lunes, 18 de abril de 2016

CONCEPTOS

CONCEPTOS NIETZSCHEANOS

EGIPTICISMO: Nietzsche define el egipticismo como el odio propio de los filósofos a la noción de devenir (de cambio). Lo compara con la cultura egipcia que es una cultura de lo inmóvil y eterno (momia). El arte egipcio deseaba plasmar la eternidad e inmortalidad del alma del difunto.
DEVENIR: es el cambio, la muerte, la vejez, todo aquello relacionado con la vida terrena. Mientras que los filósofos anteriores a Nietzsche defendían la permanencia, el ser frente al no ser. Nietzsche criticará a Parménides “el ser es y el no ser no es”, del cual surgirá el platonismo y por tanto el cristianismo, y con él todos los valores de la cultura occidental.
MOMIAS CONCEPTUALES: según Nietzsche, los conceptos que han utilizado los filósofos dogmáticos para referirse a la “verdadera” realidad (única, eterna e inmutable) inventada por la razón, son conceptos huecos, vacíos, que no encierran nada vivo, nada real (como las momias). Mediante la momificación los egipcios pretendían conservar el cuerpo para que su alma pudiera continuar existiendo y pudiera reanimar el cuerpo vendado en un futuro. Pero ese cuerpo es real sólo en apariencia, como sólo es aparentemente real el contenido de los conceptos de la filosofía dogmática. Para Nietzsche el concepto es sepulcro de intuiciones: el concepto momifica el pensar y la realidad, por eso este autor pretende desplazar la razón y su complemento necesario, el concepto, hacia la intuición y su creación necesaria, la metáfora.
CAUSA SUI: expresión latina que, en terminología escolástica, se aplica únicamente a Dios, ser que se da la existencia a sí mismo o que existe por razón de su misma naturaleza. Es el ser subsistente por sí mismo; lo demás existe por causa de otro. Supone una excepción a la universalidad del principio de causalidad según el cual todo lo que existe tiene una causa
 IDIOSINCRASIA: el carácter propio, peculiaridad, características propias y distintivas que definen cualquier cosa. Nietzsche utiliza esta expresión para referirse a las características que definen a los filósofos dogmáticos, tradicionales, los “platónicos”.
VIDA: este concepto tiene un sentido biológico ya que acentúa el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza. Nietzsche identifica la vida con la voluntad de poder. La voluntad de poder es el principio básico de la realidad a partir del cual se desarrollan todos los seres, es la fuerza primordial que busca mantenerse en el ser, y ser aún más. La vida como creación y destrucción, como alegría y dolor. Por esta razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a partir de su oposición o afirmación respecto a la vida. Por ese valor a la vida la filosofía de Nietzsche se califica de vitalismo.
 DIONISÍACO: este término se refiere a la concepción del mundo típica del mundo griego anterior a la aparición de la filosofía. Representa el “espíritu de la tierra” o los valores característicos de la vida. 2 Es el mundo representado pos Dionisio, el cual es el Dios del vino, de la música, de la pasión, y representa el caos, lo irracional. No es pesimista, puesto que acepta tanto la alegría como el dolor. Es decir, a pesar de todo sufrimiento Nietzsche sigue apostando por la vida, al contrario que el mundo de Apolo, el cual es el Dios de la belleza, de la juventud, y representa la racionalidad. Con Platón esta armonía de la tragedia griega entre estos mundos se rompe, ya que ponen el mundo de Apolo por encima del de Dionisio como único verdadero. Cuyos valores influirán en el cristianismo y la cultura occidental.
 MONÓTONO-TEÍSMO: el monoteísmo (monótono-teísmo) representa el extravío de los sentidos, el invento de un trasmundo que desvaloriza el verdadero mundo y la máxima hostilidad a la naturaleza y a la voluntad de vida. Así, el Dios cristiano representa los valores negativos y contrarios de la vida, los valores de la impotencia. Para Nietzsche todas las religiones son falsas, puesto que parten de la creencia de un Dios único, inmutable, eterno, que va en contra de la propia vida. Frente a este tipo de religiones, Nietzsche cree que quizás sean más adecuadas las religiones politeístas, ya que expresan mejor la realidad puesto que no la separan radicalmente de la vida.
 MUNDO VERDADERO: es el mundo inventado por los filósofos a costa de rechazar todo lo que suponga nacimiento, crecimiento, devenir; ese es el mundo caracterizado por la permanencia, la eternidad, la inmutabilidad. Fue Platón el primero que estableció la existencia de este mundo que para él era el mundo de las ideas. También el cristianismo estableció la existencia de este mundo, que identifica con Dios.
 MUNDO APARENTE: es el mundo del devenir, del cambio, de lo sensible, que los filósofos no han tomado como la auténtica realidad sino como apariencia, se haya tratado del mundo sensible platónico, del mundo cristiano,…
 FILÓSOFOS: hace referencia a señores idólatras. Estos son los que representarán una idea de mundo totalmente errónea o inadecuada para Nietzsche, ya que proclamarán un mundo en el que reinará la sustancialidad, la unidad, Dios, la esencia; valores totalmente contrarios a los que defenderá Nietzsche (inventan orto mundo). Éstos dan primacía a la razón sobre los sentidos, típico del nihilismo decadente o metafísico, ya que niegan todos los valores contrarios a la vida. Nietzsche piensa que la razón es una facultad más de nuestra vida, como la imaginación, los instintos, etc. LO ÚLTIMO Y LO PRIMERO: los filósofos confunden lo último con lo primero, esto es, al hombre como creación de Dios. Dios es causa de si mismo (causa sui) y por eso es lo primero. Y es a partir de éste es de donde surgen los hombres como lo último. Nietzsche, influido por la teoría de la evolución de Darwin, defenderá que realmente lo primero es el hombre, y lo ultimo Dios. Ya que el hombre ha creado a Dios, es decir, a los valores tradicionales.
 DECADENCIA: es signo de ir contra la vida, por tanto serán decadentes la moral, la religión, la metafísica y la ciencia de la cultura occidental. La decadencia comienza cuando Platón distingue dos mundos: uno de los cuales será el verdadero, donde la razón esta por encima de los sentidos y de la vida. Fomentando valores como la eternidad, la permanencia, la unidad, es decir, valores que se oponen a la existencia del hombre. Unos valores que se radicalizarán con el cristianismo, el cual se caracteriza por una moral judeo-cristiana y el monoteísmo, llegando a ser característico de la cultura occidental (traspasando la antropología y la ciencia).
DIOS: con la muerte de Dios Nietzsche se refiere a la muerte no de su existencia, sino de los valores tradicionales de la cultura occidental. Para la filosofía tradicional Dios supone un refugio para aquellos que no quieren aceptar la vida. Dios representa para ellos un valor supremo el cual establece lo que esta bien y lo que no. A través de él se sienten seguros frente a la inseguridad de la vida. Tras la muerte de Dios, para Nietzsche, el hombre se encuentra desorientado; y ante la inocencia del devenir acepta una nueva concepción de la vida.
 SUB SPECIE AETERNI: expresión que Nietzsche toma de Spinoza (1632-1677), un sobresaliente exponente racionalista cartesiano. Según este autor, todo lo que existe es una manifestación que proviene necesariamente de Dios. Por tanto, el conocimiento más elevado que el hombre puede obtener de la realidad se alcanza cuando «reconoce» que esa realidad proviene necesariamente de Dios. Eso es precisamente lo que significa la expresión «sub specie aeternitatis o aeterni» (desde la perspectiva de la eternidad o desde la perspectiva eterna), es decir, conocer la realidad en relación a Dios. Cuando consiga ese conocimiento, el hombre se dará cuenta de que esa realidad no puede ser de otro modo porque es consecuencia necesaria de la acción divina. Al «reconocer» su conexión con el proyecto divino, el hombre conocerá la realidad de las cosas. Nietzsche critica esta posición racionalista ya que, al considerar la realidad como lo necesario, elimina su carácter histórico y contingente.
SUBREPTICIAMENTE: adverbio que se refiere a aquello que se hace de una forma subrepticia; es decir, que se hace o toma ocultamente y a escondidas. En el texto se puede entender este término como «de forma oculta» e incluso más acertadamente «inconscientemente», ya que la afirmación del Yo como sustancia pensante es una creencia tan arraigada que afirmamos su existencia acríticamente y sin ser conscientes de su posible irracionalidad; es el prejuicio sustancialista del que se tilda al cogito cartesiano y, en general, al racionalismo.

Nietzsche

NIETZSCHE (1844-1900)

Obras:
Nietzsche posee una extensa producción escrita. Entre sus numerosas obras destacamos:
-El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1872)
-Sobre el porvenir de nuestras escuelas (1872)
-Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral (1873)
-Consideraciones intempestivas, compilación de cuatro obras que llevan los siguientes títulos:
Primera consideración intempestiva: David Strauss, el confesor y el escritor (1873)
Segunda consideración intempestiva: Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida (1874)
Tercera consideración intempestiva: Schopenhauer como educador (1874)
Cuarta consideración intempestiva: Richard Wagner en Bayreuth (1876)
-Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres (1878)
-Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales (1881)
-La gaya ciencia (1882)
-Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para ninguno (1883, I y II; 1884, III; 1885, IV)
-Más allá del bien y del mal. Preludio a una filosofía del futuro (1886)
-La genealogía de la moral. Un escrito polémico (1887)
-El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo (1888)
-El caso Wagner. Un problema para los amantes de la música (1888)
-El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos (1889)
-Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es (1889)
Nietzsche se sume en la locura a comienzos de la década de los noventa, hasta su muerte, en 1900. No llegó a terminar su obra más deseada, La voluntad de poder. Intento de transvaloración de todos los valores, de la cual sólo se conservan manuscritos.

