históricamente,
el siglo XIX es el siglo de la Revolución Industrial, que supone el paso de una
economía basada en la agricultura a la producción industrial y del triunfo
definitivo de las revoluciones liberales (1820, 1830, 1848), lideradas por la
burguesía, que busca la alianza con los movimientos de trabajadores para
conseguir el poder político. Con la Revolución Industrial se produce la
consolidación del capitalismo como modo de producción, pero también la
explotación de los trabajadores, el progreso económico no afectó a todos por
igual.
Las
industrias emplearon a un gran número de obreros que, a cambio de un salario,
producían objetos que no eran de su propiedad, sino del empresario, que era
también propietario de la maquinaria. La nueva clase social, el proletariado,
se encuentra sometida a durísimas condiciones de trabajo y salarios que apenas
daban para vivir. A esta situación hay que añadir la explotación infantil. Este estado de cosas desembocará a mediados
de siglo en movimientos de trabajadores que pedían mejoras sociales. En el
descontento social que produce esta situación, se hallan los orígenes del
movimiento obrero, de las primeras asociaciones de trabajadores y acciones
obreras, así como las primeras reivindicaciones políticas.
La
intención de Marx no era meramente teórica, sino práctica; se trataba de
transformar el mundo, de llevar a cabo una revolución del proletariado e
instaurar así una sociedad utópica sin clases donde ya no hubiese injusticia,
sino una comunidad (comunismo) de hombres que explotan libremente la naturaleza
en plena igualdad para su propio bien.
También
hay que destacar el auge de los nacionalismos, especialmente en Italia y
Alemania donde se producirá un proceso de unificación.
El
surgimiento de dos nuevas potencias europeas, Alemania e Italia, crea un nuevo
escenario político, que conducirá a una lucha de imperios que culminará, ya en
el siglo XX, en la I Guerra Mundial.
Entre
los acontecimientos culturales más relevantes del siglo XIX podemos citar, en
literatura, el auge de la novela realista y naturalista como reacción al
romanticismo (Balzac, Zola, Dickens, Tolstoi, Dostoyevsky, Galdós o Clarín).
Son también numerosas las corrientes pictóricas de este siglo, entre otras: el
realismo (Courbet, Millet, Daumier y Doré), el impresionismo (Manet, Pissarro,
Monet, Degas, Renoir y Seurat); y el postimpresionismo (Van Gogh, Cézanne,
Gaugin y Toulouse-Lautrec…) En música destacan los grandes compositores de la
última etapa del romanticismo y del posromanticismo: Wagner, Verdi, Brahms,
Tchaikovsky, Dvorak o Mahler.
La
ciencia alcanza cotas insospechadas de progreso en la técnica.
La
teoría de Darwin sobre las leyes de la evolución supondrá una revolución
cultural, cambiando por completo la imagen que el hombre tiene de sí mismo y
situándole como una especie más dentro de la escala animal. Marx insistirá en
que el trabajo es lo que distingue al hombre de los animales y lo que configura
su relación con el mundo y con los otros seres humanos.
Todas
las manifestaciones culturales de la sociedad en general, y de la capitalista
en particular, son reflejo de los intereses de la clase dominante y un intento
de justificar los privilegios de la clase explotadora según Marx.
En
cuanto al marco filosófico, la interpretación del pensamiento de Hegel dio
lugar a dos movimientos opuestos: la derecha hegeliana y la izquierda hegeliana
o jóvenes hegelianos. La derecha hegeliana subrayaba los aspectos de Hegel que
venían a justificar la religión y el poder; su visión dominaba en las
universidades e instituciones. La izquierda hegeliana denunciará las
contradicciones de la sociedad de la época, imprimiéndole un giro materialista
y antirreligioso. Uno de los pensadores más importantes de este grupo es
Feuerbach, de él recoge Marx el giro materialista y el concepto de alienación
religiosa, aunque lo considera insuficiente pues no elimina el sentimiento
religioso que es la causa de esa alienación.