ASPECTOS PRELIMINARES
Nietzsche es considerado un maestro de la lengua germánica. Su pensamiento, profundamente filosófico, tiene valor incalculable desde el punto de vista literario. Salvando a Platón, no encontraremos quizá en toda la historia de la filosofía otro autor con semejante carga artística. En Nietzsche se da una perfecta comunión entre la razón abstracta o teórica y la razón poética[1]. No impone su estilo por capricho, sino por la urgencia que marca su pensamiento de fondo, el cual se constituye como distanciamiento frente a toda la tradición heredada. La embriaguez poética, el sentimiento, la fuerza metafórica de la literatura, son armas que utiliza con una sola intención: denunciar la decadencia del pensamiento occidental, demostrar que la tradición racional de Occidente, en lugar de resolver cuestiones, genera una contradicción constante entre la verdad supuesta (el ser) y la vida (el devenir).
En historia de la filosofía, Nietzsche marca el fin de la modernidad y abre una nueva conciencia (postmoderna). No hace borrón y cuenta nueva como acaso Descartes cuando reinició la pregunta filosófica radical y puso en duda todo el pensamiento heredado. Por el contrario, Nietzsche retoma cuestiones centrales que recorren la filosofía desde sus orígenes griegos: la cuestión ontológica "ser-devenir", las cuestiones epistemológicas en torno a los conceptos "verdadero-falso" y "sujeto-objeto", la cuestión ética sobre la naturaleza del bien y del mal... Habrá que ver cómo las lleva al límite antes de arrojarlas al abismo, cómo las destruye, generando nuevas categorías y perspectivas que marcarán, en las décadas siguientes a su muerte, y tras el horror del nazismo, una nueva forma de hacer filosofía (postmodernidad).
Hay que tener en cuenta que, pese a la profundidad de sus reflexiones, Nietzsche estudió filología clásica. Así como fue gran conocedor de literatura clásica, no lo fue tanto de obras filosóficas. Sus juicios lapidarios contra grandes pensadores (Parménides, Sócrates, Platón, Kant...), la mayoría de las veces injustos y desproporcionados, revelan una lectura apoyada en la tradición escolar, es decir, una lectura filtrada por bloques conceptuales heredados y simplificadores. Por ejemplo, Nietzsche asume a Kant a partir de la interpretación simplista que de él realizó Schopenhauer. Juzga a la filosofía griega a raíz de su recepción medieval. No queremos decir que Nietzsche desconociese las fuentes originales. Lo que decimos es que lee a los clásicos, pero a través de los anteojos de la tradición.
Si existiese una lista de filósofos malditos, Nietzsche figuraría en los primeros puestos. Fue incomprendido en vida, tachado de radical, subjetivo, encerrado en sus propias fantasmagorías. A pesar de sobresalir con sus primeras obras en el ámbito filológico, y tras haber gozado de relativo éxito intelectual sobre todo a raíz de la amistad con Wagner, a medida que Nietzsche profundizaba en su propio pensamiento se fue alejando más y más de sus coetáneos. Schopenhauer, que había sido su principal influencia, se convirtió para Nietzsche en una cáscara vacía; Wagner, una caricatura de la décadence. Naturalmente, la enemistad fue recíproca. Aunque las obras de Nietzsche gozaban de relativo éxito (el suficiente para vivir de la escritura), pocas personas figuraban en su círculo de amistades, y menos aún simpatizaban con sus pensamientos (cabe destacar, entre estos últimos, a su fiel editor). Finalmente, la caída de Nietzsche en la locura sirvió para que muchos detractores celebrasen su destino "merecido". Sin embargo, la guinda del repudio nietzscheano fue obra de su entorno familiar. Tras su muerte, la hermana, Elisabeth Förster-Niezsche, ferviente seguidora del nazismo, encontró en las páginas del filósofo mil y una soluciones a la cuestión judía, con tal de manipular aquí y allá, omitir ciertos párrafos, corregir otros y darle ese aire de superioridad aria para situarlo en la vanguardia del pensamiento nazi.
Lo que no quita que Nietzsche sea peligroso, pura dinamita (como él mismo se considera). Enseñar a filosofar con el martillo no es un eslogan para atraer espíritus rebeldes e ingenuos, es una forma de hacer filosofía que intenta desnudar la base del pensamiento establecido para exponer sus miserias, sus carencias y contradicciones, su total inconveniencia. Por ejemplo, la crítica nietzscheana a la virtud de la compasión, como emblema del cristianismo, es durísima. La compasión, dice Nietzsche, es un sentimiento de débiles ante los débiles, una disminución del valor, del vigor, un rebajarse a la altura del betún. Al expresarlo con tanta energía, sus palabras no desentonan en absoluto con las arengas de Queipo de Llano, de Hitler o de cualquier otro discurso que legitime el genocidio; pero esto sería sacarlas de contexto: la crítica a la moral de débiles por oposición a la moral de héroes. Si nos quedamos en la superficie, corremos el riesgo de confundirnos. Si profundizamos demasiado, tal vez no toquemos fondo y no sepamos remontar la subida.

CUATRO NÚCLEOS DE LA FILOSOFÍA NIETZSCHEANA
Su pensamiento aborda todo tipo de cuestiones filosóficas: ética, política, antropología, epistemología y ontología. Pero siempre orbitando alrededor de cuatro núcleos que fueron madurando desde sus obras más tempranas hasta su máxima profundidad en su última década de producción filosófica:
1- La denuncia del nihilismo en la tradición judeo-cristiana y en todo el pensamiento occidental desde sus orígenes griegos.
2- El superhombre o afirmación de la vida.
3- La voluntad de poder.
4- El eterno retorno de lo idéntico.

En Así habló Zaratustra, considerada la obra más original de toda la producción nietzscheana, aparecen los cuatro núcleos señalados. Pero resulta curioso el modo en que lo hacen, y nos da una pista acerca del grado de dificultad y a la vez aceptación que el autor esperaba acerca de su propia filosofía. Zaratustra desciende de su retiro de ermitaño para anunciar a los cuatro vientos la muerte de Dios en manos del hombre (nihilismo). A los espíritus que le hacen caso y confían en sus palabras, Zaratustra les muestra la verdad del superhombre (afirmación de la vida). Sin embargo, sólo los más próximos oirán algo sobre la voluntad de poder. Por último, el pensamiento del eterno retorno aparece únicamente en introspecciones del propio Zaratustra, que se debate acerca del sentido de tal noción en un mar de dudas y confusiones.

I. EL NIHILISMO.
LO APOLÍNEO Y LO DIONISÍACO.
En El nacimiento de la tragedia Nietzsche describe los orígenes de la cultura griega como un equilibrio entre dos fuerzas o movimientos antagónicos, asociados a los dioses Apolo y Dionisio. El primero representa la naturaleza del orden, el "ser", la permanencia y estabilidad, lo ideal y comedido, lo solemne; el segundo simboliza caos, desenfreno, puro movimiento sensible, devenir constante y embriagador. Al ser fuerzas antagónicas e interdependientes, cada una de ellas se comprendía a través de (o como ruptura a partir de) la otra: lo apolíneo brotaba como orden que pone a cada cosa en su sitio a raíz de una situación caótica, y lo dionisíaco recuperaba el devenir sensible rompiendo el estancamiento o quietud del orden establecido. Siendo así, no había propiamente guías ni cánones culturales, sino que se creaban continuamente reglas, normas y valores de forma única e irrepetible. No había decadencia cultural porque, según Nietzsche, todavía no existían ídolos, es decir, horizontes en sí mismos inalcanzables respecto a los cuales medir distancias universalmente. La virtud (el valor) se realizaba sin moralina, o sea, sin pretensión ejemplarizante, sin intención de servir como modelo normativo de acción. Y esta ausencia de cánones, ídolos y modelos permitió el florecimiento cultural y la máxima creatividad en la cultura griega, traslucidos en la tragedia mejor que en ningún otro lugar.
La décadence comienza con la tendencia de imponer un carácter pretenciosamente civilizatorio a la cultura. Se crean normas, valores, modelos, cánones culturales que sirven como barra de medir las cosas. El caos se exilia, deja de estar en la raíz de la comprensión de lo apolíneo. De este modo, lo dionisíaco se amordaza, y todo lo sensible y embriagador que brotaba de él por oposición a lo apolíneo se censura como barbarie, incultura, irracionalidad.
Para Nietzsche, la razón (lógos) iniciada y defendida por la filosofía griega tendrá un papel protagonista en la imposición unilateral de lo apolíneo, en el retiro, olvido o rechazo de lo dionisíaco, en suma, en el fin del juego enriquecedor entre ambas fuerzas. De ahí que el filósofo se presente a lo largo del pensamiento nietzscheano como criminal de los criminales, auténtico falsificador donde los haya.
Heráclito, dice Nietzsche, tendrá eternamente razón al afirmar que la realidad es puro devenir, que "el ser" inmóvil es mera ilusión, pero se equivocó al rechazar la validez epistemológica de los sentidos. El gran error de la filosofía, la gran falsedad, llega, a juicio de Nietzsche, con Parménides, cuando afirma que "el ser es y el no ser no es". De aquí brotará la separación entre dos mundos: el verdadero (el ser inmóvil, permanente, estable, inteligible) y el aparente (el devenir, lo sensible y mutable). El principio filosófico de Parménides expresa el principio lógico de no-contradicción: "es imposible que la misma cosa sea y a la vez no sea". Sobre él orbitará todo el pensamiento venidero. Pero, según Nietzsche, esa lógica aparentemente perfecta expresa una contradicción no reconocida: la separación entre el mundo de la vida (atravesado por el no-ser: la muerte, el cambio, la transformación, el azar y la contingencia) y el mundo del pensamiento (fundado en la pura estabilidad: lo permanente, necesario y universal). A raíz de Parménides, la filosofía de Platón (y Sócrates) construirá una forma inalterable de concebir la realidad: el dualismo sensible-inteligible. En la Edad Media, el cristianismo adapta la separación ser-devenir al dogma religioso. Nietzsche denomina a la tradición judeo-cristiana "platonismo para el pueblo". En suma: el pensamiento occidental tomará la verdad, la justicia, lo bueno, la belleza, en fin... todos los criterios de validez, como objetos de veneración en un trasmundo inexistente, por oposición a la vida. Lo primero y más cercano para nosotros (la vida) queda relegado a la última posición, desestimado, tildado como "aparente", mientras que lo más alejado de nosotros (el trasmundo abstracto de las ideas universales) se convertirá en ídolo, se llamará verdadero y servirá como criterio normativo para la corrección y el juicio sobre todas las cosas.

EL NIHILISMO COMO NEGACIÓN DE LA VIDA.
Nietzsche percibe que el pensamiento occidental, determinado en gran medida por la tradición judeo-cristiana, tiende a separar los ámbitos sensible e inteligible, de forma que la realidad misma (lo sensible, la propia vida) queda siempre subsumida en un trasmundo inexistente[2]. Paradójicamente, la búsqueda de certeza ha obligado al ser humano a censurar gran parte de la realidad sensible, al perseguir una verdad pura que no siempre encaja en el devenir constante del mundo vivido. La consecuencia principal de esta separación (es decir, el nihilismo) indica una pérdida de conciencia del entorno real y concreto, a la vez que la fe ciega en la validez del trasmundo.
Para Nietzsche, la incoherencia entre el mundo "inteligible" y la propia vida revela síntomas de enfermedad cultural, de décadence. Los trasmundos conforman una barrera entre nuestra conciencia y las vivencias, no sólo en el ámbito del conocimiento, también en la vida cotidiana. Nuestras experiencias son reasumidas por el “bagaje” cultural, absorbidas hasta perecer en la conciencia interna, en los conceptos, en las etiquetas. El trato humano se oprime, se inhibe, para que toda conversación y todo “contacto” se puedan remitir siempre a una reconstrucción objetiva. Recordamos aquello que hemos vivido simplemente “pensando en ello”, cuando el recuerdo verdadero es aquel que presenciamos (y revivimos) en la acción presente –para Nietzsche la memoria no es un almacén interno de recuerdos, sino el despliegue externo de lo que ya hemos vivido-. Las conciencias permanecen “enclaustradas”, enmudecidas bajo el lenguaje común, los tópicos, las representaciones, lo políticamente correcto. La vida auténtica se oculta con eufemismos –y esto no quiere decir que la esencia de la vida sea según Nietzsche algo grotesco, sino que nos educamos en una cultura que prohíbe embriagarnos de nuestras vivencias, una cultura para la cual la embriaguez es tan sólo un estado alcohólico, un peligroso “estar fuera de nosotros mismos”.
En suma, Nietzsche considera que la cultura occidental está enferma, es una "pseudo-cultura" atravesada por el nihilismo, por la creencia en trasmundos vacíos que niegan la vida. En su aspecto religioso, la división entre mundo terrenal y mundo verdadero (divino) es tajante, el rechazo de lo corporal, mundano, sensual y sensible se hace dogma, la vida se juzga pecado y precisa de la penitencia o del martirio para la conquista de "otra" vida en el más allá. Pero, en su aspecto científico y racional, Occidente ha seguido creando trasmundos nihilistas: el lenguaje representativo, la conciencia objetiva, la certeza y la racionalidad... son formas de reconstruir la realidad sensible de modo que resulte previsible, calculable, reductible, susceptible de juicios de valor, de marcas y etiquetas. Occidente ha construido morales, instituciones, conceptos y procedimientos que determinan la vida, la anulan mediante una señalización de caminos correctos e incorrectos, válidos y no válidos, legítimos e ilegítimos, morales e inmorales, a modo de guía. Todo esto nos indica, según Nietzsche, que la búsqueda de certeza no es más que una búsqueda de seguridad ante el miedo a la vida.
Así pues, cuando el Zaratustra nietzscheano llega para anunciar "la muerte de Dios en manos del hombre", no sólo se refiere al nihilismo religioso de la tradición judeo-cristiana -es decir, no se trata únicamente de reconocer que los pilares medievales han caído por el avance de la ciencia y del Estado. Para Nietzsche, las "sombras" de Dios son múltiples y se reproducen por doquier: Humanidad, Ciencia, Moral, Razón, Lenguaje, Conciencia, Estado, Progreso... Todas reinventan el nihilismo porque son nociones en sí mismas vacías construidas sobre la separación entre el ser (orden impuesto y permanente) y el devenir (la vida). De ahí que Nietzsche nos hable de una sola tradición, el "monótono-teísmo"[3].

EL NIHILISMO COMO VACUIDAD DE LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES
A través de su obra, el lector asiste a la destrucción de conceptos fundamentales para el pensamiento occidental. Su análisis es tan incisivo y radical que puede incluso despertar voz de alarma, como cuando afirma que "hay que ser superior a la humanidad por fuerza, por altura de alma, por desprecio". Para Nietzsche, la humanidad no existe, lo que existen son hombres de carne y hueso, con su vida e historia irrepetibles. El concepto "humanidad", en tanto que sombra de Dios (o concepto nihilista), resulta de una homogenización de todos los seres humanos como individuos. El individuo, como tal, no presenta ningún rasgo característico, más que su mera pertenencia a la humanidad. Es un simple ejemplar, que se nivela junto a otros idénticos y cae bajo el dominio del gran concepto "humanidad", el cual se presenta en el pensamiento establecido como sujeto de logros, progresos, conquistas... Pero, para Nietzsche, es una burda estafa, un espejismo inexistente.
En El ocaso de los ídolos, Nietzsche nos dice que uno de los rasgos más peculiares y repudiables de la idiosincrasia del filósofo es su manía de establecer conceptos-momia, de ahí que acuse a la filosofía tradicional de egipticismo. Los "conceptos-momia" son nociones que surgen a través de una mortificación de todos los elementos vitales que pudieron haberles dado origen. Por ejemplo, la idea de perfección, en lugar de comprenderse a raíz de la vida en referencia a lo sensible, lo diferente y lo concreto, se sitúa en cambio junto a una serie de conceptos "supremos" (como lo verdadero, lo bueno, lo incondicionado, lo existente) sub specie aeterni ("desde la perspectiva de lo eterno") en un plano metafísico universal y permanente o realidad en sí, superior desde el punto de vista ontológico y epistemológico, el "ser" por oposición al devenir. Según Nietzsche, la propia filosofía construye un ens realissimum ("ente realísimo") llamado "Dios" que reúne en una sola palabra todos los conceptos supremos. Frente a Dios, está el mundo de la vida, el devenir, el cual, despojado de todo "ser", de toda validez ontológica y epistemológica, se juzga engañoso, falaz, contingente, innecesario... La peor enfermedad de la filosofía, afirma Nietzsche, ha consistido en otorgar a Dios el rango ontológico de causa sui, o sea, causa de sí mismo, "causa incausada" o "motor inmóvil", fundamento de la realidad que no precisa de ningún otro fundamento. Es la expresión máxima de la validez otorgada a un trasmundo imaginario.

II. EL SUPERHOMBRE O LA AFIRMACIÓN DE LA VIDA.

TRANSVALORACIÓN DE TODOS LOS VALORES
Tras el diagnóstico del nihilismo, queda clara cuál ha de ser la función de la filosofía: curar a Occidente de la décadence, acabar con su enfermedad. Pero esto implica romper con todo lo que se da por establecido. Según Nietzsche, se precisan "oídos nuevos para música nueva".
Esa "música nueva", o nueva filosofía, deberá:
-Afirmar la vida y negar todo trasmundo imaginario.
-Destruir la separación ser-devenir de tal forma que afirmemos "el ser del devenir" o bien "el devenir del ser".
-Concebir el tradicionalmente repudiado "mundo aparente" como único mundo verdadero, y el venerado "mundo verdadero" como absolutamente falso.
-Aceptar la realidad suprema de lo sensible, sensual, terrenal, mundano, diferente, concreto, mutable, contingente y azaroso.
-Destruir el dualismo sujeto-objeto, que es heredero de la separación ser-devenir (porque la tradición ha considerado que el sujeto es el pensamiento anclado en los trasmundos, y el objeto es aquello que cae bajo el dominio de criterios normativos).
-Destruir los criterios normativos en todos los ámbitos de la cultura (moral, conocimiento, arte, política...) con el objetivo de liberar una posición de absoluta libertad creativa más allá del bien y del mal, de lo correcto y de lo incorrecto, de lo válido y lo no válido. En otras palabras: decir a los caminos errantes y equivocados.
-Comprender la libertad creativa como capacidad de crear eternamente valores únicos y renovados. En otras palabras: quemar las momias de la tradición y forjar en su lugar valores "vivos". Para lo cual, en efecto, se precisa comprender que la conciencia es corpórea, es decir, que "somos nuestro entorno".
-Percibir el instante, este instante, como única realidad. O sea, no someter la realidad al tribunal del tiempo abstracto.
-Desterrar a los sacerdotes, o sea, a los veneradores de trasmundos imaginarios y de criterios normativos.
-Redimir el azar, esto es, liberarlo del dominio que le impone el trasmundo (evitar el cálculo, la previsión, las guías). Para ello, es imprescindible aceptar el azar como fatalidad, o sea, como destino (y tragedia). En otras palabras: no temer a la vida.
-Considerar que no hay otra vida además de ésta. Para ello, además de redimir el azar, será preciso aceptar sin culpa ni remordimientos nuestra propia historia.
-Realizar la virtud sin moralina, sin pretensión ejemplarizante y, por supuesto, sin guiarnos por modelos de conducta.

Todo lo anterior se puede resumir en una sola frase: decir a la vida. El superhombre nietzscheano es aquel que pone fin a la décadence mediante la pura fuerza creativa y libre. Nietzsche denomina la acción del superhombre como transvaloración de todos los valores.

EL CAMELLO, EL LEÓN Y EL NIÑO
Así habló Zaratustra contiene un capítulo titulado "De las tres transformaciones" donde se nos informa acerca de qué es el superhombre. Nietzsche se sirve de una metáfora para representar tres tipos de conciencia humana. En su primera transformación, la conciencia se convierte en "camello". Se trata de una conciencia educada y anclada en la tradición nihilista. Se comporta como un animal de carga, doméstico, transporta "convenciones", trasmundos imaginarios que le acompañan en su viaje vital a modo de guía. Los trasmundos son descritos como una "pesada carga" porque limitan la fuerza del ser humano, le someten a un camino correcto y, al igual que el auriga en el platónico mito del carro alado, le zarandean continuamente para que no se pierda ni decaiga. Los trasmundos "mortifican" todo a su paso, hacen que su entorno sea desértico. Lo cual resulta agotador. De pronto, la conciencia sufre una segunda transformación y se convierte en león, en fiera que dirige toda su fuerza contra la pesada carga que transporta: quiere destruirla, librarse de ella porque limita su sed de vivir. Desea explorar caminos prohibidos, sentirse libre, para lo cual deberá deshacerse de todas aquellas normas y convenciones impuestas culturalmente. Pero el león es puramente destructivo, no creativo: se libera de la carga, destruye las normas, pero no sabe cómo realizarse en la pura libertad. Para ello es preciso, dice Zaratustra, una tercera transformación: cuando el león se transforma en niño. El niño percibe sin prejuicios su entorno, y no sólo lo percibe, sabe que él es su entorno y lo demuestra con su actitud incesantemente lúdica y creativa: allí donde va y en función de lo que le rodea, plantea reglas nuevas para juegos nuevos. Esa capacidad de inventar juegos característica de los niños es una forma metafórica de expresar la actitud del superhombre: decir a lo que nos depara el azar, afirmar nuestro entorno, las diferencias percibidas, lo concreto e irrepetible. Por ejemplo, pensemos en la diferencia entre niños y adultos a la hora de caminar por la vía pública. Mientras los adultos siguen "la línea recta" caminando por la acera sin desviarse, los niños zigzaguean, saltan, hacen piruetas, cuentan las baldosas y pisan sólo las impares, caminan hacia atrás o con los ojos cerrados, luego corren a toda velocidad, se persiguen, ríen, cantan... un sinfín de acciones que resultarían absurdas para una mente adulta basada en la racionalidad y en la moderación. El niño simboliza al superhombre porque se comporta acorde a la voluntad de poder.

MORAL DE ESCLAVOS FRENTE A MORAL DE HÉROES.
El comportamiento humano sometido al dominio de la tradición nihilista se convierte, a juicio de Nietzsche, en una moral de débiles (o de esclavos). La fuerza (el poder) queda limitada, secuestrada por normas e imposiciones, regulada y dosificada, cuando no directamente anulada. Los "grandes imperativos" de las morales religiosas y de las filosofías tradicionales organizan todas las disposiciones y facultades del ser humano, les dicen qué hacer y cómo hacerlo, subordinan unas a otras (como ocurre en la ética platónica con las virtudes), y todo ello en una suerte de preparatoria ante la vida. El resultado es la disminución de poder, la ceguera ante el devenir y la diferencia. Debido a la incoherencia entre el ser y el deber ser (es decir, la contradicción entre la vida y el imperativo moral), surge el remordimiento, el sentimiento de culpa, la frustración, el pecado, el arrepentimiento. Para Nietzsche, el filósofo y genio moderno Pascal es uno de los ejemplos más tristes de la historia acerca de cómo un espíritu fuerte puede quedar marchitado por la autoimposición de la moral de débiles. Su clarividencia ante el universo y la vida chocaba frontalmente con los trasmundos de la religión cristiana. Le tocó vivir en una época marcada todavía por la fe ciega en el dogma religioso. Así que no pudo más que rebajarse a sí mismo, considerarse enfermo, loco, imperfecto, débil, con tal de no contradecir la verdad establecida.
El ejemplo de Pascal nos sirve para ilustrar qué entiende exactamente Nietzsche por "fuerza" y "poder". Porque no se trata de fuerza bruta, animal, "bárbara". Los espíritus fuertes, como el de Pascal, gozan de extrema lucidez para percibir "el ser" (no como trasmundo, sino indisociable al "devenir"). Esa lucidez se encuentra ligada íntima y profundamente a la pura sensibilidad, facultad de la que ya sabemos fue inexorablemente condenada y rechazada por la tradición pero que resulta indispensable para tener los ojos abiertos al mundo de la vida. Por lo tanto, uno de los rasgos característicos de la moral de débiles es la inhibición de la sensibilidad. Así pues, la moral kantiana, basada en imperativos categóricos (decisiones formalmente universales y racionales carentes de deseo), es la expresión máxima de la moral de esclavos. Por eso Nietzsche juzga a Kant como un "cristiano alevoso".
Frente a la moral de esclavos se impone la moral de héroes; en otras palabras: frente a la debilidad, la fuerza; frente al mero hombre, el superhombre. En la moral de héroes, todo lo bueno es aquello que aumenta el poder y genera satisfacción por superar toda resistencia, por conquistar la realidad. En cambio, todo lo malo es aquello que denota disminución de fuerza, es decir, debilidad. Los propios conceptos "bueno" y "malo", "el bien" y "el mal", están tan contaminados por la tradición nihilista que Nietzsche busca un lugar para el superhombre lejos de tales limitaciones, un lugar que necesariamente le sitúe más allá del bien y del mal.