Marx
se enfrenta a los representantes del liberalismo económico (Adam Smith y David
Ricardo) contradiciendo su análisis y proponiendo otras explicaciones. Estos
autores justificaban el sistema económico capitalista, considerando natural la
ley de la oferta y la demanda y pensando que la libertad económica conduciría a
una sociedad más próspera e igualitaria. Marx intenta pasar de una
justificación del orden social y económico a una crítica de dicho orden. El
análisis económico ha de servir para descubrir las auténticas causas de la
injusticia social generada en el sistema burgués y, desde ese análisis,
impulsar su transformación.
Para
los pensadores anarquistas (Proudhon y Bakunin) la única forma de reformar la
sociedad es rechazar toda forma de poder pues éste es siempre fuente de
corrupción. Su defensa de la libertad e independencia individual a ultranza
chocan con las organizaciones establecidas por el comunismo como necesarias
para lograr el objetivo de reformar la sociedad. Las diferencias se vieron en
la I Internacional: el enfrentamiento entre Marx y Bakunin produciría la
primera escisión dentro del movimiento obrero.
A
mediados del siglo XIX una serie de pensadores ingleses y franceses (Owen,
Fourier, Saint-Simon, Proudhon) pusieron de manifiesto la necesidad de reformas
sociales con el fin de terminar con la explotación de la clase obrera y las
injusticias sociales. A este socialismo Marx lo tildó de utópico debido a la
ingenuidad de sus propuestas (creían que era posible llegar al socialismo sin
una revolución) y porque carecían de una base científica.
Los
llamados filósofos de la sospecha (Marx, Nietzsche y Freud), trataron de
desenmascarar los valores ilustrados de la cultura occidental: Marx advirtió
que bajo los valores dominantes en la sociedad capitalista se esconden los
intereses de clase; Nietzsche denunció que toda la historia de la filosofía
estaba basada en una gran mentira originada por el resentimiento contra la
vida; Freud descubrió las motivaciones inconscientes que subyacen bajo nuestra
aparente racionalidad.
2.- Comenta el texto:
2.a.- Explica el
significado de los términos subrayados.
Enajenación económica.- La enajenación o alienación es la circunstancia en la que vive
toda persona que no es dueña de sí misma, ni es la responsable última de sus
acciones y pensamientos. Para Marx es la condición en la que vive la clase
oprimida en toda sociedad de explotación, en toda sociedad que admite la
propiedad privada de los medios de producción.
Marx
considera que con la aparición de la propiedad privada se produce una
circunstancia social totalmente nueva y que sólo podrá eliminarse con la
abolición de dicha forma de propiedad. Podemos entender esta nueva situación si
nos fijamos en la alienación en la sociedad esclavista: en esta sociedad el
esclavo no se pertenece a sí mismo sino al amo. Según Marx, lo mismo ocurre en
el sistema de producción capitalista: aquí el hombre se hace cosa, mercancía, usada por el propietario de
los medios de producción sólo como un instrumento
más en la cadena de producción de bienes. La propiedad privada convierte
los medios y materiales de producción en fines en sí mismos a los que subordina
al mismo hombre. La propiedad privada
aliena al hombre porque no lo trata como fin en sí mismo, sino como mero medio
o instrumento para la producción. La
alienación principal es la alienación
económica. Es
la principal forma de alienación puesto que de ella dependen todas las demás.
Se da en el trabajo y se refiere al hecho de que en esta actividad el sujeto
productivo sufre una expoliación del producto de su trabajo, de su propia
actividad y, en último término, de sí mismo.
Enajenación
religiosa.- En
cuanto a la alienación religiosa
cabe decir que la religión es una forma de alienación porque es un invento
humano que consuela al hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la
capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento
(que hay que situar en la explotación económica de una clase social por otra),
y legitima dicha opresión.
2.b.- Identifica y
explica el contenido del texto.