DEFINICIÓN DEL SER HUMANO: LA CUERDA ENTRE EL ANIMAL Y EL SUPERHOMBRE
En otro lugar, Nietzsche afirma que "el hombre es la cuerda entre el animal y el superhombre", dando a entender que el humano vive en tensión entre dos fuerzas, la puramente animal e instintiva, y la posición de dominio libre y creativo del superhombre. Por un lado, el ser humano tiene un aspecto biológico, natural e irracional (instintivo) en la medida en que proviene de la vida y no de Dios. En este sentido vemos una clara influencia del darwinismo en el pensamiento del autor. Pero, por otro lado, el ser humano aspira a dominar la naturaleza. El superhombre vendría dado por el absoluto dominio de la realidad, pero no en sentido racionalista (como imposición de la razón y del cálculo), sino en sentido artístico y creativo. En cambio, la animalidad sería un dejarse dominar por el instinto. Así es como interpreta Nietzsche la "voluntad de vivir" de la que hablaba Schopenhauer, es decir, como una renuncia del ser humano al poder, o como una claudicación ante el instinto animal e irracional.

INCISO: LA CRÍTICA A SCHOPENHAUER
Arthur Schopenhauer fue un filósofo alemán muy influyente en el siglo XIX, principalmente entre los jóvenes (Nietzsche quedó atrapado por sus pensamientos a edad temprana), porque se alejaba de la tradición racionalista y profundizaba en los aspectos más irracionales del ser humano. Su obra principal se titula El mundo como voluntad y representación. En ella, Schopenhauer presenta su filosofía a partir de una interpretación muy simplista de Kant. Opina que el kantiano "mundo fenoménico" (o sea, la realidad intersubjetiva de fenómenos) es el "mundo de la representación", es decir, una imagen creada por el hombre que simboliza la realidad a través del filtro cultural (lenguaje, hábitos, prejuicios, etc.). Frente a ese mundo "teatral" se encuentra "la cosa en sí", la auténtica realidad. Ya sabemos que Kant negó la posibilidad de conocer la cosa en sí, pues, a su juicio, se encuentra fuera de los límites del conocimiento humano porque trasciende la experiencia intersubjetiva y carece de intuiciones. Sin embargo, Schopenhauer no tiene reparos a la hora de caracterizar y definir la realidad en sí: en su opinión, se trata de una voluntad inconsciente, irracional, fundada en un sentimiento de insatisfacción perpetua y en el consiguiente deseo de satisfacerla. Para ello, el ser humano ha creado el mundo de la representación, que alimenta los deseos de la voluntad inconsciente y genera ilusión de progreso, de logros, de que las necesidades se satisfacen y los objetivos se cumplen. El mundo de la representación, además de ilusorio, es embriagador, ya que suministra alimento para la voluntad inconsciente y también la oculta de su forma más trágica y cruda (la cruda realidad es que el deseo nunca se satisface). En este sentido, Schopenhauer llama al mundo de la representación el "Velo de Maya", tomando presentada la divinidad hindú de la apariencia y de la ilusión.
A partir de esta interpretación ontoepistemológica, Schopenhauer establece el "saber vivir", que no es otra cosa que "querer la vida tal y como se nos presenta" aun sabiendo que el mundo es falso, mera ilusión y simple alimento de una voluntad irracional que nos domina.
Nietzsche, quien estuvo atraído por tales pensamientos, terminó por rechazar de pleno esa noción de voluntad: "Mi principio es que la voluntad de los anteriores psicólogos es una generalización injustificada, que no existe tal voluntad, que en lugar de concebir las diversas expresiones de una voluntad determinada bajo diversas formas, se ha esfumado el carácter de la voluntad al amputarle su contenido, su dirección; eminentemente es el caso de Schopenhauer; lo que él llama voluntad no es más que una fórmula hueca[4]".

III. LA VOLUNTAD DE PODER

INDISOCIABILIDAD ENTRE PODER Y VOLUNTAD.
Según Nietzsche, toda voluntad indica dirección de algo, es decir, mandato y control que encamina las cosas a una meta, les impone finalidad, sentido. En Schopenhauer no ocurría así, porque la voluntad era un mero estado de insatisfacción universal, el cual resultaba indiferente a sus diversas formas de realización, oculto tras el Velo de Maya. La voluntad, si existe, no puede ser indiferente ni substraerse a lo que ordena, ya que resultaría contradictorio con el sentido "rector" o "director" que implica la palabra.
Con esta apreciación tenemos ya parcialmente definida la voluntad nietzscheana, tenemos su forma, pero todavía falta su contenido. Para Nietzsche, el contenido de la voluntad, aquello por lo que ella se determina en cada caso, es el poder, la fuerza. A su juicio, la voluntad es siempre "voluntad de poder"; ambos conceptos resultan indisociables, porque de otro modo regresaríamos a una fórmula hueca. El poder, por tanto, es el contenido afirmativo de la voluntad, o sea, el modo en que la voluntad se realiza a sí misma por y a través de la vida.
El filósofo francés Gilles Deleuze, gran intérprete de Nietzsche, nos dice que el alemán "(...) reprocha a los principios el ser siempre demasiado generales en relación a lo que pretenden capturar o solucionar. (...) Si, al contrario, la voluntad de poder es un buen principio (...) es porque es un principio esencialmente plástico, que no es más amplio que lo que condiciona, que se metamorfosea con lo condicionado, que se determina en cada caso con lo que determina[5]". Esto significa que la voluntad se comprende siempre en relación al poder que determina, al igual que el poder se comprende en relación a la voluntad que lo dirige. Por lo tanto, la voluntad no es mera imposición sobre las cosas, no es simple mandato o control, sino que depende por completo del poder, o sea, de una relación entre fuerzas. Lo que implica que, si esa relación varía, la voluntad también. A eso se refiere Deleuze con la plasticidad del principio nietzscheano.

LA VOLUNTAD DE PODER COMO PRINCIPIO COSMOLÓGICO
Tratemos de aclarar el asunto con citas del propio Nietzsche. Éste escribe: "La fuerza es quien puede, la voluntad de poder es quien quiere[6]". Sólo así el concepto de fuerza obtiene sentido "victorioso": "El concepto de fuerza es victorioso por naturaleza, porque la relación de la fuerza con la fuerza (...) es la dominación: de dos fuerzas en relación, una es dominante; la otra, dominada[7]".
Estos pensamientos reflejan que Nietzsche reserva un papel fundamental para la voluntad de poder más allá de la voluntad humana. Al definirse a partir del concepto de fuerza, la voluntad de poder se convierte en principio ontológico que estructura la realidad. ¿Cómo lo hace? Deleuze nos lo explica de la siguiente forma: En cualquier relación de fuerzas, cada una de ellas tiene una cualidad única que se desprende de su interacción con las demás y de su génesis recíproca; las habrá dominantes y otras serán subordinadas, pero sean cuales sean, se necesitan unas a otras para ser lo que son en dicha relación. Pues bien, la voluntad de poder actuaría:
a) Como complemento interno de cada fuerza; aparecería en una relación (x + dx), donde "x" representa la fuerza y "dx" el incremento (sea positivo o negativo) que adquiere la fuerza por la voluntad de poder. Este incremento determina la cantidad de la fuerza, pero no su cualidad (si es "activa", "dominante", o bien "reactiva", "subordinada"), la cual sólo se comprende a partir de su relación con las demás. Por ello, la voluntad de poder también actúa:
b) Como principio trascendental de la relación entre fuerzas. Esto puede representarse en la relación (dx / dy), donde "dy" simboliza el diferencial que asigna a cada fuerza su peculiar incremento (dx) en función de la interacción con las demás, es decir, considerando la relación entre todas las fuerzas en conjunto (su génesis recíproca).
En otras palabras, Nietzsche considera inútil querer medir la cantidad de una fuerza (el puro incremento) sin considerar su interacción con las demás,, pues será aquí donde se desprendan las cualidades y donde cobren verdaderamente sentido las cantidades, es decir, donde el incremento resulte a ojos vista positivo o negativo. En suma: "La voluntad de poder es el elemento del que se desprenden a un tiempo la diferencia de cantidad de las fuerzas en relación, y la cualidad que, en esta relación, corresponde a cada fuerza[8]".
Por este motivo, Nietzsche juzga inútil el conocimiento científico. La ciencia funciona con el uso de magnitudes, midiendo la cantidad de éstas en cada objeto dado y calculando a tenor de ciertas ecuaciones matemáticas que permiten interpretar unas magnitudes en términos de otras. Por ejemplo, asignando valores numéricos a la masa y a la aceleración de un cuerpo podemos interpretarlo en términos de fuerza usando la famosa ecuación de Newton. Se conciben las cantidades sin tener en cuenta las cualidades: a la ecuación newtoniana le resulta indiferente si el cuerpo en cuestión es un vehículo, una bola de cañón o el puño de un boxeador. Hay innumerables entes que podrían satisfacer las condiciones de la ecuación. Por lo tanto, la calculabilidad de los entes (reducción a magnitudes físicas) comporta una pérdida de sentido de la realidad, es decir, un desprecio del contexto en que se sitúa dicho ente y una absoluta desconsideración de sus relaciones e interacciones con los demás.

EL CARÁCTER NO ANTROPOMÓRFICO DE LA VOLUNTAD DE PODER.
Deleuze afirma que en la voluntad de poder "no hay nada de antropomórfico[9]"; no se trata de la voluntad humana. Su plasticidad ontológica indica que se puede aplicar a cualquier relación de fuerzas en cualquier ámbito de la realidad, sea en el arte, en la historia, en la naturaleza, en las relaciones humanas... Tomemos, por ejemplo, una pieza musical. La voluntad de poder sería responsable de cohesionar todos los fragmentos musicales en la misma pieza, a la vez que otorgaría una cualidad única para cada sonido y también para cada silencio en función de su interacción con los demás. Si consideramos los sonidos y los silencios de forma aislada no generan música. Ésta surge sólo en el momento en que se expresan las relaciones de fuerza entre ellos, relaciones que es capaz de realizar y expresar la voluntad de poder a lo largo de la pieza. Este ejemplo puede servirnos para entender cómo el principio nietzscheano se caracteriza por afirmar las diferencias, es decir, por expresar de forma única la génesis diferencial de cada ente a lo largo de su relación con los demás.