Los
Manuscritos de Economía y Filosofía no constituyen una obra propiamente dicha
sino una serie de textos que no pretendían ser editados y que se publicaron
mucho después de la muerte de Marx. En ellos Marx hace una reflexión sobre las
tendencias políticas de la época.
Fueron
clasificados en tres manuscritos. El tercero tiene cuatro partes. Este texto
pertenece a la segunda, que se titula “Propiedad privada y comunismo” y cuya
estructura argumentativa permite dividirla en tres puntos: La contradicción
esencial de la historia; el proceso de superación de la enajenación y los tipos
de comunismo (grosero, político, como recuperación de la esencia humana y como
emancipación.
En
este texto Marx nos está hablando sobre el comunismo como recuperación de la
esencia humana. La estructura del texto es la siguiente:
-
La
propiedad privada material es la expresión de la vida humana enajenada.
-
Religión,
familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., no son más que formas
especiales de producción y caen bajo su ley general.
-
Por
tanto, la superación positiva de la propiedad privada es la superación de toda
enajenación.
Este
texto quiere decir que la enajenación del hombre en el sistema capitalista es
producto de la propiedad privada que caracteriza a ese modo de producción.
Cuando
una economía se basa en la propiedad privada, todos los aspectos ideológicos de
esa sociedad sirven para justificar el modelo de producción existente. Según
Marx la economía es la base de la sociedad y la que todo lo determina. La forma
de pensar del ser humano está condicionada por las circunstancias económicas en
las que vive. “Según cómo se vive, así se piensa”.
Por
consiguiente, si queremos superar la enajenación religiosa o de cualquier otro
tipo, tenemos que comenzar por superar la alienación económica y esto solo se
logra suprimiendo la propiedad privada de los medios de producción.
2.c.- Justifica este
texto desde la posición filosófica del autor.
Teniendo
en cuenta el texto seleccionado, nos centraremos en el análisis marxista de la
historia y a sus propuestas filosóficas. Hegel decía que la historia es
dialéctica y que las ideas se contraponen a lo largo de la historia generando
esta contradicción constante. Marx, en cambio, cree que no son las ideas las
que dirigen la historia sino la materia, la economía. De ahí que su filosofía
se denomine materialismo histórico.
Para
Marx, el hombre no es un ser pasivo sino que es un ser activo que tiene la
necesidad de transformar la naturaleza para vivir. Es un hombre en continua
actividad y dinamismo. Es precisamente la actividad la característica que le
define y le convierte en protagonista de la historia. Pero además el hombre es
un ser social, que necesita de los demás para desarrollarse plenamente. La
esencia del hombre es el trabajo, que solo tiene sentido en colectividad. Para
Marx, el hombre entabla relaciones materiales tanto con las demás personas como
con la propia naturaleza. Toma de la naturaleza las materias primas y las
transforma para su producción. Después, intercambia los bienes que ha producido
y así logra satisfacer sus necesidades materiales. Esta es la producción social de la vida. Y es precisamente
esta producción la que determina la organización del Estado.
Esto
significa que la manera de pensar y vivir del ser humano depende de cómo sea el
proceso de producción. En el proceso de producción existen una serie de
factores:
a) Una
materia prima, que es con la que se trabaja.
b) Medios
para poder trabajar esa materia.
c) Un
trabajador que aporte su fuerza de trabajo.
En
el sistema capitalista esos medios de producción son propiedad de algunas
personas, de manera que los trabajadores solo pueden aportar su fuerza de
trabajo. Por eso necesariamente las relaciones que se van a establecer entre
propietarios y trabajadores van a ser conflictivas. Los que tienen los medios
de producción van a defender obviamente la propiedad privada y se van a
convertir en explotadores desde el momento en que tienen que fijar un sueldo y
unas condiciones de trabajo a los trabajadores. Los trabajadores prefieren que
los medios de producción sean colectivos para mejorar sus condiciones
laborales.
Marx
cree que la historia de la humanidad ha estado marcada por los modos de producción, que es el conjunto de
fuerzas productivas (fuerza de trabajo y medios de producción) y relaciones de producción. Y así podemos
establecer las etapas siguientes:
- Sociedad
primitiva, en la que los bienes eran
colectivos y no había conflictos.
- Sociedad
esclavista, en la que algunas personas se
convirtieron en bienes materiales.
- Sociedad
medieval, en la que la tierra pertenecía
al señor y los demás eran vasallos.
- Sociedad
capitalista, en la que se establece una
división entre propietarios de los medios de producción y trabajadores.
- Estado
socialista, en la que los medios de
producción habrán de volver a ser colectivos. A esto se llegará por las
propias contradicciones del sistema capitalista y por medio de una
revolución.
De
esto se desprenden dos ideas: la historia es la historia de la lucha de clases
y el motor de la historia es la economía.
Para
comprender esto, tenemos que analizar dos conceptos básicos en el marxismo:
Infraestructura y superestructura.
Infraestructura es la estructura económica. La superestructura es el conjunto
de ideas, creencias, normas, instituciones… que determinan la conciencia social
y configura la ideología. La superestructura abarca el derecho, la religión, la
filosofía… La infraestructura condiciona totalmente la superestructura. Si
queremos comprender por qué una sociedad tiene determinadas creencias, leyes o
valores no hay más que conocer su sistema económico.
Cuando
analizamos la historia desde el punto de vista económico encontramos una
continua lucha de clases porque los intereses entre propietarios y trabajadores
siempre serán opuestos. Para acabar con esta contradicción es necesaria la
lucha. La violencia es la comadrona de la
historia. Para Marx, esto era un paso necesario para llegar a una futura
sociedad sin clases. Pero la lucha era necesaria porque la situación a que
lleva el sistema capitalista es totalmente injusta y eso lo podemos comprender
si analizamos los conceptos valor de uso y valor de cambio.
El
valor de uso de una cosa es lo que
esa cosa realmente vale en función de la necesidad que satisface; por ejemplo,
el valor de uso es un coche es que te lleve donde quieras. El valor de cambio, o mercancía, es el
valor que determina la ley de la oferta y la demanda. Cada vez las cosas han
tenido más un valor de cambio porque se les ha puesto un precio y al ponerle
precio a las cosas, se le ha puesto precio al obrero. Cuando el obrero trabaja
para un empresario genera lo que se llama plusvalía,
que es el beneficio que obtiene el empresario después de haberle pagado al
obrero. Esto es motivo suficiente para el descontento de los obreros. Pero Marx
dice que el sistema capitalista llevará a su propia autodestrucción porque
supone una competitividad y lucha de los obreros contra los empresarios, de los
obreros entre sí y de los empresarios entre sí. Entonces llegará el momento en
que para obtener beneficio se abaraten cada vez más los precios hasta el punto
de que la explotación sea cada vez mayor, pero también será cada vez menor la
plusvalía y entonces la situación será insostenible y llevará a la quiebra de
las empresas y a que muchos empresarios se conviertan también en obreros.
Entonces se producirá la crisis del capitalismo y, por medio de la revolución,
se llegará a la dictadura del
proletariado.
Pero
Marx considera que es difícil que el obrero tome conciencia de su situación
para que vea la necesidad de la revolución, porque el obrero se encuentra
alienado. Alienación significa desposesión. El obrero ha perdido algo que le
era propio. Marx distingue varios tipos de alienación:
- Alienación
del trabajo. La esencia del hombre es el
trabajo. Pero el trabajo del sistema capitalista anula la creatividad y va
destinado a generar mercancía que no pertenece al obrero. Por eso cuando
el obrero vende el producto de su trabajo, se vende a sí mismo. El obrero
no tiene iniciativa, así que no se desarrolla en el trabajo personalmente.
- Alienación
social. Las personas en el sistema
capitalista están ordenadas en clases sociales, según los bienes que
poseen.
- Alienación
política. El Estado se preocupa de
defender los intereses de la clase dominante para mantener la situación
como está.