IV. EL ETERNO RETORNO DE LO IDÉNTICO
La voluntad de poder, según hemos comentado, es un principio ontológico que afirma las diferencias en toda relación de fuerzas. Pero Nietzsche considera que todavía es necesario otro pensamiento para asegurar el devenir de lo diverso y su eterna reproducción, o sea, una noción capaz de expresar el ser del devenir y permitir la renovación incesante (y creativa) de la voluntad de poder.
A grandes rasgos, el eterno retorno pretende:
a) Afirmar el ser del devenir (o lo que es lo mismo: afirmar el estado de apertura de la realidad, asegurando así el combustible de la voluntad de poder).
b) Afirmar el valor de este instante.
c) Eliminar todo pensamiento teleológico así como toda noción lineal del tiempo.
d) Eliminar toda noción mecanicista acerca del devenir del universo.
e) En un sentido puramente ético (humano), ayudar a deshacerse de todo arrepentimiento y sentimiento de culpa.

LA CRÍTICA A LA NOCIÓN TRADICIONAL DE TIEMPO. LA DIFERENCIA ENTRE "TIEMPO" Y "TEMPORALIDAD".
A lo largo de la historia de la filosofía muchos pensadores, como Aristóteles, San Agustín de Hipona, Martin Heidegger o Merleau-Ponty (entre muchos otros), han reflexionado sobre el concepto de "tiempo" y, en concreto, sobre su noción tradicional y cotidiana, bien porque no resulta lógica, bien porque es intuitiva pero poco objetiva, bien porque falsea la realidad[10]. Con su noción del eterno retorno, Nietzsche se suma a estas reflexiones pero de manera original e independiente. La tesis del eterno retorno ya había sido presentada por los estoicos durante el Helenismo, pero Nietzsche le da un significado distinto.
Para comprender el pensamiento del eterno retorno conviene entender primero la diferencia entre tiempo y temporalidad. Por "tiempo" entendemos en general la línea abstracta de instantes por la cual transitan las cosas en la permanencia del ahora, y que permite ubicarlas en el pasado, en el presente y/o en el futuro. La "temporalidad", por el contrario, indica la apertura temporal inherente a cada cosa, es decir, la historia propia que lleva consigo y su devenir o proyección futura. En el primer caso, tenemos un concepto abstracto que funciona como telón de fondo para ubicar todas las cosas y juzgarlas objetivamente en función del instante que elegimos de forma arbitraria. En el segundo caso, la temporalidad retrata la vida interna de cada cosa e integra todos sus diversos instantes en un solo, el cual conserva su pasado, su historia, y a la vez se abre a su futuro, a los cambios, al devenir. Cuando Nietzsche habla del eterno retorno de lo idéntico, se refiere a ese retornar constante del mismo instante comprendido como temporalidad, como vida interna, o sea, como retención del pasado y proyección del futuro. La vida, por tanto, no es un ir y venir continuo de instantes, sino un único instante que se transforma a sí mismo apoyándose en su propia génesis histórica. No es que la historia determine el futuro, pero sí aporta la fuerza o el poder necesario para desatar el devenir y el cambio. Por eso decíamos anteriormente que el eterno retorno nietzscheano genera el combustible necesario para la voluntad de poder, es decir, genera poder.
Nietzsche opina que la tradición ha considerado el tiempo como una línea infinita de instantes por la que los cuerpos se desplazan en la permanencia del "ahora". Concebido así, el tiempo no pertenece a la naturaleza de los cuerpos, sino que se separa de ellos, y éstos de él. En otras palabras: el tiempo se abstrae como lugar en sí mismo vacío, y los cuerpos se juzgan sin tener en cuenta su temporalidad inherente. Esto significa que en lugar de concebir la apertura temporal de los cuerpos al cambio, la tradición considera que los cuerpos pueden juzgarse de forma objetiva en cada instante dado. Por otra parte, Nietzsche afirma que el valor del instante, de éste instante, se pierde, precisamente porque pasa a formar parte de una sucesión infinita en la que todos los instantes adquieren igual valor, se nivelan.

LA CRÍTICA AL MECANICISMO Y AL PENSAMIENTO TELEOLÓGICO.
Según Nietzsche, los instantes no se suceden unos a otros de forma lineal y mecánica, como sostiene la ciencia moderna, ya que la realidad es un único instante, este instante, que permanece en continuo estado de apertura y obtiene su cualidad y su fuerza a partir de su propia historia.
Por otra parte, Nietzsche también rechaza las versiones "primitivas" del eterno retorno como repetición cosmológica de los mismos acontecimientos. En este caso, el devenir es circular, pero el estado de apertura de la realidad se pierde o se restringe porque está condenado a repetir una y otra vez los mismos hechos.
Por último, Nietzsche critica cualquier idea de finalismo. La realidad no se encamina a ningún fin, no hay una meta predefinida que encamine a los cuerpos y les imponga determinado comportamiento. Por ello, se dice que Nietzsche rechaza el pensamiento teleológico.

EL SENTIDO ÉTICO DEL ETERNO RETORNO.
Tal vez porque era consciente de la dificultad de sus planteamientos, Nietzsche enunció el eterno retorno de muchas formas. La más conocida es aquella según la cual no debemos arrepentirnos jamás de lo que hemos hecho, pues lo volveremos a hacer una y otra vez, y no tiene sentido desear una eterna tortura. Al enunciarlo así, es fácil confundirse e interpretar el eterno retorno como repetición circular de los mismos acontecimientos. Nietzsche no se refiere a eso. Se trata de que todo lo que hacemos y hemos hecho forma parte de nuestra historia, y mientras reneguemos de ello (culpándonos, arrepintiéndonos, etc.), lo único que conseguiremos es disminuir nuestra fuerza, nuestro poder para transformar la vida.




[1] En su escrito Sobre el porvenir de nuestras escuelas, que recopila una serie de conferencias pronunciadas  en una época en que todavía era desconocido, llama la atención cómo presenta una crítica sin precedentes al sistema educativo de la Alemania de Bismark; una crítica conceptual, teórica, profunda desde el punto de vista intelectual, pero escrita de forma lúdica, a través de un cuento. El público quedó encantado.
[2] Incluso el empirismo inglés, aún cuando acepte la exclusividad de la experiencia en materia de conocimiento, crea sin embargo una nueva separación al introducir la esfera del hábito (la costumbre o la creencia).
[3] En su obra, El Anticristo, Nietzsche dice: "Casi dos mil años de historia y ni un solo nuevo dios".
[4] (VP, II, 23) citado por Gilles Deleuze, en Nietzsche y la filosofía, p. 74.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd., p 75.
[7] Ibíd.
[8] Ibíd., p. 74.
[9] Ibíd., p. 75.
[10] Por ejemplo, Merleau-Ponty (1908-1961), en su Fenomenología de la percepción, sostiene que la definición tradicional del tiempo es absurda, un sinsentido, porque caemos en contradicción al querer compaginar en un sólo concepto la sucesión de instantes y la permanencia del ahora. ¿Cómo es posible que el instante permanezca y a la vez se mueva?

domingo, 3 de abril de 2016

MODELOS DE SELECTIVIDAD DE MARX-NIETZSCHE

El alumno responderá a las cuestiones siguientes:

1)Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.

2)Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.

3)Relación del tema o el autor elegidos con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.

2013
Opción A:
Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros (digo nosotros por cortesía ...) vemos el problema del error y de la apariencia. En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error.
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los ídolos, “La razón en la filosofía”

Opción B:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía


2014
Opción A:
“La propiedad privada nos ha hecho tan estúpidos y unilaterales que un objeto solo es nuestro
cuando lo tenemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es inmediatamente
poseído, comido, bebido, vestido, habitado, en resumen, utilizado por nosotros. Aunque la
propiedad privada concibe, a su vez, todas esas realizaciones inmediatas de la posesión solo
como medios de vida y la vida a la que sirven como medios es la vida de la propiedad, el trabajo y
la capitalización.
En lugar de todos los sentidos físicos y espirituales ha aparecido así la simple enajenación de
todos estos sentidos, el sentido del tener. El ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta
pobreza para que pudiera alumbrar su riqueza interior (…).
La superación de la propiedad privada es por ello la emancipación plena de todos los sentidos y
cualidades humanos.”
Marx, K.: Manuscritos de Economía y Filosofía.

Opción B:
“También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los
eléatas ni del modo como creía él, no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de
su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira
de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La "razón" es la causa de que nosotros
falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos
no mienten... Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El
mundo "aparente" es el único: el "mundo verdadero" no es más que un añadido mentiroso...”
Nietzsche, F.: El crepúsculo de los ídolos, 2.


2015 JUNIO
Opción A:
El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la historia y sabe que es la solución.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía.

Opción B:
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de "otro" mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la vida con la fantasmagoría de "otra" vida distinta de ésta, "mejor" que ésta.
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo "verdadero" y en un mundo "aparente", ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, un síntoma de vida descendente...
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los Ídolos, La “razón” en la filosofía.


2015 SEPTIEMBRE

Opción A:
Comoquiera que la propiedad privada es sólo la expresión sensible del hecho de que el hombre se hace objetivo para sí y, al mismo tiempo, se convierte más bien en un objeto extraño e inhumano, del hecho de que su exteriorización vital es su enajenación vital y su realización su desrealización, una realidad extraña, la superación positiva de la propiedad privada, es decir, la apropiación sensible por y para el hombre de la esencia y de la vida humanas, de las obras humanas no ha de ser concebida sólo en el sentido del goce inmediato, exclusivo, en el sentido de la posesión, del tener. El hombre se apropia su esencia universal de forma universal, es decir, como hombre total.
MARX, K., Manuscritos de Economía y Filosofía.

Opción B:
Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.
Primera tesis. Las razones por las que “este” mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad, -otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al “ser verdadero” de las cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el “mundo verdadero”: un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
NIETZSCHE, F., El Crepúsculo de los Ídolos, La “razón” en la filosofía.