- Alienación
religiosa. La religión es el opio del
pueblo porque hace que las personas se consuelen de la situación de
injusticia de este mundo creyendo en otro mundo mejor. Marx niega la existencia
de Dios.
- Alienación
filosófica. Hasta ahora los filósofos se
han preocupado de explicar el mndo, pero de lo que se trata es de
transformarlo. Marx da un giro a la filosofía y la convierte en una tarea
práctica.
3.- Relaciona el
texto con otra posición filosófica, valorando razonadamente su actualidad.
Por
la afinidad de temática, cabría establecer parecidos y diferencias con Marx. Comencemos con las ideas comunes:
Para
ambos la historia tiene una estructura dialéctica. Kant defiende, al igual que Marx, que la historia
sufre aparentes retrocesos que pueden tener un sentido que desde el presente no
es fácil de determinar.
En
ambos autores aparece también una valoración positiva del conflicto. El
antagonismo, presente ya en la misma naturaleza humana (que es insociable
sociabilidad) es el mecanismo del que se sirve la naturaleza para el progreso
de los asuntos humanos.
Finalmente,
ambos autores entienden que la historia tiene una finalidad. Tanto Kant como
Marx afirmarán que la historia se dirige hacia un fin, aunque esto no siempre
sea directamente observable desde el presente en el que nos encontramos.
Junto
a estos parecidos, existen también diferencias importantes en la teoría de la
historia de Kant y Marx:
Una
diferencia esencial reside en su concepción de la historia: para Marx sería el
desarrollo de la materia (o de las condiciones materiales de vida), mientras
que para Kant la historia es el desenvolverse a través del tiempo de los
ideales ilustrados, como la libertad, la autonomía y la emancipación. Esta
visión idealista contrasta de un modo muy claro con el materialismo histórico
de Marx, desde el que la concepción kantiana podría ser calificada de
ideológica.
El
fin de la historia es distinto para ambos: la sociedad sin clases sociales de
la que nos habla Marx no es lo mismo que esa gran unión cosmopolita de pueblos
que describe Kant en su obra. El enfoque político e ilustrado de Kant choca con
el protagonismo que el materialismo histórico de Marx le concede a la economía.
Tanto
la concepción del ser humano como de la cultura en que vive son bien distintas
para ambos pensadores. En el caso kantiano, el hombre es esencialmente razón, y
este es el atributo que le diferencia de los animales, liberándolo del instinto
y la necesidad. La cultura representa, por tanto, una oportunidad de
liberación, sería el auténtico camino de desarrollo de la razón, la mayor de
las oportunidades humanas. Por el contrario, la esencia del ser humano es, para
Marx, el trabajo y la actividad. El hombre transforma la naturaleza en el
desarrollo de su esencia. En cuanto a la cultura, es interpretada con
desconfianza, pues a menudo puede asumir una función ideológica que contribuya
a mantener la contradicción de base de la infraestructura.
Si
valoramos la actualidad del pensamiento marxista, podríamos plantearnos lo
siguiente:
La
crisis en la que cayeron los países que adoptaron una economía política
marxista que les obligó a abandonar este modelo nos puede hacer desconfiar si
cambiar la competencia por la cooperación puede funcionar. Sin embargo, si
analizamos las sociedades del siglo XXI vemos cómo se confirman las
contradicciones que Marx veía en la propiedad privada. ¿Cómo es posible que las
fuerzas productivas puedan producir tan barato? Los países occidentales están
experimentando procesos de “deslocalización” porque las empresas buscan ser más
competitivas. Las fuerzas productivas de los países emergentes son más
competitivas que las occidentales porque no reconocen a sus empleados derechos
y salarios equiparables a los europeos. De este modo, para que la dinámica del
mercado funcione muchos trabajadores se ven obligados a renunciar a sus
derechos para mejorar la productividad de la empresa y para conservar su
trabajo. En este sentido, es evidente que nuestro modo de producción no
beneficia a todos por igual.
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