MARX EN LA ACTUALIDAD

IDEAS PARA UNA VALORACIÓN RAZONADA DE LA VIGENCIA DE MARX EN LA ACTUALIDAD

-El pensamiento de Marx tiene una importancia fundamental en historiografía, sociología, economía y filosofía. No es posible comprender el desarrollo de estas disciplinas en el último siglo y medio sin hacer alusión a la influencia marxista.
-Con el salto de la teoría a la praxis, el marxismo se convirtió, ya en vida de Marx, en una ideología política y en un movimiento obrero revolucionario. Asimismo, está en la raíz de diversas ideologías políticas y movimientos comunistas que le sucedieron históricamente, como el leninismo, el trotskismo o el estalinismo. El propio Che Guevara escribió su particular interpretación sobre Marx y la revolución comunista, así como Mao Tse Tung. La ideología socialista y la socialdemocracia surgen también como reinterpretación del marxismo. Hay, incluso, movimientos feministas que se inspiran en Marx (en su crítica a la concepción de la mujer como propiedad privada o común). Si tenemos en cuenta, además, que todas estas ideologías y movimientos políticos están presentes en los grandes acontecimientos históricos de los últimos ciento cincuenta años, resultará innegable la influencia de Marx.
-El fracaso económico de los diversos comunismos llevados a cabo en el siglo XX se puso de manifiesto en hechos tales como la disolución de la URSS, el bloqueo cubano, la reconversión de China al capitalismo de Estado y el aislamiento político, económico y social de Corea del Norte. Pero mucho antes, ya se había puesto en entredicho la revolución marxista al perder su carácter internacional y quedar siempre circunscrita al control totalitario de la Nación. Si a ello le sumamos la existencia de Gulags en la Unión Soviética, los horrores desencadenados con la Revolución Cultural China, la falta de derechos y libertades y el férreo control dictatorial del Partido Comunista en dichos países, obtendremos un cúmulo de razones para desconfiar de las previsiones históricas que anunció Marx.
-Hay muchas otras ideologías políticas, propagandas y acontecimientos históricos que surgieron por oposición al marxismo, y que no se explican si no es a raíz suya. La "caza de brujas" en los EEUU, la persecución y el pánico a los "rojos", evidencian el terror del capitalismo a los movimientos comunistas revolucionarios. Se dice que el apoyo de Europa occidental al desarrollo del Estado keynesiano (Estado de Bienestar) tras la Segunda Guerra Mundial fue una reacción del capitalismo contra el avance popular del comunismo y de la ideología marxista, una forma de mejorar las condiciones de vida de la sociedad mediante un reparto distributivo de las riquezas poniendo límites legales al libre mercado pero sin destruirlo. Esto parece confirmarse en el hecho de que, tras la desaparición de la URSS y el fin de la Guerra Fría, la tendencia política europea ha comenzado a plantear problemas de sostenibilidad del Estado de Bienestar apostando por una mayor desregulación del mercado (privatización de servicios públicos), incluido el mercado laboral, en aras de la "competitividad".
-La crítica de Marx al capitalismo, por lo que refiere al análisis de la mercancía y de la plusvalía, siguen siendo hoy tan válida como lo fue en su momento, ya que ambos conceptos explican a la perfección su mecanismo económico. Los llamados "ciclos económicos del capitalismo", que desarrollan burbujas especulativas y terminan con grandes crisis, son fenómenos denunciados por Marx que se han venido sucediendo periódicamente hasta la actualidad. No obstante, el capitalismo no se ha autodestruido, lo que sirve a muchos para deslegitimar la crítica marxista.
-Aunque haya aspectos del capitalismo de hoy idénticos al de siempre, como la mercantilización de la vida humana, la búsqueda de plusvalía, la competitividad y la profundización de una brecha social entre ricos y pobres, no debemos pasar por alto las diversas transformaciones que han tenido lugar en su seno. A grandes rasgos, podemos distinguir tres modalidades de capitalismo que se han sucedido históricamente. La primera de ellas, en el siglo XIX y comienzos del XX, es el llamado capitalismo de producción, alimentado por un sujeto "prometeico", caracterizado por el esfuerzo y el trabajo, dedicado en tiempo y vida a la producción y al desarrollo industrial. A partir de los años 50 y 60, surge, primero en EEUU y poco después en Europa, una nueva modalidad, llamada capitalismo de consumo, donde el trabajador percibe mayores salarios, comienza a disfrutar de más tiempo libre, lo que le permite consumir además de trabajar. La última reinvención del capitalismo es el recientemente llamado capitalismo de ocio, o también capitalismo de ficción. Este se caracteriza por comercializar productos "intangibles" (como el mercado digital, pero también la búsqueda de emociones, aventuras, confort).  El valor de los objetos de consumo aumenta en función de la experiencia que producen en el consumidor, o sea, en la capacidad que tiene una mercancía para hacernos sentir emociones. Igualmente, se dice que hoy en día existe una tendencia a convertir el consumidor en "usuario" permanente y al vendedor en "proveedor" de servicios. La diferencia entre usuario y consumidor parece inocua, pero si se analiza en profundidad, podemos percatarnos de que el usuario de un servicio es consumidor permanente, se encuentra atado a su proveedor, mientras que el antiguo consumidor agotaba la relación con el vendedor en el acto de consumo. Además, el consumidor poseía el producto una vez comprado; en cambio, el usuario nunca lo posee, se lo administran en tanto pague el servicio.
En suma, este tipo de reinvenciones fueron totalmente insospechadas por Marx, transforman el sujeto prometeico del marxismo (el proletario explotado que vivía para trabajar) en un sujeto "dionisíaco", pasivo, ocioso, que busca placeres y experiencias mercantilizadas. La transformación puede entenderse como un aumento de la dependencia voluntaria del individuo al sistema económico (y, en este sentido, una alienación más profunda), y también como una difuminación de las diferencias de clase, a pesar de los enormes desequilibrios de riqueza en el mundo.
-La ya anunciada revolución robótica que está teniendo lugar hoy en día y, previsiblemente, se desarrollará aún más en las próximas décadas, deja abiertas numerosas cuestiones que eran implanteables en tiempos de Marx. Éste decía que los burgueses forjaban a su propio sepulturero, el proletariado, ya que todo su poder dependía del control de las fuerzas productivas. Pero, ¿qué ocurriría en un mundo en que las fuerzas productivas no surgiesen del trabajo humano, sino de robots? Los robots son autosuficientes, cumplidores, y nunca protestan. Por otra parte, ¿qué tipo de trabajo desempeñará la población en un planeta superpoblado donde el 100% de la producción sea obra de robots e inteligencias artificiales?

-Como última reflexión, acudiremos a un filósofo actual, el surcoreano Byung-Chul Han. En su obra Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder (Herder, 2014), plantea una crítica a las modernas sociedades de la información, y revela nuevas técnicas de dominación y control de la sociedad a las que se encuentra sometido el sujeto contemporáneo. Este filósofo comienza preguntándose cómo es posible que Corea del Sur sea el país del mundo con mayor tasa de suicidios, siendo una democracia liberal y no una dictadura totalitaria como su vecino del Norte. En su opinión, los suicidios se deben a la dura competitividad social por acceder a puestos de trabajo cualificados y progresar económicamente en la carrera laboral. El individuo, educado desde niño en la necesidad de sobresalir para triunfar, llega a interiorizar ese principio competitivo ("la ley del más fuerte") de tal modo que siente que todos sus fracasos y frustraciones se deben a él mismo, a su incapacidad, a su culpa. No percibe la alienación a la que se halla sometido. De este modo, en vez de luchar contra una sociedad injusta e inhumana, vuelve su odio y su desprecio contra sí mismo. Así las cosas, según este filósofo, la masa social (el cúmulo de individuos) es totalmente incapaz de albergar en su seno una revolución. Las masas están atomizadas en individuos que compiten entre sí. En todo caso, la revolución se convierte en una lucha del individuo consigo mismo, es decir, una autodestrucción y  autoalienación constantes. Usando el lenguaje marxista diríamos: la clase dominante ya no tiene necesidad de poner cadenas a la clase oprimida, porque ella misma se ata voluntariamente. Este análisis filosófico presenta nociones que retuercen aún más la alienación denunciada por Marx. De modo que, si el diagnóstico social ha cambiado, es lógico decir que el tratamiento ya no puede ser idéntico al que proponía el marxismo.

COMPARACIÓN MARX HEGEL

COMPARACIÓN ENTRE MARX Y HEGEL

Pese a la enorme influencia de Hegel en Marx, sobre todo por lo que refiere a la concepción dialéctica (la tríada conceptual "tesis-antítesis-síntesis"), ambas filosofías revelan diferencias insalvables.
Hegel es idealista y Marx materialista. Esto, a grandes rasgos, significa que para Hegel la realidad es racional, ideal, conceptual, y para Marx, en cambio, sólo la vida material sensible y el hombre de carne y hueso son reales. Desde el punto de vista hegeliano, todo lo racional es real y todo lo real es racional, por tanto lo irracional no "es", quiere esto decir que no tiene efectos dignos de consideración filosófica. Por el contrario, Marx afirma que la realidad material puede estar oculta (y de hecho lo está) por ideologías absolutamente irracionales e inhumanas que se deben tener en cuenta, a la vez que puede estar construida sobre infraestructuras económicas igualmente inhumanas y alienantes.
Ambos consideran que existe un movimiento dialéctico llamado "fuerza negadora" que explica la evolución de la historia humana. Para Hegel, la fuerza negadora es la Razón (Idea, Espíritu, Conciencia) que se manifiesta a sí misma a través de los grandes acontecimientos. Por ejemplo, la idea de liberalismo político fue planteada ingenuamente por los ilustrados franceses (momento afirmativo de la tesis). Esas ideas motivaron una fuerza negadora de ruptura con el Antiguo Régimen que desencadenó la Revolución Francesa y, acto seguido, la dictadura en nombre de la Asamblea General con Robespierre (momento negativo de la antítesis). Finalmente, tras la superación del Terror por el control napoleónico del Estado se alcanzó, según Hegel, una conciencia histórica suficiente para corregir las ideas ingenuamente proyectadas por los ilustrados, subsanando aquellos efectos devastadores no sospechados entonces y que fueron revelados por los hechos (momento de superación, o doble negación, de la síntesis). Hegel dice que los grandes protagonistas de la historia (por ejemplo, Alejandro Magno, Julio César, Napoleón Bonaparte) son simples "títeres" de la Razón Absoluta que pugna por revelarse a sí misma y actúa como la Providencia. En las antípodas se sitúa Marx, al considerar que la fuerza negadora, el motor de la historia, es la lucha de clases, una lucha material entre la clase dominante y la clase oprimida desencadenada siempre por las relaciones de poder inherentes al modo de producción. La lucha de clases altera y transforma los cimientos económicos de la sociedad generando nuevos órdenes socioeconómicos. Para Marx, la Conciencia es un mero producto ideológico fruto de las condiciones materiales (económicas) en una época determinada. Sólo si se refiere a las relaciones de producción, como "conciencia de clase", adquiere valor real.
Hegel fue nombrado "filósofo oficial del Estado", en Prusia, ya que justificó filosóficamente la superioridad política y racional del Estado prusiano, que aparecía a sus ojos como adalid de Occidente, es decir, como la meta histórica de un proceso dialéctico iniciado por los griegos en la antigüedad, que llevó a la Razón a comprenderse a sí misma. Podría decirse que, en Hegel, la filosofía justifica el presente político mediante una interpretación filosófica de toda la historia occidental. Todo lo contrario piensa Marx. Para él, la filosofía, como pura teoría justificativa, es vacía. Sin un salto a la praxis, resulta estéril. La filosofía debe animar la lucha de clases, demostrar la injusticia heredada y el camino y los medios para su verdadera superación.

A pesar de esa defensa sin paragón del Estado prusiano, Hegel es ambiguo y no ha de extrañarnos que su filosofía diese origen a interpretaciones tan dispares. Los hegelianos de derechas vieron en él una legitimación racional del Estado prusiano, una defensa de la Restauración y el desprecio a las ideas revolucionarias. En cambio, los hegelianos de izquierdas, como Feuerbach y Marx, leyeron en sus escritos el llamamiento a la revolución. Hegel reflexionó más que ningún otro filósofo sobre la estructura de la dialéctica. Llegó a decir que la tríada "tesis-antítesis-síntesis" es puramente simbólica, pues el meollo del proceso dialéctico consiste en que la fuerza negadora no se detiene nunca, es decir, toda síntesis se ha de transformar en nueva tesis para ser negada, luego doblemente negada, así sucesivamente. Por eso, en un pasaje de su obra Hegel afirma: "mi filosofía, en realidad, es el escepticismo que se cumple". Por el contrario, Marx parece tener muy claro cuál es el destino de la historia humana: el fin de las diferencias de clase. Defiende a ultranza que el comunismo auténtico llegará más pronto o más tarde, pero de forma inexorable. La cuestión que deja abierta Marx es: ¿habrá siempre que estar en guardia para no pervertir la utopía comunista? O sea, ¿será necesario mantener una coherencia vital y social constantes para no caer en formas "inauténticas" de comunismo, como la dictadura del proletariado y el comunismo grosero? ¿Cómo garantizar que dicha dictadura sea temporal y un tránsito hacia la realización del Estado socialista? Estas cuestiones, entre otras, han motivado hasta hoy múltiples discusiones en torno al pensamiento de Marx. Al ser una filosofía dirigida a la praxis, el marxismo siempre planteó problemas teóricos y prácticos, lo cual se manifiesta en el hecho de que hubo más Internacionales Socialistas celebradas tras la primera, así como diversos movimientos filosóficos, políticos e ideológicos inspirados, por oposición o defensa, en Marx.

MODELO DE SELECTIVIDAD DE MARX RESUELTO

EXAMEN MARX MODELO SELECTIVIDAD (RESUELTO)

Texto.
Esta propiedad privada material, inmediatamente sensible, es la expresión material y sensible de la vida humana enajenada. Su movimiento –la producción y el consumo- es la manifestación sensible del movimiento de toda la producción pasada, es decir, de la realización o realidad del hombre. Religión, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., no son más que formas especiales de la producción y caen bajo su ley general. La superación positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana es por ello la superación de toda enajenación, esto es, la vuelta del hombre desde la religión, la familia, el Estado, etc., a su existencia humana, es decir, social. La enajenación religiosa, como tal, transcurre solo en el dominio de la conciencia, del fuero interno del hombre, pero la enajenación económica pertenece a la vida real; su superación abarca por ello ambos aspectos.
MARX, Manuscritos de economía y filosofía.

Cuestiones.
1.- Describe el contexto histórico-cultural y filosófico del texto.
2.- Comenta el texto:
2.a.- Explica el significado de los términos subrayados.
2.b.- Identifica y explica el contenido del texto.
2.c.- Justifica este texto desde la posición filosófica del autor.
3.- Relaciona el texto con otra posición filosófica, valorando razonadamente su actualidad.

1.- Describe el contexto histórico-cultural y filosófico del texto.
Karl Marx nació en Tréveris (Alemania) en 1818 en el seno de una familia burguesa de origen judío. Estudió Derecho en Bonn y Berlín y allí se interesó por la filosofía. En 1843 emigra a París y allí escribe Manuscritos de economía y filosofía en 1844. En esta ciudad entró en contacto con las tendencias filosóficas del momento y, sobre todo, conoce a Engels con quien entabla amistad y colaborarán juntos durante mucho tiempo. Después de ser expulsado de varios países, se instala en Londres, donde funda la Asociación Internacional de los Trabajadores, conocida como la Primera Internacional.

La vida y obra de Marx está marcada por los acontecimientos históricos, culturales y filosóficos del siglo XIX.
Históricamente, el siglo XIX es el siglo de la Revolución Industrial, que supone el paso de una economía basada en la agricultura a la producción industrial y del triunfo definitivo de las revoluciones liberales (1820, 1830, 1848), lideradas por la burguesía, que busca la alianza con los movimientos de trabajadores para conseguir el poder político. Con la Revolución Industrial se produce la consolidación del capitalismo como modo de producción, pero también la explotación de los trabajadores, el progreso económico no afectó a todos por igual.
Las industrias emplearon a un gran número de obreros que, a cambio de un salario, producían objetos que no eran de su propiedad, sino del empresario, que era también propietario de la maquinaria. La nueva clase social, el proletariado, se encuentra sometida a durísimas condiciones de trabajo y salarios que apenas daban para vivir. A esta situación hay que añadir la explotación infantil.  Este estado de cosas desembocará a mediados de siglo en movimientos de trabajadores que pedían mejoras sociales. En el descontento social que produce esta situación, se hallan los orígenes del movimiento obrero, de las primeras asociaciones de trabajadores y acciones obreras, así como las primeras reivindicaciones políticas.
La intención de Marx no era meramente teórica, sino práctica; se trataba de transformar el mundo, de llevar a cabo una revolución del proletariado e instaurar así una sociedad utópica sin clases donde ya no hubiese injusticia, sino una comunidad (comunismo) de hombres que explotan libremente la naturaleza en plena igualdad para su propio bien.
También hay que destacar el auge de los nacionalismos, especialmente en Italia y Alemania donde se producirá un proceso de unificación.
El surgimiento de dos nuevas potencias europeas, Alemania e Italia, crea un nuevo escenario político, que conducirá a una lucha de imperios que culminará, ya en el siglo XX, en la I Guerra Mundial.

Entre los acontecimientos culturales más relevantes del siglo XIX podemos citar, en literatura, el auge de la novela realista y naturalista como reacción al romanticismo (Balzac, Zola, Dickens, Tolstoi, Dostoyevsky, Galdós o Clarín). Son también numerosas las corrientes pictóricas de este siglo, entre otras: el realismo (Courbet, Millet, Daumier y Doré), el impresionismo (Manet, Pissarro, Monet, Degas, Renoir y Seurat); y el postimpresionismo (Van Gogh, Cézanne, Gaugin y Toulouse-Lautrec…) En música destacan los grandes compositores de la última etapa del romanticismo y del posromanticismo: Wagner, Verdi, Brahms, Tchaikovsky, Dvorak o Mahler.
La ciencia alcanza cotas insospechadas de progreso en la técnica.
La teoría de Darwin sobre las leyes de la evolución supondrá una revolución cultural, cambiando por completo la imagen que el hombre tiene de sí mismo y situándole como una especie más dentro de la escala animal. Marx insistirá en que el trabajo es lo que distingue al hombre de los animales y lo que configura su relación con el mundo y con los otros seres humanos.
Todas las manifestaciones culturales de la sociedad en general, y de la capitalista en particular, son reflejo de los intereses de la clase dominante y un intento de justificar los privilegios de la clase explotadora según Marx.

En cuanto al marco filosófico, la interpretación del pensamiento de Hegel dio lugar a dos movimientos opuestos: la derecha hegeliana y la izquierda hegeliana o jóvenes hegelianos. La derecha hegeliana subrayaba los aspectos de Hegel que venían a justificar la religión y el poder; su visión dominaba en las universidades e instituciones. La izquierda hegeliana denunciará las contradicciones de la sociedad de la época, imprimiéndole un giro materialista y antirreligioso. Uno de los pensadores más importantes de este grupo es Feuerbach, de él recoge Marx el giro materialista y el concepto de alienación religiosa, aunque lo considera insuficiente pues no elimina el sentimiento religioso que es la causa de esa alienación.

Marx se enfrenta a los representantes del liberalismo económico (Adam Smith y David Ricardo) contradiciendo su análisis y proponiendo otras explicaciones. Estos autores justificaban el sistema económico capitalista, considerando natural la ley de la oferta y la demanda y pensando que la libertad económica conduciría a una sociedad más próspera e igualitaria. Marx intenta pasar de una justificación del orden social y económico a una crítica de dicho orden. El análisis económico ha de servir para descubrir las auténticas causas de la injusticia social generada en el sistema burgués y, desde ese análisis, impulsar su transformación.

Para los pensadores anarquistas (Proudhon y Bakunin) la única forma de reformar la sociedad es rechazar toda forma de poder pues éste es siempre fuente de corrupción. Su defensa de la libertad e independencia individual a ultranza chocan con las organizaciones establecidas por el comunismo como necesarias para lograr el objetivo de reformar la sociedad. Las diferencias se vieron en la I Internacional: el enfrentamiento entre Marx y Bakunin produciría la primera escisión dentro del movimiento obrero.

A mediados del siglo XIX una serie de pensadores ingleses y franceses (Owen, Fourier, Saint-Simon, Proudhon) pusieron de manifiesto la necesidad de reformas sociales con el fin de terminar con la explotación de la clase obrera y las injusticias sociales. A este socialismo Marx lo tildó de utópico debido a la ingenuidad de sus propuestas (creían que era posible llegar al socialismo sin una revolución) y porque carecían de una base científica.

Los llamados filósofos de la sospecha (Marx, Nietzsche y Freud), trataron de desenmascarar los valores ilustrados de la cultura occidental: Marx advirtió que bajo los valores dominantes en la sociedad capitalista se esconden los intereses de clase; Nietzsche denunció que toda la historia de la filosofía estaba basada en una gran mentira originada por el resentimiento contra la vida; Freud descubrió las motivaciones inconscientes que subyacen bajo nuestra aparente racionalidad.

2.- Comenta el texto:
2.a.- Explica el significado de los términos subrayados.
Enajenación económica.- La enajenación o alienación es la circunstancia en la que vive toda persona que no es dueña de sí misma, ni es la responsable última de sus acciones y pensamientos. Para Marx es la condición en la que vive la clase oprimida en toda sociedad de explotación, en toda sociedad que admite la propiedad privada de los medios de producción.
Marx considera que con la aparición de la propiedad privada se produce una circunstancia social totalmente nueva y que sólo podrá eliminarse con la abolición de dicha forma de propiedad. Podemos entender esta nueva situación si nos fijamos en la alienación en la sociedad esclavista: en esta sociedad el esclavo no se pertenece a sí mismo sino al amo. Según Marx, lo mismo ocurre en el sistema de producción capitalista: aquí el hombre se hace cosa, mercancía, usada por el propietario de los medios de producción sólo como un instrumento más en la cadena de producción de bienes. La propiedad privada convierte los medios y materiales de producción en fines en sí mismos a los que subordina al mismo hombre. La propiedad privada aliena al hombre porque no lo trata como fin en sí mismo, sino como mero medio o instrumento para la producción. La alienación principal es la alienación económica. Es la principal forma de alienación puesto que de ella dependen todas las demás. Se da en el trabajo y se refiere al hecho de que en esta actividad el sujeto productivo sufre una expoliación del producto de su trabajo, de su propia actividad y, en último término, de sí mismo. 
Enajenación religiosa.- En cuanto a la alienación religiosa cabe decir que la religión es una forma de alienación porque es un invento humano que consuela al hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento (que hay que situar en la explotación económica de una clase social por otra), y legitima dicha opresión.   
2.b.- Identifica y explica el contenido del texto.
Los Manuscritos de Economía y Filosofía no constituyen una obra propiamente dicha sino una serie de textos que no pretendían ser editados y que se publicaron mucho después de la muerte de Marx. En ellos Marx hace una reflexión sobre las tendencias políticas de la época.
Fueron clasificados en tres manuscritos. El tercero tiene cuatro partes. Este texto pertenece a la segunda, que se titula “Propiedad privada y comunismo” y cuya estructura argumentativa permite dividirla en tres puntos: La contradicción esencial de la historia; el proceso de superación de la enajenación y los tipos de comunismo (grosero, político, como recuperación de la esencia humana y como emancipación.
En este texto Marx nos está hablando sobre el comunismo como recuperación de la esencia humana. La estructura del texto es la siguiente:
-          La propiedad privada material es la expresión de la vida humana enajenada.
-          Religión, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., no son más que formas especiales de producción y caen bajo su ley general.
-          Por tanto, la superación positiva de la propiedad privada es la superación de toda enajenación.
Este texto quiere decir que la enajenación del hombre en el sistema capitalista es producto de la propiedad privada que caracteriza a ese modo de producción.
Cuando una economía se basa en la propiedad privada, todos los aspectos ideológicos de esa sociedad sirven para justificar el modelo de producción existente. Según Marx la economía es la base de la sociedad y la que todo lo determina. La forma de pensar del ser humano está condicionada por las circunstancias económicas en las que vive. “Según cómo se vive, así se piensa”.
Por consiguiente, si queremos superar la enajenación religiosa o de cualquier otro tipo, tenemos que comenzar por superar la alienación económica y esto solo se logra suprimiendo la propiedad privada de los medios de producción.
2.c.- Justifica este texto desde la posición filosófica del autor.
Teniendo en cuenta el texto seleccionado, nos centraremos en el análisis marxista de la historia y a sus propuestas filosóficas. Hegel decía que la historia es dialéctica y que las ideas se contraponen a lo largo de la historia generando esta contradicción constante. Marx, en cambio, cree que no son las ideas las que dirigen la historia sino la materia, la economía. De ahí que su filosofía se denomine materialismo histórico.

Para Marx, el hombre no es un ser pasivo sino que es un ser activo que tiene la necesidad de transformar la naturaleza para vivir. Es un hombre en continua actividad y dinamismo. Es precisamente la actividad la característica que le define y le convierte en protagonista de la historia. Pero además el hombre es un ser social, que necesita de los demás para desarrollarse plenamente. La esencia del hombre es el trabajo, que solo tiene sentido en colectividad. Para Marx, el hombre entabla relaciones materiales tanto con las demás personas como con la propia naturaleza. Toma de la naturaleza las materias primas y las transforma para su producción. Después, intercambia los bienes que ha producido y así logra satisfacer sus necesidades materiales. Esta es la producción social de la vida. Y es precisamente esta producción la que determina la organización del Estado.

Esto significa que la manera de pensar y vivir del ser humano depende de cómo sea el proceso de producción. En el proceso de producción existen una serie de factores:
a)       Una materia prima, que es con la que se trabaja.
b)       Medios para poder trabajar esa materia.
c)       Un trabajador que aporte su fuerza de trabajo.

En el sistema capitalista esos medios de producción son propiedad de algunas personas, de manera que los trabajadores solo pueden aportar su fuerza de trabajo. Por eso necesariamente las relaciones que se van a establecer entre propietarios y trabajadores van a ser conflictivas. Los que tienen los medios de producción van a defender obviamente la propiedad privada y se van a convertir en explotadores desde el momento en que tienen que fijar un sueldo y unas condiciones de trabajo a los trabajadores. Los trabajadores prefieren que los medios de producción sean colectivos para mejorar sus condiciones laborales.

Marx cree que la historia de la humanidad ha estado marcada por los modos de producción, que es el conjunto de fuerzas productivas (fuerza de trabajo y medios de producción)  y relaciones de producción. Y así podemos establecer las etapas siguientes:
  1. Sociedad primitiva, en la que los bienes eran colectivos y no había conflictos.
  2. Sociedad esclavista, en la que algunas personas se convirtieron en bienes materiales.
  3. Sociedad medieval, en la que la tierra pertenecía al señor y los demás eran vasallos.
  4. Sociedad capitalista, en la que se establece una división entre propietarios de los medios de producción y trabajadores.
  5. Estado socialista, en la que los medios de producción habrán de volver a ser colectivos. A esto se llegará por las propias contradicciones del sistema capitalista y por medio de una revolución.

De esto se desprenden dos ideas: la historia es la historia de la lucha de clases y el motor de la historia es la economía.

Para comprender esto, tenemos que analizar dos conceptos básicos en el marxismo:
Infraestructura y superestructura. Infraestructura es la estructura económica. La superestructura es el conjunto de ideas, creencias, normas, instituciones… que determinan la conciencia social y configura la ideología. La superestructura abarca el derecho, la religión, la filosofía… La infraestructura condiciona totalmente la superestructura. Si queremos comprender por qué una sociedad tiene determinadas creencias, leyes o valores no hay más que conocer su sistema económico.

Cuando analizamos la historia desde el punto de vista económico encontramos una continua lucha de clases porque los intereses entre propietarios y trabajadores siempre serán opuestos. Para acabar con esta contradicción es necesaria la lucha. La violencia es la comadrona de la historia. Para Marx, esto era un paso necesario para llegar a una futura sociedad sin clases. Pero la lucha era necesaria porque la situación a que lleva el sistema capitalista es totalmente injusta y eso lo podemos comprender si analizamos los conceptos valor de uso y valor de cambio.
El valor de uso de una cosa es lo que esa cosa realmente vale en función de la necesidad que satisface; por ejemplo, el valor de uso es un coche es que te lleve donde quieras. El valor de cambio, o mercancía, es el valor que determina la ley de la oferta y la demanda. Cada vez las cosas han tenido más un valor de cambio porque se les ha puesto un precio y al ponerle precio a las cosas, se le ha puesto precio al obrero. Cuando el obrero trabaja para un empresario genera lo que se llama plusvalía, que es el beneficio que obtiene el empresario después de haberle pagado al obrero. Esto es motivo suficiente para el descontento de los obreros. Pero Marx dice que el sistema capitalista llevará a su propia autodestrucción porque supone una competitividad y lucha de los obreros contra los empresarios, de los obreros entre sí y de los empresarios entre sí. Entonces llegará el momento en que para obtener beneficio se abaraten cada vez más los precios hasta el punto de que la explotación sea cada vez mayor, pero también será cada vez menor la plusvalía y entonces la situación será insostenible y llevará a la quiebra de las empresas y a que muchos empresarios se conviertan también en obreros. Entonces se producirá la crisis del capitalismo y, por medio de la revolución, se llegará a la dictadura del proletariado.

Pero Marx considera que es difícil que el obrero tome conciencia de su situación para que vea la necesidad de la revolución, porque el obrero se encuentra alienado. Alienación significa desposesión. El obrero ha perdido algo que le era propio. Marx distingue varios tipos de alienación:
  • Alienación del trabajo. La esencia del hombre es el trabajo. Pero el trabajo del sistema capitalista anula la creatividad y va destinado a generar mercancía que no pertenece al obrero. Por eso cuando el obrero vende el producto de su trabajo, se vende a sí mismo. El obrero no tiene iniciativa, así que no se desarrolla en el trabajo personalmente.
  • Alienación social. Las personas en el sistema capitalista están ordenadas en clases sociales, según los bienes que poseen.
  • Alienación política. El Estado se preocupa de defender los intereses de la clase dominante para mantener la situación como está.
  • Alienación religiosa. La religión es el opio del pueblo porque hace que las personas se consuelen de la situación de injusticia de este mundo creyendo en otro mundo mejor. Marx niega la existencia de Dios.
  • Alienación filosófica. Hasta ahora los filósofos se han preocupado de explicar el mndo, pero de lo que se trata es de transformarlo. Marx da un giro a la filosofía y la convierte en una tarea práctica.

3.- Relaciona el texto con otra posición filosófica, valorando razonadamente su actualidad.
Por la afinidad de temática, cabría establecer parecidos y diferencias con Marx.  Comencemos con las ideas comunes:
Para ambos la historia tiene una estructura dialéctica. Kant  defiende, al igual que Marx, que la historia sufre aparentes retrocesos que pueden tener un sentido que desde el presente no es fácil de determinar.
En ambos autores aparece también una valoración positiva del conflicto. El antagonismo, presente ya en la misma naturaleza humana (que es insociable sociabilidad) es el mecanismo del que se sirve la naturaleza para el progreso de los asuntos humanos.
Finalmente, ambos autores entienden que la historia tiene una finalidad. Tanto Kant como Marx afirmarán que la historia se dirige hacia un fin, aunque esto no siempre sea directamente observable desde el presente en el que nos encontramos.
Junto a estos parecidos, existen también diferencias importantes en la teoría de la historia de Kant y Marx:
Una diferencia esencial reside en su concepción de la historia: para Marx sería el desarrollo de la materia (o de las condiciones materiales de vida), mientras que para Kant la historia es el desenvolverse a través del tiempo de los ideales ilustrados, como la libertad, la autonomía y la emancipación. Esta visión idealista contrasta de un modo muy claro con el materialismo histórico de Marx, desde el que la concepción kantiana podría ser calificada de ideológica.
El fin de la historia es distinto para ambos: la sociedad sin clases sociales de la que nos habla Marx no es lo mismo que esa gran unión cosmopolita de pueblos que describe Kant en su obra. El enfoque político e ilustrado de Kant choca con el protagonismo que el materialismo histórico de Marx le concede a la economía.
Tanto la concepción del ser humano como de la cultura en que vive son bien distintas para ambos pensadores. En el caso kantiano, el hombre es esencialmente razón, y este es el atributo que le diferencia de los animales, liberándolo del instinto y la necesidad. La cultura representa, por tanto, una oportunidad de liberación, sería el auténtico camino de desarrollo de la razón, la mayor de las oportunidades humanas. Por el contrario, la esencia del ser humano es, para Marx, el trabajo y la actividad. El hombre transforma la naturaleza en el desarrollo de su esencia. En cuanto a la cultura, es interpretada con desconfianza, pues a menudo puede asumir una función ideológica que contribuya a mantener la contradicción de base de la infraestructura.
Si valoramos la actualidad del pensamiento marxista, podríamos plantearnos lo siguiente:
La crisis en la que cayeron los países que adoptaron una economía política marxista que les obligó a abandonar este modelo nos puede hacer desconfiar si cambiar la competencia por la cooperación puede funcionar. Sin embargo, si analizamos las sociedades del siglo XXI vemos cómo se confirman las contradicciones que Marx veía en la propiedad privada. ¿Cómo es posible que las fuerzas productivas puedan producir tan barato? Los países occidentales están experimentando procesos de “deslocalización” porque las empresas buscan ser más competitivas. Las fuerzas productivas de los países emergentes son más competitivas que las occidentales porque no reconocen a sus empleados derechos y salarios equiparables a los europeos. De este modo, para que la dinámica del mercado funcione muchos trabajadores se ven obligados a renunciar a sus derechos para mejorar la productividad de la empresa y para conservar su trabajo. En este sentido, es evidente que nuestro modo de producción no beneficia a todos por igual.